Gloria y drama de OlsenViernes, 6 de enero de 2017Una pena desde todo punto de vista. Olsen nació en 2001, en el peor momento de nuestra economía y fue un éxito. Tras el episodio de las ratas que se paseaban por el jardín ya no podrá levantar cabeza.
Resuena en nuestros oídos la voz del gran Carlos Gardel cantando "Cuesta Abajo". Esos versos que dicen: "... si arrastré por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser...".
Con vergüenza y dolor se cae Olsen. Según pudo averiguar Fondo de Olla, tras el sonado episodio de las ratas que se paseaban entre las mesas del jardín, el restaurante cierra sus puertas definitivamente. Deja así atrás una trayectoria exitosa, pero no podrá sobreponerse a que el hecho en cuestión tuvo como vocero a un periodista conocido y con mucha llegada en los medios.
Pablo Duggan, sin saberlo, sentenció el final del restaurante fundado por Germán Martitegui en 2001. Duggan es un periodista que participó de El Arte de Vivir y fue vegetariano, pero luego se arrepintió y dejó de lado al Ravi Shankar.
En las últimas horas hemos tratado de chequear la noticia, pero nadie responde el teléfono. La fuente que reveló la noticia es harto confiable, por lo que nos atrevemos a dar la noticia casi con certeza absoluta. Y vaya que desearíamos que no fuera cierto.
El local permanecía cerrado, tras la clausura impuesto por el Gobierno de la Ciudad, cuyos inspectores encontraron falta de higiene en la cocina, cucarachas, etcétera. No sólo ratas en el jardín.
Hace un año y medio, en la colega Planeta Joy entrevistaron a su creador, el hoy mediático Germán Martitegui, a quien el periodista le preguntaba lo siguiente: "Olsen surgió en un momento muy malo de la Argentina, en 2001, y sigue vigente. ¿Cuál es el secreto para mantener tan vigoroso un restaurante?
OLSEN FUE SIEMPRE UN ÉXITO, REPRODUCIDO TAMBIÉN EN EUROPA. EL GOLPE MEDIÁTICO POR LAS RATAS FUE MUY DURO COMO PARA REPONERSE. HOY CIERRAS SUS PUERTAS CON VERGÜENZA Y MUCHO DOLOR.
Y respondía el chef: "Olsen es muy auténtico. Tiene un público muy fiel. Gente que tuvo su primera cita ahí, se casó y hoy va con sus hijos. Mantiene una relación precio calidad muy buena, el jardín es divino, todo es genial. Si a mí me preguntás qué restaurante voy a tener hasta que sea viejo, para mí es Olsen".
Hay en toda esta declaración una buena y una mala para Germán. Empezamos por la primera. En 2015, como bien lo señala la empresa, él vendió su parte y dejó de pertenecer al restaurante.
La mala es que todo el mundo asocia a Olsen con su nombre, porque fue su inspirador y creador, así como el dueño de gran parte del éxito. Y encima el jardín no era tan "divino".
En lo personal, hemos comido muchas veces en Olsen, sobre todo en la primera época. Nos encantaba el menú de mediodía compuesto por tres comidas en un solo plato. De excelente relación precio calidad.
Por la noche, algunas veces hemos probado la degustación de vodkas, con gravlax, arenques, una cocina que nos remite a Escandinavia y sobre todo a Dinamarca, un país al que le tenemos un cariño muy especial.
A Olsen, los puristas le criticaron siempre la falta de autenticidad de su cocina (desde el punto de vista de la culinaria de los países nórdicos), pero precisamente eso era adrede. Martitegui, nos guste o no, mucho o menos, es un creador nato y nunca quiso reproducir recetas exactas y tradicionales.
Siempre desde la óptica personal, lo que nunca nos cerró fue el servicio. Demasiado transgresor, confianzudo, con un look poco acorde en los camareros/as llenos de aros, tatuajes y desaliño.
Pero la comida era muy buena. Nos gustaba. Desgraciadamente a Olsen lo mataron las ratas. Como en Ratatouille tuvieron su Anton Ego que les cavó la fosa, aunque vaya paradoja, éste no era un crítico gastronómico sino un periodista antigourmet.
Chau Olsen, lástima que las premoniciones de su exdueño no se cumplieran.
Una pena desde todo punto de vista. Olsen nació en 2001, en el peor momento de nuestra economía y fue un éxito. Tras el episodio de las ratas que se paseaban por el jardín ya no podrá levantar cabeza.
Resuena en nuestros oídos la voz del gran Carlos Gardel cantando "Cuesta Abajo". Esos versos que dicen: "... si arrastré por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser...".
Con vergüenza y dolor se cae Olsen. Según pudo averiguar Fondo de Olla, tras el sonado episodio de las ratas que se paseaban entre las mesas del jardín, el restaurante cierra sus puertas definitivamente. Deja así atrás una trayectoria exitosa, pero no podrá sobreponerse a que el hecho en cuestión tuvo como vocero a un periodista conocido y con mucha llegada en los medios.
Pablo Duggan, sin saberlo, sentenció el final del restaurante fundado por Germán Martitegui en 2001. Duggan es un periodista que participó de El Arte de Vivir y fue vegetariano, pero luego se arrepintió y dejó de lado al Ravi Shankar.
En las últimas horas hemos tratado de chequear la noticia, pero nadie responde el teléfono. La fuente que reveló la noticia es harto confiable, por lo que nos atrevemos a dar la noticia casi con certeza absoluta. Y vaya que desearíamos que no fuera cierto.
El local permanecía cerrado, tras la clausura impuesto por el Gobierno de la Ciudad, cuyos inspectores encontraron falta de higiene en la cocina, cucarachas, etcétera. No sólo ratas en el jardín.
Hace un año y medio, en la colega Planeta Joy entrevistaron a su creador, el hoy mediático Germán Martitegui, a quien el periodista le preguntaba lo siguiente: "Olsen surgió en un momento muy malo de la Argentina, en 2001, y sigue vigente. ¿Cuál es el secreto para mantener tan vigoroso un restaurante?
OLSEN FUE SIEMPRE UN ÉXITO, REPRODUCIDO TAMBIÉN EN EUROPA. EL GOLPE MEDIÁTICO POR LAS RATAS FUE MUY DURO COMO PARA REPONERSE. HOY CIERRAS SUS PUERTAS CON VERGÜENZA Y MUCHO DOLOR.
Y respondía el chef: "Olsen es muy auténtico. Tiene un público muy fiel. Gente que tuvo su primera cita ahí, se casó y hoy va con sus hijos. Mantiene una relación precio calidad muy buena, el jardín es divino, todo es genial. Si a mí me preguntás qué restaurante voy a tener hasta que sea viejo, para mí es Olsen".
Hay en toda esta declaración una buena y una mala para Germán. Empezamos por la primera. En 2015, como bien lo señala la empresa, él vendió su parte y dejó de pertenecer al restaurante.
La mala es que todo el mundo asocia a Olsen con su nombre, porque fue su inspirador y creador, así como el dueño de gran parte del éxito. Y encima el jardín no era tan "divino".
En lo personal, hemos comido muchas veces en Olsen, sobre todo en la primera época. Nos encantaba el menú de mediodía compuesto por tres comidas en un solo plato. De excelente relación precio calidad.
Por la noche, algunas veces hemos probado la degustación de vodkas, con gravlax, arenques, una cocina que nos remite a Escandinavia y sobre todo a Dinamarca, un país al que le tenemos un cariño muy especial.
A Olsen, los puristas le criticaron siempre la falta de autenticidad de su cocina (desde el punto de vista de la culinaria de los países nórdicos), pero precisamente eso era adrede. Martitegui, nos guste o no, mucho o menos, es un creador nato y nunca quiso reproducir recetas exactas y tradicionales.
Siempre desde la óptica personal, lo que nunca nos cerró fue el servicio. Demasiado transgresor, confianzudo, con un look poco acorde en los camareros/as llenos de aros, tatuajes y desaliño.
Pero la comida era muy buena. Nos gustaba. Desgraciadamente a Olsen lo mataron las ratas. Como en Ratatouille tuvieron su Anton Ego que les cavó la fosa, aunque vaya paradoja, éste no era un crítico gastronómico sino un periodista antigourmet.
Chau Olsen, lástima que las premoniciones de su exdueño no se cumplieran.
