Al Antojo del Cocinero es el restaurante que manejan criteriosamente el chef Mariano "Nano" Guiu y su esposa Agustina Almonacid, quien tiene a su cargo el salón. Una opción diferente y de elevado nivel en el centro de la ciudad de San Rafael.
Al Antojo del Cocinero- Avenida Ballofet 173, San Rafael. Teléfono: 261 15333 7364. Abierto de martes a domingos por la noche. Principales tarjetas.
Tipo de Cocina: Regional Mendocina, De Autor
Lugar: San Rafael
Precio: $$$
Es una verdad de Perogrullo que para conocer las mejores opciones (en este caso para comer), lo más conveniente es contar con el aporte de los que viven en el lugar. La visita a San Rafael, de la mano de Oscar Mazzitelli, de Finca Isis, nos deparó una agradable sorpresa, quizás inesperada.
Así es que fuimos hacia un chalet que, honestamente y desde afuera, mucho no dice. Hay un dibujo en una puerta tipo garaje, con el nombre del restaurante y la figura de dos hongos. Luego comprobaríamos que, al igual que en Boragó (Santiago de Chile) se trata de un producto que identifica al lugar. Los hay silvestres cuando es temporada, y también gírgolas que se cultivan en invernaderos, en la zona de Salto de las Rosas, Cañada Seca, cerca de San Rafael.
Los antojos del cocinero son, en efecto, estacionales. El matrimonio que conforman Mariano Guiu (a quien todos conocen como "Nano") y Agustina Almonacid, se conoció trabajando en 1884, el restaurante de la Bodega Escorihuela Gascón, en Godoy Cruz.
Como ocurre a menudo, la experiencia recogida en diferentes lugares (incluido el exterior) terminan por consolidar el estilo del cocinero. Guiu lo consiguió en sus viajes a Inglaterra, España e Italia.
Por tratarse de una casa tipo chalet, adaptada como comedor, hay varios espacios pequeños, con pocas mesas. También es posible aprovechar las noches templadas de primavera y verano en el patio ubicado en el fondo de la propiedad.
En el caso de Al Antojo del Cocinero nunca mejor dicho que es atendido por sus propios dueños. Y la cocina, estacional, como se dijo también abreva en la generosidad de la tierra mendocina. El resto lo hace el chef con su sapiencia y creatividad. La verdad sea dicha, la experiencia superó largamente las expectativas.
El menú es corto: cuatro entradas, cinco principales y cuatro postres. La visita tuvo lugar en los primeros días de noviembre, época de alcauciles, espárragos, los primeros ajos, frutas de carozo y el famoso chivito malargüino.
Las opciones de entradas eran una ensalada de alcauciles, jamón serrano y queso parmesano con chips de ajo; puntas de espárragos quemados con panceta y queso brie; gratén de hongos y zester de limón con crocante de papas; o la sartén de langostinos gratinados con crema y parmesano.
Se probaron el chivo al limón con hojas verdes, en porción generosa y simpleza en los ingredientes, lo cual hace prevalecer el sabor de la carne de estos caprinos alimentados con pastos naturales (no olvidar que en la zona también se hace la "veranada", una especie de trashumancia a la alta montaña). El salmón con ratatouille y tártara fue otro de los platos pedidos.
Y el risotto con langostinos y azafrán, de impecable factura, mostraba el arroz bien al dente (como se debe), con la técnica italiana muy bien desarrollada. Y aclaramos esto, porque es infrecuente encontrar risotti hechos de esta manera, aún en Buenos Aires.
Quedaron para otro momento los pappardelle con crema de camarones, y el ojo de bife con rostí de papas y panceta.
Los postres estuvieron a la altura. Las opciones eran torta tibia de almendras con helado; mousse de limón con chocolate; brownie de chocolate con frutos rojos; y vaso de frutillas con crema de limón y praliné de almendras.
La carta de vinos incluye variadas opciones de bodegas del sur mendocino, como Jean Rivier, Marco Zunino, Iaccarini y Bianchi, entre otras. Además, puede pedirse la Jarrita Al Antojo.
Lo cierto es que aquí se come muy bien y el chef tendrá muchos antojos a la hora de cocinar, pero uno como comensal con el único antojo que se va es para volver lo más pronto posible. Lo mejor de San Rafael y aledaños, sin dudas.
El Alvear Grill nació el 16 de julio de 2018 para reemplazar nada menos que a La Bourgogne, que apagó sus fuegos tras la cena de la Revolución Francesa, dos días antes y luego de una larga trayectoria en ese lugar. Es uno de los espacios históricos y más elegantes de la gastronomía porteña, ubicado dentro del Alvear Palace Hotel. Hoy el restaurante aparece renovado, a través de la incorporación del chef Leandro Di Mare y de la gerente de AA&BB, Gabriela Troncoso. Su propuesta conlleva una dualidad positiva: las carnes argentinas y una cocina de elaboración puntillosa y creativa.
Pocos días después de su apertura, Kuro Kuma ("Oso Negro" en japonés) aparece poblado de comensales en una fría noche de miércoles. Se trata de uno de los espacios más llamativos de VíaViva, el pasaje debajo del viaducto del tren a Tigre, que nace en la calle Juramento, en la entrada al Barrio Chino. La propuesta es de cocina asiática, garantizada por la sapiencia de Oscar Lin, propietario y chef de Síntesis Tapas Asiáticas, en Palermo. Para quienes prefieren la comodidad de un salón cómodo y climatizado, antes que la comida callejera al paso, sin dudas éste es el lugar a elegir.
En los confines de Villa Urquiza, Bonario es un nuevo pequeño restaurante ubicado en una estratégica esquina del barrio, sobre la Avenida Congreso. Su propuesta -creada por el chef Sebastián Iraola-, se basa primordialmente en la cocina mediterránea, con platos simples, ricos y abundantes. Está abierto todo el día y funciona además como cafetería.