Masticar a mandíbula batienteJueves, 17 de octubre de 2013Masticar, la Feria organizada por ACELGA, fue visitada este año por 78 mil personas, un 55% más que en 2012. Muestra elocuente de que más allá de sus falencias, que las tiene, ofrece lo que el público quiere ver y comer.
Dicen que entre los bucaneros, corsarios y piratas existía la costumbre de colocar los huesos del cráneo de las personas que ejecutaban al atracar o robar sus barcos, incluyendo la mandíbula o quijada sobre una mesa. Y sucedía que cuando algo los hacía reír estruendosamente, los capitanes de esos barcos hacían mover (o batir con mucha energía) esas mandíbulas. De ahí el modismo “mandíbula batiente”. Se vio reírse para las cámaras a muchos de los chefs mediáticos, que atraen gente y que poco cocinan, salvo excepciones. Están más para el show que para trabajar con ollas, sartenes, cuchillos y pelapapas.
Pues bien, suponemos que entre los 78mil asistentes a la Feria Masticar en su edición 2013, había gente entusiasmada con sacarse fotos con los cocineros “estrella”; otros en cambio preferían probar algunos de los 120 platos (los más caros a $ 45); ver productos, comprarlos, y tratar de acercarse a los stands, tarea ímproba a la hora de mayor afluencia de público.
La muestra contó nuevamente con el auspicio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, pero lo que no comprendemos es por qué se sucedieron nuevamente los robos a los automóviles estacionados en la zona de Dorrego. “Zona Liberada” sin dudas, ya que la Federal se desentiende del tema y la Metropolitana brilló por su ausencia. Sino que lo diga un amigo de FDO que vendía sus productos en Masticar, y al salir el último día se encontró con la desagradable sorpresa de que su auto había sido robado. Lo mismo pasó el año pasado, de manera que la imprevisión se repitió en este aspecto.
Lo mejor de Masticar es que le acerca a la gente a comidas y productos de calidad. Lo peor, el show de los cocineros mediáticos, que están sólo para satisfacer el cholulismo de parte del público.
Algunas críticas que escuchamos, es que los platos eran accesibles en su precio, pero con porciones minúsculas, casi una cargada, como los muy vendidos ñoquis de ricota, mollejas y castañas de Tegui (cinco unidades por $ 25, nos contó un cocinero amigo). El plato más elogiado por los asistentes, fue la merluza negra de Máximo López May, chef ejecutivo del Palacio Duhau Park Hyatt Hotel, que se presentó en la muestra como “Master of Food & Wine”. Y el plato más vendido por volumen, fue el ceviche de M Palermo. En promedio, cada asistente probó al menos dos comidas.
Lo que también mereció un éxito rotundo fueron las barras de 878 y Julep, donde más de 8.000 personas pidieron un aperitivo. En total, había 41 puestos de comidas y bebidas, entre ellos el de nuestro amigo Pedro Picciau y su Italpast. En los “Túneles del Vino y la Cerveza”, se vendieron más de 6.000 copas de vino, en tanto que otras 25.000 consumieron cerveza. El Mercado, en tanto, reunió a 60 productores de distintos lugares del país. Lo que más se vendió, en este caso, fueron los fiambres de Tandil y los espárragos orgánicos cordobeses. Se trata de productos artesanales que no se consiguen en la ciudad de Buenos Aires. Y en materia de “dulzuras”, las palmas se las llevó, cuándo no, la siempre vigente Beatriz Chomnalez.
En síntesis, Masticar es una feria para el público gourmet. Su “roncha” llamada “Raíz”, tendrá en Tecnópolis el desafío de superarla, al menos en cantidad de asistentes, algo probable porque la entrada es gratuita. Si no se politiza demasiado, será otra oportunidad de acercar la gastronomía a la gente, lo cual valoramos. Se verá también si el público que concurra es “arriado” por los políticos o si realmente está interesado por la gastronomía. En cualquier caso, la presencia de los profesionales del INTA y de la Facultad de Agronomía de la UBA, resulta toda una garantía.
Dicen que entre los bucaneros, corsarios y piratas existía la costumbre de colocar los huesos del cráneo de las personas que ejecutaban al atracar o robar sus barcos, incluyendo la mandíbula o quijada sobre una mesa. Y sucedía que cuando algo los hacía reír estruendosamente, los capitanes de esos barcos hacían mover (o batir con mucha energía) esas mandíbulas. De ahí el modismo “mandíbula batiente”. Se vio reírse para las cámaras a muchos de los chefs mediáticos, que atraen gente y que poco cocinan, salvo excepciones. Están más para el show que para trabajar con ollas, sartenes, cuchillos y pelapapas.
Pues bien, suponemos que entre los 78mil asistentes a la Feria Masticar en su edición 2013, había gente entusiasmada con sacarse fotos con los cocineros “estrella”; otros en cambio preferían probar algunos de los 120 platos (los más caros a $ 45); ver productos, comprarlos, y tratar de acercarse a los stands, tarea ímproba a la hora de mayor afluencia de público.
La muestra contó nuevamente con el auspicio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, pero lo que no comprendemos es por qué se sucedieron nuevamente los robos a los automóviles estacionados en la zona de Dorrego. “Zona Liberada” sin dudas, ya que la Federal se desentiende del tema y la Metropolitana brilló por su ausencia. Sino que lo diga un amigo de FDO que vendía sus productos en Masticar, y al salir el último día se encontró con la desagradable sorpresa de que su auto había sido robado. Lo mismo pasó el año pasado, de manera que la imprevisión se repitió en este aspecto.
Lo mejor de Masticar es que le acerca a la gente a comidas y productos de calidad. Lo peor, el show de los cocineros mediáticos, que están sólo para satisfacer el cholulismo de parte del público.
Algunas críticas que escuchamos, es que los platos eran accesibles en su precio, pero con porciones minúsculas, casi una cargada, como los muy vendidos ñoquis de ricota, mollejas y castañas de Tegui (cinco unidades por $ 25, nos contó un cocinero amigo). El plato más elogiado por los asistentes, fue la merluza negra de Máximo López May, chef ejecutivo del Palacio Duhau Park Hyatt Hotel, que se presentó en la muestra como “Master of Food & Wine”. Y el plato más vendido por volumen, fue el ceviche de M Palermo. En promedio, cada asistente probó al menos dos comidas.
Lo que también mereció un éxito rotundo fueron las barras de 878 y Julep, donde más de 8.000 personas pidieron un aperitivo. En total, había 41 puestos de comidas y bebidas, entre ellos el de nuestro amigo Pedro Picciau y su Italpast. En los “Túneles del Vino y la Cerveza”, se vendieron más de 6.000 copas de vino, en tanto que otras 25.000 consumieron cerveza. El Mercado, en tanto, reunió a 60 productores de distintos lugares del país. Lo que más se vendió, en este caso, fueron los fiambres de Tandil y los espárragos orgánicos cordobeses. Se trata de productos artesanales que no se consiguen en la ciudad de Buenos Aires. Y en materia de “dulzuras”, las palmas se las llevó, cuándo no, la siempre vigente Beatriz Chomnalez.
En síntesis, Masticar es una feria para el público gourmet. Su “roncha” llamada “Raíz”, tendrá en Tecnópolis el desafío de superarla, al menos en cantidad de asistentes, algo probable porque la entrada es gratuita. Si no se politiza demasiado, será otra oportunidad de acercar la gastronomía a la gente, lo cual valoramos. Se verá también si el público que concurra es “arriado” por los políticos o si realmente está interesado por la gastronomía. En cualquier caso, la presencia de los profesionales del INTA y de la Facultad de Agronomía de la UBA, resulta toda una garantía.