Lo de La Stampa es un claro ejemplo de perseverancia y coherencia, con 26 años de trayectoria con su propuesta de pizzas, pastas y todo lo que puede ofrecer la cucina italiana.
La Stampa fue creada hace más de un cuarto de siglo por Felice Ambrosio, quien llegó al país con su familia proveniente de Napoli, siendo muy chico. El nombre del ristoranti alude al lugar donde se encontraba el primer local (de hecho hasta pocos días continuaba funcionando en La Imprenta, en Las Cañitas). Por obra y gracia de la desidia de las autoridades de turno, otro edificio histórico cae bajo la piqueta y dejará lugar a una torre o algo por el estilo. La modernidad mal entendida, sin dudas. Felice, apuntalado por sus hijos Maxi y Franco, está mudando la casa original a la calle Salguero 2731, donde antes funcionara un Tucson. Mientras tanto, continúa con su sucursal de la Recova de Posadas, que visitamos hace algunos días.
La impronta es netamente italiana, aunque si hay que hablar de regionalismos se observa una preferencia por el sur en general, y lo napolitano en particular. La carta es verdaderamente extensa, pero también hay que estar atento a los platos del día, como nuestro preferido “pasta e fagioli”, ideal para los fríos de la época. La pizza es protagonista, sin dudas, al igual que las pastas en sus numerosas versiones, cada cual más tentadora. En el primer caso, se sirven en cuatro tamaños: individual, pequeña, mediana y grande. Por ejemplo, dos personas pueden pedir una pizza mediana como entrada compartible, o una grande si son cuatro (a diferencia de Italia, donde compartirla es un pecado y motiva que el mozo te mire mal). En este caso, se probó la “Regginella” (diminutivo de reina en la lengua del Dante), que sale con salsa de tomate natural, queso tipo mozzarella, panceta ahumada y berenjenas grilladas. Hay 15 opciones en total, algunas de ellas “blancas”, como la de mozzarella di bufala, ricota, mascarpone y rúcula.
De la mano de Felice Ambrosio, La Stampa se ganó un lugar preponderante entre los ristoranti porteños. Con 26 años de trayectoria se vienen novedades, sin modificar el estilo de cocina auténticamente italiano.
Quienes prefieran obviar las pizzas, tendrán la opción de los antipasti. El que arma el propio chef es el más recomendable, para compartir claro. Un plato tradicional y muy recomendable es la Parmigiana (berenjenas a la parmesana, al horno). También ensaladas especiales, como la “mar y tierra”, con langostinos, rúcula, balsámico, oliva y pimienta negra. Ya se dijo que las pastas son cosa seria en La Stampa. Son tantas las opciones que se hace difícil la elección. Por recomendación de Felice, se probaron unos rigatoni bien “napoletani”, simples con su salsa de tomate natural y queso Grana Padano, más ajo, y fedelini (spaghetti finísimos) alla puttanesca. Pero hay para todos los gustos: paccheri Zaira, con crema de zucchini, mascarpone, langostinos y pimienta negra; spaghetti alla Felice (ganador en 1991 del primer premio en el Festival de Los Angeles, que se prepara con crema de limón, menta, jamón y vodka); lasagna napoletana; pappardelle alla carbonara; fiori di Sorrento rellenos de ricota, jamón cocido y mozzarella di bufala; más los risotti (funghi porcini y crema de tartufo bianco); frutti di mare; Vasco Rossi con verduras grilladas, y al vodka con crema de langostinos.
La carta se completa con carnes, aves y pescados (filetto alla fiorentina; scaloppine alla lombarda; rusticata); pollo al limone; tacchino (pavita) al limone cocinada a la sartén con vino blanco, alcaparras fritas y hierbas); lenguado Positano; brótola alla Pizzaiola; frittura del marinaio. Hay postres clásicos italianos, como el tiramisú, pero también copas muy frescas y digestivas, tal el caso del helado de limón con licor de mandarinas y cascaritas de naranja. La lista de vinos es amplia, pero hay que tener en cuenta a los recomendados de la casa, con algunas perlitas casi desconocidas y a precios muy amigables. Se cobra servicio de mesa.
El Alvear Grill nació el 16 de julio de 2018 para reemplazar nada menos que a La Bourgogne, que apagó sus fuegos tras la cena de la Revolución Francesa, dos días antes y luego de una larga trayectoria en ese lugar. Es uno de los espacios históricos y más elegantes de la gastronomía porteña, ubicado dentro del Alvear Palace Hotel. Hoy el restaurante aparece renovado, a través de la incorporación del chef Leandro Di Mare y de la gerente de AA&BB, Gabriela Troncoso. Su propuesta conlleva una dualidad positiva: las carnes argentinas y una cocina de elaboración puntillosa y creativa.
Pocos días después de su apertura, Kuro Kuma ("Oso Negro" en japonés) aparece poblado de comensales en una fría noche de miércoles. Se trata de uno de los espacios más llamativos de VíaViva, el pasaje debajo del viaducto del tren a Tigre, que nace en la calle Juramento, en la entrada al Barrio Chino. La propuesta es de cocina asiática, garantizada por la sapiencia de Oscar Lin, propietario y chef de Síntesis Tapas Asiáticas, en Palermo. Para quienes prefieren la comodidad de un salón cómodo y climatizado, antes que la comida callejera al paso, sin dudas éste es el lugar a elegir.
En los confines de Villa Urquiza, Bonario es un nuevo pequeño restaurante ubicado en una estratégica esquina del barrio, sobre la Avenida Congreso. Su propuesta -creada por el chef Sebastián Iraola-, se basa primordialmente en la cocina mediterránea, con platos simples, ricos y abundantes. Está abierto todo el día y funciona además como cafetería.