El desafío de comer en Escandinavia

Jueves, 6 de octubre de 2011
Nuestro fanatismo gastronómico local por el Club Danés y el Club Sueco, nos llevó esta vez a la tierra de los vikingos a probar su comida tan particular. Lejos del carísimo y biodinámico Noma, les recomendamos algunos lugares donde la relación precio calidad es mucho más conveniente para los bolsillos argentinos



Primero hay que decir que Escandinavia no es tan costosa como uno podría imaginarse. Segundo, que si bien el mejor restaurante del mundo según la Guía S. Pellegrino es el danés Noma, serías un momo si te dejaras atrapar por la frivolidad. Hay muchos lugares dónde comer en Copenhague, igual de bien y hasta mejor que en Noma, por muchas menos coronas. Y en Suecia pasa algo parecido, donde cerca de Gotemburgo descubrimos un increíble lugar donde sólo ofrecen salmón en múltiples preparaciones. Vayamos por parte entonces. Con mi esposa (jermu diría Cali) tomamos el barquito para hacer una recorrida desde Nyhavn (el Puerto Nuevo danés), por los canales que circundan la fantástica ciudad de Copenhague. La guía en italiano (en español hay muchas menos frecuencias) nos marcó un dato apenas salimos del canal, al que luego volveríamos para comer unos ricos smorrebrod (los sánguches abiertos daneses que siempre pedimos en el Club Danés, de Retiro. La guía, digo, señaló que justo enfrente (en un edificio onda Puerto Madero) funciona Noma, el mejor restaurante del mundo (le faltó decir que esta categorización la hace la poco creíble Guía S. Pellegrino, en la que siempre ganan los moleculares). Me hubiera gustado conocerlo de todos modos, pero tampoco es cuestión de derrochar al menos 200 euros, cuando por idéntica suma podíamos tener varios almuerzos y cenas.

Era Ora

Borrado Noma de nuestro itinerario, nos quedaba pensar en una visita a Era Ora, un clásico de cocina italiana al que ya habíamos concurrido una vez por invitación. Aquí el cubierto cuesta también 100, pero al menos son dólares. En realidad, uno ya venía de Italia de probar la que para mí es la mejor cocina del mundo, por lo cual decidimos rumbear para lo más tradicional de la ciudad. En Era Ora, la familia propietaria te sirve comida hasta que decís “basta”, tal como lo hace nuestro amigo Pedro Picciau en su Italpast de Campana. Regresados a Nyhavn, bastaba sentarse en cualquiera de cada uno de los pequeños restoranes a la vera del canal para comer rico y accesible. En esos locales, es común degustar los smorrebrod, que son algo así como el choripán criollo, la pizza italiana o las tapas españolas. Me deleité con un trío de arenques, con respectivas salsas de mostaza y miel, curry y otra de suave vinagreta. Bastó para un almuerzo, junto con una cerveza de medio litro (Carlsberg Classic) al módico precio de 12 euros traducidos de las coronas danesas.

Para la noche, recordé que alguna vez la fábrica de pulverizadoras Hardy me había convocado en un tradicional restaurante de la ciudad, pegadito al Tivoli (el parque de diversiones más  grande de Europa), llamado Bryggeriet Apollo. Cuando uno ingresa al restaurante observará un canasto en las alturas con zapatos, zapatillas y demás. La costumbre es que para que nadie se vaya sin pagar, hay que dejar nuestro calzado que será subido dentro del canasto, nos proveerán de unas pantuflas estrafalarias y nos devolverán los zapatos a la salida una vez pagada la cuenta. Pedí un clásico de la casa, las spareribs de cerdo, que sirven de 500 ó 750 gramos. Comí las primeras y me costó terminarlas; costaban al cambio 23,42 euros. Lo acompañamos con cerveza, naturalmente, ya que la casa tiene su propia elaboración artesanal, a la vista de los comensales.

Ya en Suecia, una amiga que vive en Gotemburgo nos llevó a un lugar donde sólo se puede comer salmón (con el verdadero color y sabor que no tienen los de criadero que llegan a nuestro país desde Chile). Laxbutiquen se llama (traducido sería “boutique del salmón”). Probamos la degustación de 11 preparaciones diferentes, entre ellas una sopa deliciosa, igual que resultó el salmón ahumado y el gravlax (que los suecos llaman gravadlax). Dos degustaciones de éstas alcanzaron perfectamente para tres personas, con un vino rosado francés y copita de aquavit, total de 50 euros, una bicoca. Como muestra bastan tres botones, no todo es Noma en la tierra de los vikingos. No habremos probado comida hecha con nitrógeno líquido y paco-jet, ni tampoco hierbas biodinámicas, pero sí auténticos platos escandinavos. En el próximo capítulo les contaremos lo que se puede comer en los más cercanos clubes Danés y Sueco.

Nota relacionada: Un almuerzo en Skärgård (Blog The Food Circus)