De Ripley: el caviar más caro, es uruguayoJueves, 13 de septiembre de 2012Sorpresas te da la vida; presos como estamos para importar, a falta de pan buenas son tortas, o en todo caso a falta de caviar ruso o iraní, bueno es el del oriental río Negro. Y aunque no lo crean cuesta 3 lucas verdes el kilo.
Black River es una manera engañosa de frivolizar al río Negro. No el de la Patagonia argentina, sino de un emprendimiento ubicado a menos de 100 kilómetros de Montevideo. Y también, quizá, de justificar el valor del caviar uruguayo que allí se produce con ejemplares de esturión llegados de la vieja Rusia. Antes de seguir, recomendamos releer la nota que publicó Fondo de Olla hace bastante tiempo (“Verdaderos y falsos caviares”). Ahora el tema pasa por la posibilidad de comer caviar en Buenos Aires, en un restaurante, fuera de lo que uno puede traer del free,shop cuando viajás (y ahora con el 15% de recargo, que igual conviene, tanto como que en la Argentina no se consigue). Frente a la imposibilidad de comprar belugas, sevrugas y ossetras auténticos, la alternativa no es otra que la del río Negro (perdón, “Black River”). La primera y única vez que lo probé fue gracias a los amigos de Luigi Bosca, hace algunos meses, con motivo de una presentación de las tantas y tan buenas que organizan los Arizu. Y estaba francamente buenísimo. La pregunta es si vale la pena pagar por este caviar de cabotaje, vecino de la otra orilla, el disparate de 3 lucas el kilo. Y encima, si lo querés comer en un restaurante, sonaste. El único lugar que lo tiene siempre, es La Bourgogne. El Relais & Château de la ciudad debe tenerlo, tan solo por si un loco suelto lo demanda (será uno cada muerte de obispo que esté dispuesto a pagar casi 500 dólares oficiales el plato). Te sirven una latita de 50 gramos, para que veas el origen (tan uruguayo como el chivito), con hielo y algunos appetizers como ostras, algunos blinis, etcétera. La verdad es que si estás dispuesto a pagar más de dos lucas nacionales por un plato como éste, lo vas a disfrutar muchísimo. Hay que tenerla, por supuesto. Lo que sí hay que decir es que antes Jean Paul tenía el original del Mar Negro, que era más fácil de vender. Irónica forma de rendirle homenaje a un alimento que de pobre (lo que comían los pescadores rusos) pasó a ser un manjar sólo apto para millonarios. O en todo caso, para periodistas que son invitados por algún amigo que te quiere agasajar.
Black River es una manera engañosa de frivolizar al río Negro. No el de la Patagonia argentina, sino de un emprendimiento ubicado a menos de 100 kilómetros de Montevideo. Y también, quizá, de justificar el valor del caviar uruguayo que allí se produce con ejemplares de esturión llegados de la vieja Rusia. Antes de seguir, recomendamos releer la nota que publicó Fondo de Olla hace bastante tiempo (“Verdaderos y falsos caviares”). Ahora el tema pasa por la posibilidad de comer caviar en Buenos Aires, en un restaurante, fuera de lo que uno puede traer del free,shop cuando viajás (y ahora con el 15% de recargo, que igual conviene, tanto como que en la Argentina no se consigue). Frente a la imposibilidad de comprar belugas, sevrugas y ossetras auténticos, la alternativa no es otra que la del río Negro (perdón, “Black River”). La primera y única vez que lo probé fue gracias a los amigos de Luigi Bosca, hace algunos meses, con motivo de una presentación de las tantas y tan buenas que organizan los Arizu. Y estaba francamente buenísimo. La pregunta es si vale la pena pagar por este caviar de cabotaje, vecino de la otra orilla, el disparate de 3 lucas el kilo. Y encima, si lo querés comer en un restaurante, sonaste. El único lugar que lo tiene siempre, es La Bourgogne. El Relais & Château de la ciudad debe tenerlo, tan solo por si un loco suelto lo demanda (será uno cada muerte de obispo que esté dispuesto a pagar casi 500 dólares oficiales el plato). Te sirven una latita de 50 gramos, para que veas el origen (tan uruguayo como el chivito), con hielo y algunos appetizers como ostras, algunos blinis, etcétera. La verdad es que si estás dispuesto a pagar más de dos lucas nacionales por un plato como éste, lo vas a disfrutar muchísimo. Hay que tenerla, por supuesto. Lo que sí hay que decir es que antes Jean Paul tenía el original del Mar Negro, que era más fácil de vender. Irónica forma de rendirle homenaje a un alimento que de pobre (lo que comían los pescadores rusos) pasó a ser un manjar sólo apto para millonarios. O en todo caso, para periodistas que son invitados por algún amigo que te quiere agasajar.