En tan solo 25 m2, con 16 cubiertos en su interior y 15 al aire libre, una arquitectura sumamente creativa, iluminación tenue y música tranquila, Casa Seis, de la mano de su creador, Fidel Pérez Ochoa, propone degustar vinos poco convencionales y platos que siguen la misma línea por su creatividad.
Casa Seis - Dirección: Guevara 495, Chacarita. Horarios: martes a domingos de 18:00 a 01:00. Precio: $$$. Reservas: casaseisba.meitre.com IG: @casaseisba
Si algo le sobra a Fidel Pérez Ochoa, un colombiano radicado hace mucho tiempo entre nosotros, es creatividad. En su otro emprendimiento, llamado Bierhof (@bierhofba) hizo algo que no se le había ocurrido a nadie. En efecto, si no tenés espacio al aire libre porque vivís en un departamento, él te alquila la parrilla de su espacio en Palermo, a un precio casi absurdo y encima podés llevar la carne, pero con la condición de que la bebida y lo demás hay que comprarlo en el lugar.
En octubre de 2023, abrió Casa Seis, un pequeño wine bar y restaurante ubicado en el barrio porteño de Chacarita. La selección de vinos la hizo la sommelier Florencia Turdera y, sobre esa base, Fidel le pidió al chef Julián Galende que le armara una carta breve y de platos pequeños. De manera que eso de que lo bueno viene frasco chico, le cabe perfectamente a Casa Seis.
El nombre que eligió para el local hace referencia a su infancia, cuando vivía con su familia en un barrio típico de Colombia, en la Manzana Cinco, Casa Seis.
El diseño del local estuvo a cargo del arquitecto Marcos Popp, quien desplegó todo su ingenio para aprovechar el diminuto espacio, como por ejemplo una esquina curva, baños unisex con puertas que no ocupan espacio y un lavamanos detrás de una columna.
Sobre la vereda, hay mesitas azules de metal y, en la galería, una barra para dos personas junto a una instalación de arte con una botella de vino y una foto de un viñedo mendocino. Una gran puerta, hecha completamente de vidrio, les da la bienvenida a los comensales al minúsculo espacio interior, donde están dispuestas una serie de barras de microcemento de color azul petróleo.
Las paredes están pintadas de gris y tienen estantes con vinos que van desde el piso hasta el techo, iluminados por luces led que acompañan el concepto inspirado en las barras de tapas de Madrid y otras ciudades españolas.
También cuentan con una mesa para seis personas, ideal para grupos de amigos o parejas que quieran compartir un momento. Al tratarse de un lugar muy pequeño, cada objeto está pensado para ocupar solo el volumen necesario, de modo que todo el mundo pueda estar cómodo y a gusto.
De la mano de la sommelier Florencia Turdera, la extensa carta de vinos presenta ejemplares de distintas latitudes de nuestro país, ubicados según sus características: con burbujas, blancos ligeros, blancos con cuerpo, naranjos, rosados, tintos ligeros, tintos con cuerpo medio, tintos con cuerpo y dulces tardíos. Información suficiente como para que el cliente tenga cierto conocimiento, aunque sin volarle la cabeza con descripciones innecesarias.
El menú es acotado, pues solo hay cinco "platitos" para compartir, tres platos y dos postres. Dejamos a decisión de Fidel la elección, de manera de tener una idea acabada de lo que representa la propuesta pensada para acompañar a los vinos.
Probamos la ricota quemada con hierbas, acompañada con un chutney de tomates, berenjena y garrapiñada de almendras; el pan naam a la plancha, con cebolla de verdeo y miel especiada por encima, y el mbejú (típica preparación guaraní) con palta quemada, pickle de cebolla morada, cilantro y mayonesa de cúrcuma y lima.
Las otras entradas son las zanahorias confitadas, y el brochette de pollo al escabeche, emulsión de shiitakes y hierbas frescas.
De los "platos", no podía faltar el asado de cocción larga, braseado durante cuatro horas y servido con una emulsión de salsa criolla y ensalada de repollo colorado. Una manera diferente de presentar a la carne argentina, nuestro producto emblema en la mesa.
Las restantes opciones son las gírgolas grilladas con calabaza asada y puerros confitados, y las láminas de pasta con gírgolas y shiitakes en salsa de ajo quemado.
Para el momento del postre, vale la pena probar el "Casa Seis", inspirado en los desayunos que les hacía el padre a Fidel y sus hermanos cuando eran niños. Lleva un bizcocho de coco, mousse de café, espuma de leche con jengibre, salsa de chocolate y avellanas tostadas. El otro es una mousse de chocolate amargo.
Los vinos que se probaron fueron los siguientes: Entrometido Finca Primera Torrontés - Ugni Blanc (naranjo); Punto Final Sauvignon Blanc; Numerología; 35. Cinco Rosado (Valle de Calingasta, San Juan); Correntoso Pinot Noir 2024 y Obra Prima Reserva Cabernet Sauvignon 2020 (Familia Cassone)
La propuesta se complementa con cócteles clásicos, mocktails (de cítricos, frutos rojos o de mango y lima), cerveza, agua y gaseosas. Pero aquí la "estrella" es indudablemente el vino.
Siempre es mejor la calidad que la cantidad, porque lo bueno viene en frasco chico. Pero aquí te aseguramos que te vas a ir pipón y con el bolsillo más que contento.
"Capricho, deseo vehemente, ilusión". Así define la Real Academia Española a la palabra "berretín". Y esas tres cosas son las que llevaron a un holandés a abrir un restaurante a su propio gusto y piacere. Para ello se afincó hace un tiempo entre nosotros porque, como nos dijo, "Buenos Aires es como estar en Europa, pero lejos de todo". Se llama Nicolás Houweling y, junto a su hermana Bente (que estará a cargo del café de la planta baja de próxima apertura), abrió "Presencia", un restaurante en el que quiere también omitir todo lo que le parece inapropiado cuando uno sale a comer afuera. Para ello, convocó al chef Rodrigo Da Costa, de último paso por "Le Réve". Nuestra visita coincidió con el fin de la marcha blanca y comienzo del servicio al público. Impecable todo.
La chef ejecutiva de Casa Cavia, Julieta Caruso, renovó el menú de mediodía con una propuesta que permite pedir a la carta o bien elegir entre menús de pasos. A ello, se suma la coctelería creativa de la bartender Flavia Arroyo y una selección notable de vinos a cargo de Delvis Huck. La dirección general es de Guadalupe García Mosqueda.
Un bistró que le hace honor a la cocina más refinada del planeta. Le Rêve ("el sueño", en francés), nos transporta a la magia parisina en una esquina de Buenos Aires. La propuesta del joven chef Ramiro Hernández exhibe un técnica perfecta, elegancia y personalidad. La coctelería del "Tiger" es otro fuerte del lugar. Y su ambiente, nos agasaja con música sin estridencias, como debe ser en un restaurante, a lo que se suma un servicio impecable comandado por Darío Núñez. Lujos que nos podemos dar en una ciudad que, en materia de gastronomía, lo tiene todo.