UN RESTÓ BAR DE ALTO IMPACTO

Donde todo está puesto a "Punto" por "Mona"

Miércoles, 18 de diciembre de 2024

Punto Mona es un lugar sui generis, en el que se conjugan la mejor coctelería, una cocina de alto nivel, su ambientación impactante y un servicio eficaz. Un gran logro de Mona Gallosi, verdadera primus inter pares de la coctelería argentina.

Punto Mona - Dirección: Fraga 93, Chacarita. Horarios: miércoles y jueves, de 18:00 a 02:00 AM; viernes y sábados, de 19:00 a 03:00 AM. IG: @puntomona.bar

Ya desde hace tiempo venimos diciendo en Fondo de Olla © que, afortunadamente, hay bares en la ciudad que se animaron a romper los esquemas que determinaban que, en este tipo de lugares, no se podía comer bien. Que la comida solo estaba para acompañar y no mucho más que eso.

Mona Gallosi.

Por cierto, que aún siguen existiendo estos sitios desechables, que no pasan de una pobre hamburguesa y las papas con falso cheddar. Pero hoy, existen restós bares que ofrecen propuestas que se complementan como un círculo virtuoso.

Uno de esos casos paradigmáticos es Punto Mona, impactante lugar situado en una ex fábrica de envasados reciclada y remodelada por el arquitecto Ricardo Gilardi en Chacarita. Allí Mona Gallosi, rionegrina de Cipolletti y una de las mejores -sino la mejor- bartender de nuestro país, se había instalado con Puente G en 2019.

En ese momento, el espacio era utilizado para eventos, en algunos de los cuales tuvimos la suerte de participar. Pero ahora, ese enorme espacio aparece totalmente reconvertido y con una ambientación de fuerte impacto, que estuvo diseñada por el escenógrafo Gonzalo Córdoba junto a la dueña de casa.

Al ingresar hay una pequeña barra en la que todos los visitantes son invitados con un trago de bienvenida. Luego un sector al aire libre, que resulta ideal para esta temporada en la que el clima va a acompañar; luego otro espacio cubierto y, finalmente, el salón principal que nos invita a traspasar un cortinado y observar a la izquierda la imponente barra. Hay cómodas mesas y sillas, así como alternativas de de sillones y mesas bajas, tipo living.

El lugar continúa siendo utilizado para eventos de hasta 280 personas, que les permite ofrecer un open bar con menús especiales. 

Pero, ahora, también se puede comer como en cualquier restaurante de alto nivel. Si bien el protagonismo lo tiene, como es de rigor, la creativa coctelería de Mona Gallosi, la cocina tiene su lugar no solo para acompañar, sino también para conformar una propuesta de alto vuelo.

Si uno llega temprano, la música con DJ en vivo, suena a un volumen más bajo pero, a medida que pasan las horas, va ganando en intensidad. La iluminación es tenue, aunque no tanto como para no ver lo que uno consume.

Por último, hablamos del servicio, todo un tema conflictivo en la gastronomía de nuestra ciudad. Sin embargo, lo que notamos es que los camareros están siempre atentos. Cada uno realiza su tarea, como debería ser siempre y a veces no lo es. Al revés que lo habitual, aquí no vemos al personal hablando por el celular o cuchicheando, mientras los comensales se la pasan haciendo señas para que los atiendan.

En lo personal, tuvimos la fortuna de que nos atendiera personalmente la encargada, Vicky Cappiello. Dejamos en sus manos la difícil elección de la comanda.

D' ici á lá, un cóctel poderoso.

La carta propone "platitos" (ideales para pedirlos según el sistema "family style" (aunque no nos guste compartir de los sabrosos que son), "platos" más abundantes, sándwiches elaborados y postres creativos.

Para comenzar, se optó por recomendación del bartender por un cóctel que se sirve en botellita. Se llama "Khorasan" y lleva Pisco Barsol, pomelo rojo, frambuesa y un chili que va aportando picor a medida que uno lo bebe.

El primer platito que llegó a la mesa fue la burrata, que sale con berenjenas, tomates secos, aceitunas negras, albahaca y almendras. Y las empanadas de langostinos, fritas, jugosísimas, elaboradas con leche de coco, jengibre y jalapeño, y acompañadas por una salsita llajua para potenciar el sabor.

Carozo sin temporada.

A esta altura, ya necesitábamos cambiar de cóctel, momento en que nos hicieron probar el que a priori más nos llamaba la atención. Se trata del denominado "d' ici ‘a lá", una súper poderosa combinación de Campari, Calvados, Hennessy V.S., Cinzano Blanco, Chartreuse, almendras y lemon grass.

Casi en simultáneo llegaban los gnudi de ricota, una pasta que le compite a los ñoquis por su formato, que aquí están servidos con crema de hongos y el siempre aromático aceite de trufa.

Obviamente que ya estaba decidido continuar toda la noche con la coctelería, por lo que esta vez el barman nos trajo a la mesa el "Carozo sin temporada", una combinación de vodka, triple sec, frambuesa, ciruela, lima y naranja, muy refrescante.

Croquetas de ossobuco.

El último platito de la noche fueron las croquetas de ossobuco, al estilo español con bechamel, más romesco, pickles de cebolla, menta y cilantro.

También fue el momento del cóctel final, en este caso "Uvas", preparado con El Esteco Old Vines Torrontés, Pisco Barsol, verjus (o agraz), jazmín y pimienta rosa.

Si bien hay una tentadora lista de postres, muy originales algunos de ellos como "Chocolate y caramelo" (crocante de cacao, chocolate amargo, helado y caramelo salado), o "Dulce de leche y sabayón" (pastel tres leches de dulce de leche, semifrío de sabayón, nueces caramelizadas y sal cítrica),  optamos por una "salida" a la francesa.

Gnudi de ricota.

Es la opción que se puede encontrar entre los "platitos", es decir los quesos artesanales Ventimiglia (elaborados por Mauricio Couly en Cipolletti, ciudad de origen de Mona Gallosi). La tabla trae variedades como cendré del valle, camembert, rumel y feta de cabra, con higos, almendras y pan de masa madre.

Claro está que quedaron muchas otras opciones para probar, como el tataki de atún rojo; chipa relleno de gírgolas, champiñones, manteca y togarashi; risotto de zucchini; tiradito de remolacha y tacos de gírgolas. En la sección de sándwiches, están el de entraña en baguette con provoleta y mostaza ahumada, y de pollo frito en pan de papa, alioli, pickles de pepino y lechuga.

Chocolate y caramelo.

Para quien tenga que manejar esa noche, la opción son los mocktails como limonada, piñada y détox. Si vas en taxi o aplicación, siempre tientan los cocktails de autor y clásicos, además de una  carta de vinos muy bien diseñada por María Mendizábal.

Punto Mona te permite vivir una experiencia sensorial diferente, de alto vuelo en todos sus aspectos. A veces uno va con pocas o altas expectativas a un lugar. Aquí, a priori uno sabe con certeza que se va a encontrar con una de las mejores coctelerías de la ciudad. No obstante, nos llevamos una grata sorpresa por el nivel general de la propuesta, así como por su excelente relación precio calidad.

Sin dudas que Punto Mona nos invita a volver. Quedó mucho por probar y disfrutar. Lo haremos lo más pronto posible.

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