Mucho más que un bar

Trade Sky Bar: cada vez más arriba

Martes, 21 de marzo de 2023

A principios de 2019 irrumpió en el Edificio Comega un lugar gastronómico absolutamente sui generis: Trade Sky Bar. Sus creadores, al igual que lo habían hecho con Uptown, sorprendieron con una propuesta basada en su curiosa ambientación, en la coctelería y también en la calidad de su cocina. Inadmisible, como su hermano mayor, que los dos estén ausentes en la lista de los 50 mejores bares del mundo.

Trade Sky Bar - Avenida Corrientes 222, piso 19, Microcentro. Teléfono: no se informa. Abierto todos los días desde las 18.00 (viernes y sábados hasta las 2 AM, el resto hasta la 1 AM). Precio: $$$$. Web: tradeskybar.com -Instagram: @trade.skybar

Hubo un tiempo en el que los bares con pretensiones y speakeasies porteños eran solo coctelería y poco y nada de comida. Estábamos hartos de las hamburguesas "fotocopia", las papas fritas con falso cheddar y otras porquerías del genere, como dicen en Italia.

Pero las cosas comenzaron a cambiar cuando los creadores de Uptown decidieron contratar a un chef consagrado como Dante Liporace, para jerarquizar la pata gastronómica de su speakeasy de Palermo.

Cuando en 2019 sorprendieron con un nuevo y curioso emprendimiento en las alturas del Edificio Comega, en la bajada de la Avenida Corrientes entre 25 de Mayo y Alem, se notó que estaban redoblando la apuesta.

Trade Sky Bar cuenta con tres niveles: el salón con imponente barra y vista ídem en el piso 19; otro sector algo más íntimo en el piso superior y, por último, la terraza que, en los días en que el clima acompaña, se transforma en el sitio más requerido del complejo.

En efecto, Pablo Fernández, Andrés Rolando y Hernán Rosales armaron esta rara avis que conjuga tres soportes fundamentales del negocio: cocina, ambientación y servicio (muy eficiente y simpática resultó nuestra ocasional camarera de origen siberiano). 

Es evidente que Buenos Aires no para de dar sorpresas en cuanto a la nacionalidad de sus trabajadores gastronómicos. 

Va de suyo que, en este caso, por tratarse de uno de los mejores bares de la ciudad, la cuarta pata está dada por la coctelería, tanto la de autor como la clásica. Se pidió en este caso, el Sidecar (cognac Hennessy VS, limón y Cointreau).

Ya dijimos que la cocina cuenta con el asesoramiento de Dante Liporace, en tanto que el chef de la casa es Nicolás Mendoza, quien trabajó con él en Tarquino y en la Casa Rosada. Como souschef se desempeña Luciano Barboza.

La noche de domingo nos encontró con sus tres ambientes colmados. Y, como para hacer más inolvidable la velada, luego del menú degustación que nos eligió el chef, terminamos en la terraza donde la brisa del río atenuaba sobremanera la canícula que los porteños veníamos soportando desde hacía varios días.

La serie de entradas que se probaron (en tamaño degustación) comenzó con un clásico ceviche con maíz de cancha, boniato y leche de tigre. A continuación, se sucedieron la straciatella con jamón crudo de San Juan (sorprende por su calidad) y trufa; molleja con crema de maíz, queso de cabra, albahaca, lima y manzana; para coronarla con el tiernísimo pulpo acompañado de papa rosti, aligot negro, yema curada y kimchi.

Un capítulo aparte es el sushi, muy pedido por los clientes, que se ofrece en tablas de 20 piezas. Sin dudas, que también en este aspecto no se trata de cumplir como pasa en la mayoría de los establecimientos de este tipo, sino que hay una marcada calidad en su preparación. Lo disfrutamos mucho.

La "resistencia" iba mermando, por lo cual se probaron únicamente dos de los platos principales de la carta. 

Uno de ellos fue la entraña, que salió en su punto jugoso (no lo pedimos así porque era algo que se descartaba), con un acompañamiento no tan ortodoxo: spaghetti alla carbonara con pesto de palta. 

Un plato muy recomendable porque conjuga dos pasiones argentinas: la carne y uno de sus cortes más elegidos por el público local, y la infaltable pasta que nos legaron nuestros abuelos italianos.

Finalmente,  salmón en mojo genovés (el pescado en su punto exacto, vuelta y vuelta), más quinua negra con salsa de algas y ralladura de limón.

Ya no quedaba lugar para una de nuestras preferencias en la cocina de Dante Liporace: el risotto. En Trade, sale con langostinos salteados y puré de limón. Ingresando en la web del restaurante, se pueden leer los otros platos que forman parte de la carta en vigencia.

Para el postre, nos invitaron a subir a la terraza, donde se probó la pera con emulsión de cajú, garrapiñada y agua de frutilla. Lamentablemente, no había capacidad para otros dos postres que nos tentaban sobremanera: volcán de dulce de leche con helado de Balcarce (en especial por este acompañamiento, en cuanto a gusto personal se refiere); y el lingote de chocolate amargo con helado de yerba mate, bizcocho de avellanas, salsa de yogur y chocolate blanco.

Lo que puede agregarse es que, según nuestra experiencia, entendemos que este lugar está hoy a la vanguardia en el rubro de bares de alto nivel considerando la calidad de su cocina.

Claramente, a Trade uno no va solo a beber un cóctel y sentarse en la terraza para observar las estrellas. Se va a comer con todas las letras, y eso es algo digno de imitar.


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