BERNA BY JAKUB

Cocina eslovaca en Colegiales

Miércoles, 15 de febrero de 2023

Berna es el restaurante ubicado en el barrio de Colegiales que lleva el nombre de la capital suiza, aunque su propuesta de cocina es más bien centroeuropea y con epicentro en Eslovaquia. Su chef, Jakub Šanko, tiene 32 años y llegó al país en 2016. Aquí se hizo conocido al participar del reality "El Gran Premio de la Cocina", donde fue finalista. Comenzó con un espacio "a puertas cerradas" en Villa del Parque, hasta que con su pareja Mariano Ruiz, argentino, encontraron una cervecería llamada Berna Brothers Co, que luego pasó a ser Berna by Jakub. Casi de casualidad, Fondo de Olla © lo descubrió hace unos pocos días y les contamos la experiencia.

Berna by Jakub - Zapiola 1502 esquina Virrey Avilés, Colegiales. Teléfono: 011 4004 5708. Abierto todos los días, de 8.00 a 0.30. Precio: $$$. Instagram: @bernabykakub / iacub.cocinaconvos.com

Estaba en el barrio y lo desconocíamos. Quizá porque uno lo asociaba con otro tipo de propuesta. Allí mismo funcionó, durante algún tiempo, el Museo de los Beatles, que tiene su sede principal en el Paseo La Plaza. Un hermoso local donde la calle Zapiola hace esquina con Virrey Avilés, a una cuadra de la Avenida Elcano.

La noche de jueves, muy calurosa, invitaba a salir a comer lo más relajado posible. La idea primigenia era La Sorellina, el nuevo y pequeño local de las hermanas Victoria y Carola Santoro, dueñas de Ti Amo, en Adrogué, elegida para integrar la Guía 50 Top Pizza, de Italia.

Fuimos precavidos con la hora, pero ni así. Imposible conseguir lugar. Seguiremos intentando probar esas pizzas que trascienden desde hace rato la Zona Sur. 

De manera que emprendimos la vuelta, pensando quizás en conformarnos con alguna de las numerosas y por lo general mediocres propuestas del barrio.

Ahí fue que nos topamos con Berna. Marina conocía el lugar por haber ido a tomar el té y comer algunas de las propuestas de pastelería europea de la casa. Y pensaba que el chef era francés, por su tonada extranjera.

Menuda sorpresa. Porque al echar un vistazo en la carta, comprobamos que todo era diferente a lo que suponíamos. Va de suyo que, de los cuatro principales capítulos del menú, el que más nos llamó la atención es el que decía "Cocina Eslovaca". Los otros eran "Entradas", "Ensaladas" y "Platos de Autor". También la "Pastelería" daba la sensación de ser otro punto fuerte del lugar.

Y también, a simple vista, no dejamos de sorprendernos por segunda vez, en este caso por los precios. Muy accesibles y razonables.

Al leer una de las páginas de la carta, también era posible enterarse de los antecedentes del chef y su historia de vida. 

Nació en Velque Rovne, un pueblito de apenas 4.000 habitantes ubicado en las montañas del noroeste de Eslovaquia.

Trabajó más de una década en la República Checa en su capital Praga, y en Žilina en la región de Bohemia. Al conocer a nuestro compatriota Mariano, surgió la idea de venir a la Argentina, en busca de un ámbito más amigable para él y su pareja.

Luego de experimentar con un lugar de "puertas cerradas" en Villa del Parque, donde ofrecía un menú de 8 pasos, surgió la oportunidad de comprar la cervecería de Colegiales. Pero el barrio está repleto de ese tipo de ofertas que, en general, son bastante mediocres en cuanto a gastronomía se refiere. Por tanto, si bien los nuevos dueños respetaron el nombre original "Berna", le agregaron el aditamento "by Jakub", para darle identidad a la cocina.

Páprikas, pollo y ñoquis eslovacos. 

Ya dijimos que lo primero que notamos de la carta, fue el capítulo de "Cocina Eslovaca". Y aquí es donde entró la duda, porque a priori muchos de los platos tenían la condición de demasiado calóricos, sobre todo para una noche de más de 34 grados y sin brisa que nos permitiera aliviar la canícula.

La disyuntiva era entonces si dar curso a ese mito urbano que dice que con temperaturas elevadas hay que comer únicamente ensaladas y platos fríos, o por el contrario hacer caso omiso porque las especialidades eslovacas resultaban muy tentadoras.

Mientras pensábamos qué opción elegir, la entrada recayó en la "tortilla de Berna", de estilo tradicional, pero con el agregado de queso brie y hojas verdes por encima, pistachos y cáscaras de mandarina. Muy buena opción, para compartir.

Costó la decisión, por cuanto había otras alternativas muy tentadoras: empanadas de cordero con limón asado y salsa criolla de pera; provoleta de queso halloumi; y tartar de salmón servido con pan crocante.

Mientras nuestra acompañante eligió la ensalada, una exuberante combinación de pollo y vegetales variados; nosotros seguíamos dudando sobre la decisión final: qué plato eslovaco pedir.

Es que estaban el gulás tradicional eslovaco con halusky (ñoquis eslovacos), que el chef prepara con bola de lomo y que, a diferencia de los spaetzels húngaros, llevan papa rallada; jeleny gulás (de carne de ciervo cocida ocho horas, con salsa de frutos rojos); pirohi (empanaditas hervidas rellenas de papa, quesos y verdeo, queso Bryndza y panceta crocante); y los ya mencionados Halusky, el plato nacional de Eslovaquia, a base de "halusky" o ñoquis eslovacos hechos a mano con salsa de queso, que recrea sabores del Bryndza, queso fermentado de oveja), servido también con panceta grillada.

Pero finalmente elegimos páprikas, consistente en trozos de pollo con páprika y crema, servidos asimismo con halusky. Al decir de nuestro camarero, el plato de la casa "que más me gusta". Y parece que razón no le faltaba. Calor, no te tenemos miedo.

Habrá que pensar en la próxima visita sin omitir "Los platos de autor": bife de lomo sous vide; cazuela de langostinos con jalapeños fritos sobre arroz de jazmín; filet de salmón sobre quinua negra; pollo grillé con linguine a la lima; pastel de cordero; lasaña negra, y risotto de cacao con arroz arbóreo, queso parmesano y chocolate amargo (demora 35 minutos).

Hay además dos postres: tiramisú con vainillas caseras, almíbar de café de ristretto Illy, licor de almendras, crema de yemas de huevo y queso mascarpone; y crème brûlée de crema de azafrán, dulce de leche, corazón de frutos rojos y caramelo.

Berna cuenta con un elegante salón con mesitas, un living y otro espacio algo más discreto, además de la vereda sobre ambas calles ya citadas.

Está abierto todo el día, con gran cantidad de promociones de desayuno y merienda, excelente pastelería europea y, café Illy.

Por el lado de los vinos, hay exclusividad de vinos de la Bodega Salentein. También cócteles y solo cerveza Corona el día de nuestra visita   

Un descubrimiento inesperado, para demostrar que a veces las apariencias engañan. No era una cervecería más, sino un restaurante hecho y derecho, que ofrece especialidades centroeuropeas poco conocidas por aquí  y, por si esto fuera poco, una relación precio calidad inobjetable.

El costo total alcanzó a $ 7.550 e incluyó una entrada, dos principales, una copa de vino Killka, una botella de agua sin gas y otra con gas. No cobraron servicio de mesa.

Fotos: propias y extraídas de las redes del restaurante. 

Más de Restaurantes
Così mi Piace, así me gusta, así nos gusta
Restaurantes

Così mi Piace, así me gusta, así nos gusta

Hay pizzas y pizzas. Buenos Aires ofrece hoy diversas versiones que nos sorprenden a veces por la escasa o nula difusión que han tenido entre nosotros. Uno de esos casos es el de la variedad romana, finita, seca, crujiente y con ingredientes de calidad, algunos de ellos italianos. Es la que ofrece Così mi Piace, junto a varias opciones de pasta al dente.
Un speakeasy de carnes en Recoleta
Restaurantes

Un speakeasy de carnes en Recoleta

Casi como si se tratara de un speakeasy, Rufino se descubre en el subsuelo del hotel boutique Mío Buenos Aires, de Recoleta. El restaurante se inauguró a mediados del 2018 y, por suerte, han logrado superar la pandemia que les pegó doble (ya que no disponen de espacios al aire libre excepto un diminuto patio al fondo del salón. El leit motiv es la carne argentina, llevada aquí a niveles de calidad y sofisticación bien entendida, que potencian la propuesta.
L'Atelier vuela alto
Restaurantes

L'Atelier vuela alto

El caso de la cocina francesa en Buenos Aires es digno de estudio. No contamos con demasiados exponentes de calidad, siempre ha tenido una mala e injusta fama de ser muy costosa y, para colmo de males, sufrió un vacío importante con el cierre de La Bourgogne. Por suerte nos quedan los bistrós y, entre ellos, sin dudas que L'Atelier va a la vanguardia por su excelente relación precio calidad. Un lujo que podemos darnos, para comer como si estuviéramos en París o cualquier otra ciudad de Francia. Un gran trabajo de Verónica Morello y Charly Forbes.