MONDONGO Y COLIFLOR

Dos "feos" que se quieren

Viernes, 23 de diciembre de 2022

Mondongo y Coliflor, según mi amigo @cabito, es la historia de amor de dos feos que se encuentran y es tan fuerte su empatía que el amor explota. Son Cabito Massa Alcántara y Quique Yafuso (que acaba de mudar su Restaurante Kaiku hace pocos días), que decidieron poner en valor la "fealdad" con el mondongo y su textura de librillo, y los aromas tan apetitosos como nauseabundos (durante la cocción) de la coliflor.

Mondongo y Coliflor - Dirección: Avenida Del Barco Centenera 1698, Parque Chacabuco. Teléfono: 11 4837 0747. Abierto de martes a domingos de de 8.00 a 16.00. Precio: $$.

Hablando con Cabito Massa Alcántara me contaba que a él y a Quique Yafuso, los dos responsables del proyecto, les gustaba la idea de poner en valor la fealdad como concepto y que entonces pensaron en la coliflor con sus aromas tan apetitosos como nauseabundos, y en el mondongo con su textura del librillo, sus entrelazados proteicos tipo panal de abejas y sus sabores profundos.

Línea que nos hace acordar al malditismo francés, que rompe con el post romanticismo siendo así vanguardia de lo que vino después: un movimiento artístico más humano en la valoración del aparente defecto y que fuera vanguardia de cuestiones grandilocuentes del Siglo XX como la psicología o la filosofía moderna de Marcuse o Jean Paul Sartre.

Lo cierto es que se trata de un boliche encantador en la esquina de Avenida Centenera y Saraza, Parque Chacabuco. En la cocina, está Martín Gómez Maciel, quien fuera mano derecha de Alejandro Feraud durante años en Alo's.

Cocina de bodegón es lo que buscan tanto Martín como Cabito. Y hay una voluntad de trabajar con los clientes del barrio. En el local, históricamente funcionó durante décadas un restaurante de barrio que cerró durante la pandemia, con lo cual las expectativas de los "locales" eran altas: pasaban todos los conspicuos miembros de la sociedad barrial, tales como el dueño del kiosco de diarios y el cerrajero a preguntar cuando se abría.

Seguramente, lo que va a ocurrir es que el barrio va a ir al mediodía, y a la noche -cuando abran en breve- el lugar estará copado por palermitanos, aunque también funebreros y bohemios.

Será inevitable ya que Cabo es una persona de los medios, y Martín una garantía como cocinero y hace años que está con la cabeza puesta en los bodegones y un compromiso profundo con dar de comer bien. Es un cocinero que se dedica más a cocinar que a la fotografía.

Personalmente, la comida me encantó toda, aunque era el segundo día desde la apertura y, como siempre digo, los restaurantes necesitan tiempo para afianzar propuesta y equipo, así que probablemente el menú tendrá alguna que otra modificación en el corto plazo.

La carta es bien clásica de bodegón, como si la norma interna fuera: logremos excelencia en los clásicos y luego habrá tiempo para innovaciones.

Siempre hay un plato del día a un precio más que razonable, y pensado para el trabajador que almuerza allí cada día.

Nos gustó mucho la merluza romana, el paté de conejo (top), los calamares, las empanadas (probamos la de mondongo fritas, aunque hay también al horno y son mi segundo top).

Otras opciones de carta son los buñuelos de acelga; portobellos; provoleta, ensaladilla rusa (al estilo español, pero sin atún) y, en los principales, también clásicos como milanesas, parrilla, tortilla, sobresalientes papas fritas y coliflor al horno.

Ventajas más allá de la comida: sala limpia, barrio bien tranquilo de casas bajas y lugar para estacionar.

Va muy bien la cosa. Yo volvería pronto (de hecho, lo haré), para probar más cosas de carta porque me gustó mucho. El precio imbatible. Muy barato.

Le pongo a Escoffier muy sonriente, como calificación.

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