Tuvo una Corazonada

Una vez hubo un cóctel en la casa del primer consejero de la Embajada de la India. No conocíamos a nadie, salvo al diplomático que nos había invitado. De repente vimos que estaba Paula Méndez Carreras, acompañada de Santiago, su actual esposo, de manera que charlamos animadamente toda la velada.

Allí fue que comenzamos a seguir la carrera de Paula con mayor interés aún. Y luego, inesperadamente, nos enteramos de que había dado un golpe de timón, al decidir su mudanza a San Antonio de Areco, detrás de una idea loca: cultivar flores comestibles.

Paula es una de esas personas especiales, dueñas de un encanto particular, sencilla, modesta y que no expresa más que lo necesario, por lo que su talento para la cocina se esconde en el bajo perfil.

Vale un reconocimiento para la Bodega Catena Zapata, que nos alentó a los periodistas a viajar hasta San Antonio de Areco, para conocer el nuevo emprendimiento de la chef: Corazonada.

Creer o reventar. Un día, poco después de haber adquirido la propiedad en la que comienza a funcionar el restaurante, Paula encontró en la corteza de la higuera una figura de corazón. Una señal que marcará el derrotero de este lugar tan cálido y receptivo.

Funciona en una casona típica de los pueblos del interior del país, en este caso construida en 1880 con ladrillos asentados en barro, un frente de estilo neoitaliano, techos altos de chapa y tejuela, el aljibe que no podía faltar y un fondo con jardín donde antes había una huerta y gallinero (hoy la huerta Paula la tiene en un campo cercano).

"Cuando abran la puerta y estén en el zaguán, quiero que se respire esa sensación de casa de pueblo, verán a lo lejos la cúpula de la Iglesia de San Patricio...", afirma la chef.

Y también "verán el árbol del medio, una magnolia Red Holland lilliflora, que cuido con mucho amor, y detrás la famosa higuera" (esa misma donde Paula halló una corteza con forma de corazón).

Nuestra visita comenzó con un encuentro en el campo donde está la huerta que provee de vegetales al restaurante. 

Desde ahí fuimos a la vieja casona de la higuera y la magnolia, y aquí nos detenemos en un párrafo extraído de un texto de Ricardo Guiraldes, titulado "Mi Hospitalidad".

Dice así: "Se hospitalario. Cuando el forastero, harto de camino, ponga en tu población su mirada como un cuerpo sobre los pellones del recado tendido en el campo, espéralo más allá del umbral de tu casa chata y fresca, y ofrécele tu mano como un pregusto de abrigo". Es lo que ocurre cuando uno traspone el umbral de Corazonada.

Tras un paso por la huerta y la degustación de algunos appetizers, tuvo lugar la cena por pasos compuesta de la siguiente manera:

Primer paso: velouté de puerros, crema cítrica y brotes de topinambur, con Saint Felicien Rosé. 

Segundo paso: langostinos mi-cuit, tartare de la huerta, caldo especiado de cardamomo y menta. Saint Felicien Pinot Noir.

Tercer paso: fazzolettini de borraja y hierbas silvestres, crema de trufa y picada de avellanas y flores de borraja. Saint Felicien Cabernet Sauvignon. 

Cuarto paso: Higos dorados, sableuse, mascarpone y su granita perfumada a la rosa, pétalos de rosas cristalizados. Saint Felicien Semillón Doux. 

Y cierre con "Agua Romántica" de rosas para un cierre notable.

Corazonada abrirá solo para eventos y algunos días de la semana. Consultar (y reservar) en: www.corazonada.com.ar y/o @paulamendezcarreras