Editorial

Por la plata baila el mono

Miércoles, 24 de febrero de 2021

MasterChef Celebrities 2 nos enseña dos cosas. La primera es que la cocina despierta un gran interés en los espectadores; la segunda, desgraciadamente, es que por la plata baila el mono. Ya no importa hacer el ridículo, dejar que te humillen y rifar tu prestigio (si es que lo tenías).

Para la Real Academia Española, "celebridad" es una persona famosa, o bien significa "fama, renombre o aplauso que tiene alguien o algo". Y por célebre, dice que es alguien "conocido y admirado por su excelencia", aunque nos quedamos con una segunda acepción: "que llama la atención por ser muy singular y extravagante".

Esto último podría aplicarse perfectamente a un personaje como Alexander Caniggia (famoso por ser hijo de Claudio Paul y extravagante por sus tatuajes y su personalidad). Tal vez lo mismo se podría aplicar a dos exdeportistas y "locos" como Montenegro y Dalla Libera, a quienes uno que se apasiona con el fútbol debe explicarle a los demás quiénes son y quienes han sido.

Para terminar el cóctel, echen algún cómico simpático como Daniel Aráoz: una actriz veterana como la Barbarossa; un par de vedetongas como Pérez y Rincón; una actriz casi retirada cuyo gran mérito fue ser pareja del Gato Viejo (Franco Macri, no el escultor, se aclara); una actriz influencer que cuelga videos en las redes; un hijo que reemplaza a su madre internada; un casi ignoto actor y cantante (Dalmau); un periodista deportivo con poca pantalla (Fernando Carlos).

Hay más no se preocupen: una cara bonita de Disney Channel; dos personajes vinculados a la música como CAE y Juanse (si no sabés del tema también te tienen que contar quiénes son); la simpática Claudia Fontán que corre con ventaja porque es una cocinera avezada (recuérdese el programa con Trocca por la televisión de cable hace algunos años), y finalmente lo más inexplicable de todo este circo, la periodista María O' Donnell, la pariente de Pacho y que acaba de decidir que su prestigio profesional tiene un precio (al fin y al cabo esto no es peor que haberse convertido al Kirchnerismo como Víctor Hugo y el Gato Sylvestre).

Por ahí nos olvidamos de alguien, si así fuere pedimos perdón. Pero con todos estos botones tenemos muestras de sobra de que estamos en presencia de seudocelebridades.

Es lógico, hay muchos personajes verdaderamente célebres que dicen que no, ya sea porque temen al ridículo, no están dispuestos a dejarse bardear por los jurados y/o porque creen que su prestigio no se puede rifar por un puñado de pesos.

"Por la plata baila el mono" es una "frase sarcástica que critica el poder del dinero por sobre la integridad de una persona". Y lo tomamos de un merengue compuesto por el cantautor dominicano Wilfrido Vargas. La canción de marras fue lanzada en 1996 en el álbum "El vampiro". Wilfrido logra que todos bailen como monitos al igual que lo hacen las celebrities del programa con mayor rating de la berreta tele nacional y popular.

Y no olvidemos tampoco que hay un terceto que también baila al compás de la salsa: los tres jurados del programa.

El trío no está exento tampoco del papelón como ocurrió en el ciclo anterior cuando dos de ellos (Martitegui y Betular) cortaron los fideos en cámara, para espanto de cualquier italiano que estuviera viendo el programa.

Va de suyo que Donato De Santis ha basado toda su trayectoria en la interpretación tanto como en la cocina. Es un maestro porque domina el escenario y al público de manera admirable y más aún en una lengua que no es la suya materna. Asimismo, soporta todo con buena onda y estoicismo budista. 

Pero los otros dos jurados tienen mucho más que perder, salvo que crean que la fama vale tanto como que no importan los medios para conseguirla.

Pierden los dos, porque tienen un currículum detrás que daría envidia a muchos de sus colegas. Martitegui, que hace de malo y tanto no le cuesta, es reconocido por ser un cultor de la alta cocina. De todos modos, ha encontrado que esta nueva parte de su profesión es más lucrativa (su restaurante, Tegui, está cerrado desde hace un año y solo hacen delivery).

Un calco de su colega Krywonis, que pasó del ostracismo de fundir su propio negocio gastronómico a aparecer en la puerta de las sucursales bancarias del Santander. Y de dar clases, justo él, de cómo tener éxito en gastronomía. Hoy es toda una celebrity y renunció a ser jurado porque no arregló sus honorarios. Debe estar arrepentido seguramente.

Lo reemplaza Betular, chef ejecutivo de un hotel cinco estrellas, nada menos. Encumbrado de pastelero a capo total por la ida de Antonio Soriano a Canadá, no puede menos que sorprendernos verlo en este papel. ¿Había necesidad de rifar el prestigio de esta manera? Quizá viendo las cosas desde otra óptica y pandemia mediante (el hotel está vacío desde marzo del año pasado), podríamos entenderlo un poco más.

Todos los monitos bailan por la plata. Está claro. Pero este reality berreta nos deja dos enseñanzas muy claras.

La primera es que la cocina vende. Ya no con Doña Petrona, ni con los primeros tiempos del Canal El Gourmet, ni con Utilisima. Mal o bien no tomaban a la cocina como un teatro de revistas. La cocina es hoy el ámbito de chefs celebrities y no ya el territorio de cocineros provincianos rudos e incansables impresentables ante las cámaras, pero excelentes profesionales. ¿Se imaginan al Pedro Muñoz haciendo tan patético papel?

En tiempos de redes sociales, la cocina vende de otra manera. Si hasta un sitio donde lo único que hacen son tostados de jamón y queso, como El Gordo Cocina, o blogueras que explican cómo cocinar una milanesa con puré, tienen miles y miles de seguidores.

De ahí que la segunda enseñanza es que por desgracia la gente compra basura. Televisión berreta. Celebridades de cuarta. Jurados que hacen el ridículo sin inmutarse. Un conductor simpático que parece un convidado de piedra. Sponsors que se prestan a esta berretada.

Que MasterChef Celebrities sea hoy el programa con mayor rating de la televisión argentina, es un símbolo de estos tiempos que nos tocan vivir. Donde todo se vende y todo se compra. Pero no se preocupen porque ya vuelve Tinelli y sobrevendrá la guerra por la captación de televidentes. Iguales de populares, iguales de berretas.

Queremos a la cocina porque es una expresión de la cultura. Estos realities son pan y circo. Donde los jurados y las falsas celebridades les tiran su honra a los leones del Coliseo Romano.

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