Era hora. Luego de más de seis meses volvimos a disfrutar de la visita a restaurante. Fuimos a La Locanda, donde Daniele Pinna nos recibió con platos fuera de menú muy típicos de la cocina de la isla de Cerdeña.
Dice una de las más lindas canciones de Alejandro Lerner:
"Volver a empezar Que aún no termina el juego Volver a empezar Que no se apague el fuego Queda mucho por andar Y que mañana será un día nuevo bajo el sol Volver a empezar"
Es verdad, no terminó el juego (de disfrutar de la buena mesa en los restaurantes). El fuego no se ha apagado. Y un día bajo el sol de la primavera, volvimos a empezar. Porque nos queda mucho por andar.
Nuestra última visita a un restaurante había sido el 16 de mayo en Peperina, en la localildad de La Población, donde el chef Nitu Digilio sigue haciendo de las suyas (maravillas) en la cocina. Estábamos haciendo una gira gastronómica con Lucio Marini por Traslasierra.
Ahí nos enteramos que se venía la cuarentena y hubo que apurar el regreso a tiempo para encerrarnos. Por entonces especulábamos que esto iba a durar un par de semanas, como mucho un mes. Pero no, ya llevamos seis meses y recién nos ahora permiten salir a comer pero solo al aire libre.
Es un milagro que los restaurantes sigan abiertos, después de una paralización de actividades que nadie entiende. Aquí se criticó a otros países que finalmente con los resultados obtenidos tenían razón. Porque si hubiera ocurrido la pandemia durante la gestión del "inútil" de Macri, se iban a morir 10 mil argentinos. Ya vamos por el doble y ahora también nos enteramos de que la provincia de Buenos Aires escondía miles de fallecimientos.
No es cuestión de ser anticuarentena o no. Es la necesidad imperiosa de tener sentido común. Pero solo les importa tenernos a todos dominados y controlados.
Por fin llegó septiembre y al menos en CABA se autorizaron los espacios abiertos en los restaurantes y bares. Al principio solo en la vereda, por obra y gracia del gobierno nacional que quiso castigar a los porteños por no ser afines a su ideología perversa. Afuera sí, donde pasa la gente caminando, adentro más tranquilos, no.
Finalmente se logró que fueran habilitados los patios, terrazas y otros espacios al aire libre internos. Donde se ofrece mejor servicio y mayor seguridad sin descuidar los cuidados sanitarios que son obligatorios y que uno mismo exige.
Así es que luego de la costumbre de ir a comer afuera al menos seis o siete veces por semana, pasamos a cero. Si bien hay gente que se vanagloria de haber roto la cuarentena comiendo a escondidas y pagando mucho y en negro por un cubierto, nosotros no lo hicimos y no fue precisamente porque nos daba miedo ser descubiertos sino porque había que cuidarse. Y eso lo puede hacer cada uno con su conciencia y no por el hostigamiento del papá Estado.
Así fue que llegó el día de volver a empezar. El viernes pasado fuimos a comer a La Locanda, que abrió su veredita de la calle José León Pagano.
Con Julián de Dios, que estaba con síndrome de abstinencia de restaurantes como uno mismo, encaramos para Barrio Norte, donde nos esperaban Daniele Pinna y su tío Tullio. El menú fuera de carta incluía platos de la cocina sarda.
Carne ovina (de oveja grande), preparada al estilo de la isla de Cerdeña. Riñoncitos (que por el tamaño parecían vacunos), tiernos y deliciosos. Luego los infaltables gnocchetti sardi con trozos de carne ovina y abundante Pecorino Romano rallado. Para terminar con lo salado, solomillo de oveja con funghi porcini y papas al horno.
Para concluir el almuerzo, el clásico mousse de chocolate de la casa, con aceite de oliva y mucha pimienta.
Y para beber, dos incunables: Enzo Bianchi cosecha 1997 y para no ser menos, Daniele sacó de su cava un Felipe Rutini del mismo año. Lujuria total.
Fue una excelente manera de comenzar a andar nuevamente. Nunca más queremos el fuego apagado ni las sillas al revés. Queremos ser libres. Nos cuidamos solos. Gracias a La Locanda por hacernos felices nuevamente, por permitirnos volver a empezar.
Otra edición del ciclo "Wine, Food & Music" en La Casona del Retiro, en Hurlingham. El próximo viernes 9 de mayo habrá una cena especial, con la presencia del chef invitado, César Muñoz. Acompañarán los vinos de la Bodega Foster Lorca.
¿Listo para un domingo diferente? El 11 de mayo, de 12:30 a 15:30, Bernardino "Atelier de Sabores" abrirá sus puertas en su jardín y salón para ofrecer un festín junto a los chefs Germán Ruberto y Darío Gualtieri. Los vinos serán de la Bodega Catena Zapata. Como un brunch, pero mucho mejor.
La Vicente López es un emblema de la Zona Norte y, con 24 años de vida como restaurante, invita al encuentro en familia, con amigos o en pareja. Una historia de inmigrantes españoles que empezó hace 120 años, y hoy sigue vigente a través del trabajo incansable de sus descendientes por mantener viva la tradición familiar a través de la gastronomía.