Siga el baile, siga el baileLunes, 14 de septiembre de 2020Lo que se ve en la foto es elocuente: una esquina de San Telmo llena de gente que baila, mesas y servicio desprovisto de todo protocolo sanitario. Mientras tanto, aquellos restaurantes que ofrecen garantía de responsabilidad y protección, no pueden siquiera atender mesas en espacios propios al aire libre.
¿Qué mente afiebrada puede creer que la gastronomía puede soportar medio año sin actividad? La reapertura parcial del gobierno de CABA quedó reducida por obra y gracia de la miserabilidad de los funcionarios nacionales que no soportan la buena imagen de Rodríguez Larreta, y que decidieron borrar por decreto parte de la medida que se había adoptado en la ciudad de la "opulencia" dos días antes.
Los dueños de restaurantes ya no pueden más con su alma. Se endeudan para poder cumplir con sus empleados, proveedores y pagar los impuestos y servicios. Algunos pudieron adaptarse al delivery y a la comida para llevar, que apenas es un salvavidas de plomo porque la facturación no supera el 10% de lo que era antes de la pandemia.
Como resultado de la política puerca que supimos conseguir, solo dejan poner mesas en la vereda, aunque tengas un sector al aire libre que está pegado a ella. ¿Acaso no es más seguro tener a la gente adentro, al aire libre si quieren, más protegida, con calefacción, siempre con la separación de mesas y los resguardos sanitarios pertinentes?
Pues bien, veamos en las fotos que acompañan esta nota, lo que ocurría anoche en la esquina de Bolívar y Estados Unidos, en San Telmo. No hace falta comentar nada, porque las imágenes valen más que mil palabras.
Es lamentable cómo se desvirtúa todo. Uno, como persona consciente de que hay que cuidarse, jamás se quedaría un segundo en esa calle, menos sentado a una mesa atendida a la buena de Dios.
Ahí, a pocos metros, se encuentra La Brigada, que desde el mes de marzo tiene sus puertas cerradas. Dado su holgado aforo, bien podrían estar atendiendo al público aun en forma reducida y con garantías en el cuidado de nuestra salud. Pero no, no se puede. Tampoco otro del barrio, Sagardi, que tiene espacios reservados donde los clientes no correrían ningún tipo de riesgo.
Por ahí cerca tuvo que cerrar sus puertas Amici Miei, después de 13 años de trayectoria. Un esfuerzo de años tirado por la borda. Pero a los políticos les importa un carajo. Sobre todo a los que se han acostumbrado a gobernar a puro decretazo. Hemos perdido libertades individuales porque vivimos en una dictadura (sanitaria pero dictadura al fin).
Pero ya estamos cansados, todos, salvo los que tiene el cerebro lavado por una ideología retrógrada y falsamente progresista. Ellos, los políticos, son los únicos que no perdieron con la pandemia. Se resistieron a bajarse el sueldo y lo lograron. Los demás nos arreglamos como podemos.
Dicen que la venganza es un plato que se come frío. Hay que dejar pasar el tiempo, que es el único dueño de la verdad. Mientras tanto, siga el baile, siga el baile.
Lo que se ve en la foto es elocuente: una esquina de San Telmo llena de gente que baila, mesas y servicio desprovisto de todo protocolo sanitario. Mientras tanto, aquellos restaurantes que ofrecen garantía de responsabilidad y protección, no pueden siquiera atender mesas en espacios propios al aire libre.
¿Qué mente afiebrada puede creer que la gastronomía puede soportar medio año sin actividad? La reapertura parcial del gobierno de CABA quedó reducida por obra y gracia de la miserabilidad de los funcionarios nacionales que no soportan la buena imagen de Rodríguez Larreta, y que decidieron borrar por decreto parte de la medida que se había adoptado en la ciudad de la "opulencia" dos días antes.
Los dueños de restaurantes ya no pueden más con su alma. Se endeudan para poder cumplir con sus empleados, proveedores y pagar los impuestos y servicios. Algunos pudieron adaptarse al delivery y a la comida para llevar, que apenas es un salvavidas de plomo porque la facturación no supera el 10% de lo que era antes de la pandemia.
Como resultado de la política puerca que supimos conseguir, solo dejan poner mesas en la vereda, aunque tengas un sector al aire libre que está pegado a ella. ¿Acaso no es más seguro tener a la gente adentro, al aire libre si quieren, más protegida, con calefacción, siempre con la separación de mesas y los resguardos sanitarios pertinentes?
Pues bien, veamos en las fotos que acompañan esta nota, lo que ocurría anoche en la esquina de Bolívar y Estados Unidos, en San Telmo. No hace falta comentar nada, porque las imágenes valen más que mil palabras.
Es lamentable cómo se desvirtúa todo. Uno, como persona consciente de que hay que cuidarse, jamás se quedaría un segundo en esa calle, menos sentado a una mesa atendida a la buena de Dios.
Ahí, a pocos metros, se encuentra La Brigada, que desde el mes de marzo tiene sus puertas cerradas. Dado su holgado aforo, bien podrían estar atendiendo al público aun en forma reducida y con garantías en el cuidado de nuestra salud. Pero no, no se puede. Tampoco otro del barrio, Sagardi, que tiene espacios reservados donde los clientes no correrían ningún tipo de riesgo.
Por ahí cerca tuvo que cerrar sus puertas Amici Miei, después de 13 años de trayectoria. Un esfuerzo de años tirado por la borda. Pero a los políticos les importa un carajo. Sobre todo a los que se han acostumbrado a gobernar a puro decretazo. Hemos perdido libertades individuales porque vivimos en una dictadura (sanitaria pero dictadura al fin).
Pero ya estamos cansados, todos, salvo los que tiene el cerebro lavado por una ideología retrógrada y falsamente progresista. Ellos, los políticos, son los únicos que no perdieron con la pandemia. Se resistieron a bajarse el sueldo y lo lograron. Los demás nos arreglamos como podemos.
Dicen que la venganza es un plato que se come frío. Hay que dejar pasar el tiempo, que es el único dueño de la verdad. Mientras tanto, siga el baile, siga el baile.