"Bake Out"Lunes, 6 de julio de 2020Ganó Samanta pero perdió. Perdió Damián, pero ganó. Solo eso puede pasar en los realities. Y fue en Bake Off, en la última emisión del ciclo que se había filmado el año pasado. Samanta Casais fue la ganadora, pero hace algunas semanas se "descubrió" que había omitido haber trabajado profesionalmente. Le sacaron el título en medio de un escándalo y por tanto, le dieron el premio al segundo, Damián Pier Basile.
¿Dónde está la transparencia de la que habla el francés para deslindar responsabilidades al comprobarse que una participante, la que ganó encima el premio de 600.000 pesos era profesional, lo que significaba transgredir las reglas del programa?
Al final tenía razón el Gordo Lanata, que hasta anoche competía por el rating con Bake Off, cuando se peleó en Radio Mitre con su columnista de espectáculos Marina Calabró, quien insistía en decir que en este tipo de programas todo es muy transparente.
El reality tuvo más de 15 puntos promedio. Está más que claro que hay gente para todo, y mucha más de lo razonable dispuesta a ver este tipo de programas que siempre están teñidos de turbidez.
El final de ciclo era voto cantado. Había ganado Samanta, que dicen que habría gastado el dinero del premio en reformar su cocina. ¿La habrán obligado a devolver el dinero? Difícil, como lo recibió el año pasado, seguramente lo habrá invertido y ya no lo tiene. ¿Habrá acciones judiciales? Más improbable aún.
Al fin de cuentas y más allá de que la chica actuó en forma incorrecta al ocultar sus antecedentes profesionales, no toda la culpa es suya. La producción del programa de Telefé, que es una copia del reality original
propiedad de la cadena Turner, no se tomó la molestia de averiguar los antecedentes de los que participaban.
No es algo difícil ni requiere una tarea de inteligencia. Hoy con las redes sociales todo se sabe, si hasta la pobre Samanta aparece haciendo una receta en un canal de cable. Encima, Lele Cristóbal la incineró cuando aseguró que Casais trabajó para él en Café San Juan hace "miles de años".
La solución que encontraron para subsanar el grave error cometido, fue emitir luego de la finalísima un spot grabado en el cual los jurados tratan de poner paños fríos a la anómala situación. Huelga decir que no lo consiguieron.
Así es que Basile -que no es precisamente un familiar del Coco, su homónimo más famoso-, fue declarado ganador por descalificación y se llevó un nuevo premio de $ 600.000 para Rosario.
Todo parece indicar que la producción pagó doble, debido al error cometido. A esta altura no importa qué prepararon los finalistas ni lo que dijeron los jurados, que al fin y al cabo tuvieron que poner la cara para aclarar la oscuridad. Menos aún nos haremos eco de los embates tuiteros de varios de los participantes eliminados, contra la compañera caída en desgracia.
Bake Off fue un éxito patentizado por el rating. Pero eso no obsta para decir que es un "Bake Out", porque más que horneados, todos terminaron incinerados. Vergüenza ajena.
Ganó Samanta pero perdió. Perdió Damián, pero ganó. Solo eso puede pasar en los realities. Y fue en Bake Off, en la última emisión del ciclo que se había filmado el año pasado. Samanta Casais fue la ganadora, pero hace algunas semanas se "descubrió" que había omitido haber trabajado profesionalmente. Le sacaron el título en medio de un escándalo y por tanto, le dieron el premio al segundo, Damián Pier Basile.
¿Dónde está la transparencia de la que habla el francés para deslindar responsabilidades al comprobarse que una participante, la que ganó encima el premio de 600.000 pesos era profesional, lo que significaba transgredir las reglas del programa?
Al final tenía razón el Gordo Lanata, que hasta anoche competía por el rating con Bake Off, cuando se peleó en Radio Mitre con su columnista de espectáculos Marina Calabró, quien insistía en decir que en este tipo de programas todo es muy transparente.
El reality tuvo más de 15 puntos promedio. Está más que claro que hay gente para todo, y mucha más de lo razonable dispuesta a ver este tipo de programas que siempre están teñidos de turbidez.
El final de ciclo era voto cantado. Había ganado Samanta, que dicen que habría gastado el dinero del premio en reformar su cocina. ¿La habrán obligado a devolver el dinero? Difícil, como lo recibió el año pasado, seguramente lo habrá invertido y ya no lo tiene. ¿Habrá acciones judiciales? Más improbable aún.
Al fin de cuentas y más allá de que la chica actuó en forma incorrecta al ocultar sus antecedentes profesionales, no toda la culpa es suya. La producción del programa de Telefé, que es una copia del reality original
propiedad de la cadena Turner, no se tomó la molestia de averiguar los antecedentes de los que participaban.
No es algo difícil ni requiere una tarea de inteligencia. Hoy con las redes sociales todo se sabe, si hasta la pobre Samanta aparece haciendo una receta en un canal de cable. Encima, Lele Cristóbal la incineró cuando aseguró que Casais trabajó para él en Café San Juan hace "miles de años".
La solución que encontraron para subsanar el grave error cometido, fue emitir luego de la finalísima un spot grabado en el cual los jurados tratan de poner paños fríos a la anómala situación. Huelga decir que no lo consiguieron.
Así es que Basile -que no es precisamente un familiar del Coco, su homónimo más famoso-, fue declarado ganador por descalificación y se llevó un nuevo premio de $ 600.000 para Rosario.
Todo parece indicar que la producción pagó doble, debido al error cometido. A esta altura no importa qué prepararon los finalistas ni lo que dijeron los jurados, que al fin y al cabo tuvieron que poner la cara para aclarar la oscuridad. Menos aún nos haremos eco de los embates tuiteros de varios de los participantes eliminados, contra la compañera caída en desgracia.
Bake Off fue un éxito patentizado por el rating. Pero eso no obsta para decir que es un "Bake Out", porque más que horneados, todos terminaron incinerados. Vergüenza ajena.