Editorial

El gran deschave

Sábado, 4 de agosto de 2018

Causa mucha gracia, antes las agencias de prensa rogaban que nadie les contara a sus colegas que habían cursado una invitación y a vos no te habían invitado. Hoy, con las redes sociales y el exhibicionismo de muchos periodistas, es imposible que no te avives.

La relación entre agencias de prensa y los periodistas debe ser sincera para que las cuentas claras conserven la amistad (o en todo caso la buena onda entre las partes).

A nadie le gusta enterarse por boca ajena (en realidad hoy por las fotos de tus colegas en las redes sociales), que han organizado un evento y a vos no te invitaron. Mucho más cuando luego te mandan la gacetilla para que les publiques lo que otros privilegiados tuvieron la oportunidad de probar en un lugar exclusivo.

Va de suyo que nadie está obligado a invitarte. Es lógico que haya cupos limitados y muchas veces se elija por medios (los diarios nacionales tienen la prioridad obviamente y a sus periodistas, además de viajes tentadores a veces hasta les pagan cursos de sommelierie para no escriban huevadas).

Inclusive, el prensero suele tener la mala costumbre de invitar a ciertos amigos de la prensa que no tienen donde volcar la información recibida y devolver gentilezas (por esto es un juego de toma y daca, o debería serlo).

Nadie tiene derecho a enojarse por no ser invitado. En Fondo de Olla © somos estrictos: jamás reclamamos no haber sido invitados, nunca nos hemos enojado por eso, no pedimos vinos ni otros productos (y sino que lo diga una consultora que pretende que uno les pida las botellas, como si el periodista estuviera obligado a rebajarse a eso), nunca hacemos críticas en público si algo no nos gustó de una reunión o un viaje, etcétera.

En honor a la verdad, hay veces que no damos abasto con las invitaciones y debemos disculparnos por no asistir. O sea que este comentario no se hace porque tengamos la agenda vacía.

Pero sí da bronca que las agencias de prensa te manden información para que les publiques lo que otros disfrutaron. O que te coloquen en una lista de periodistas de segunda, a los que con suerte les mandan la botella para que les hagas una nota, y luego hasta te reclaman si no lo hacés.

El colmo fue una gacetilla que recibimos hace tiempo cuando un exconsejero de Turismo de la Embajada de España, nos brindaba la trascendente información de que un grupo de colegas estaba realizando la Ruta del Jamón. Interesante, te mostraban el jamón de Jabugo que se comían otros (y hasta ni siquiera, porque una revista mandó al viaje a una modelo que parece que era vegetariana o no comía cerdo).

La cuestión es que a veces uno se siente usado. Y ni hablar cuando se observa la falta de ética entre colegas, los nuestros y los de las agencias de prensa. La solidaridad no existe.

No vale ya la pena recordar aquel episodio, cuando el chef propietario de un restaurante multipremiado nos bajó de una lista de invitados de un cliente, porque habíamos opinado que no era el mejor de la Argentina. Cosas que pasan cuando uno intenta ser sincero y decir lo que piensa, sin eufemismos.

Y otra cosa: muchas veces deseás no haber sido convocado, cuando observás que en la misma mesa están algunos colegas que no te merecen el mínimo respeto por su conducta carente de ética o directamente con su egocentrismo te hacen pasar un mal momento.

Así las cosas, este sábado nos desayunamos (gracias Facebook) con que se realizaron varias reuniones de prensa. A una nos invitaron y no pudimos ir, a las otras no y encima hemos recibido información para publicar de algunas de ellas.

Algunas veces, cuando te invitan a último momento, fácil es deducir que se les cayó un colega y te ofrecen una dádiva para no tener una silla vacía. Otras veces, no hay prenseros y la metida de pata se la mandan los propios responsables de comunicación de las mismas empresas.

También hay que decir que si bien algunos nos discriminan, en otros casos hemos sido nosotros mismos los que nos autoexcluimos por razones absolutamente privadas.

Pero quizá haya llegado el momento de ser selectivos y pagar con la misma moneda. Sin quejas, sin reclamos, sin rencor. Al que le quepa al sayo que se lo ponga. Te deschavaron prensero, dicho esto con todo cariño. Pero sepan que uno no come vidrio.

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