Editorial

Yo el mejor de todos

Martes, 6 de marzo de 2018

No se gasten queridos colegas y sommeliers que tienen programas en la radio. Si pretenden obligarme a compartir el micrófono con ignotos personajes, pueden evitarse la molestia de invitarme. Todo el espacio para mí solo, o nada.

Si bien tengo una trayectoria envidiable en la prensa gastronómica de este país, hay que decir que recién desde que apareció Fondo de Olla © la fama me alcanzó en todo su esplendor. Así es que cuando voy a un restaurante me conocen hasta los gatos. Y si el gato no me reconoce, me enojo muchísimo porque quiere decir que el gato se está haciendo el dolobu. Porque es imposible que no me reconozca.

Por ello, es que también me calienta que me inviten a un programa de radio para compartir el micrófono con cualquier cuatro de copas. ¡Qué falta de respeto! ¡Qué atropello a la razón! Con mi trayectoria, cómo se atreven a querer entrevistarme en un programa de radio para hablar como mucho diez minutos sobre mis pasos en la gastronomía.

Sería como lograr que Messi vaya en vivo a un programa radial y, para matizar la cosa, también inviten a André Gomes y a Aleix Vidal, para darles el mismo espacio que al genio del fútbol mundial. Que en el caso de la prensa gastronómica sería yo, por supuesto, el Messi del periodismo.

Y desde ya les digo, el único supremo soy yo, no ese ignoto y anónimo autobautizado Julián Alvarado. Si nos invitaran a los dos a un programa de una hora de duración, deberían ser dos minutos para JA y 58 para mí, que soy el único supremo. Pero entiéndase bien, no soy el supremo a la Maryland o a la Suiza. Esos son otros supremos, de pollos alimentados con hormonas, que por eso están tan hinchados pero al cocinarlos no queda nada porque eran pura agua (y puro humo también).

A esta altura de mi carrera merezco algo más que una invitación a un programa de cuarta, en una radio de cuarta y con entrevistados de cuarta. Quieren salir de la mediocridad con mi presencia ya que, ante tantos cuatros ganaría hasta con tres cincos, aunque no es el caso porque yo soy el as de espadas.

El otro día le pregunté a un restaurateur que cómo es eso de que aún no invitó a comer al mejor de todos. "Sin una crítica de mi autoría no sos nadie", le dije. 

Y ojo, si van a invitarme a un viaje, les aviso que no bajo de la suite presidencial del mejor cinco estrellas de la ciudad de destino final. En el avión no viajo ni loco con la plebe, para mí first class o me quedo en mi casa.

Además, antes de ir a un evento pregunto si van a dar regalo. Si no hay, no voy. Si hay y es una chuchería, tampoco. A mí no me arreglan con un pan casero y un macarrón. Y menos con nada.

Va de suyo que toda esta cháchara anterior es falsa, no se puede asociar con uno mismo. Pensarán los lectores que estoy exagerando, que es una de las tantas ironías de FDO

Y lo es. Pero también, al menos en parte, se ajusta a la realidad. Lo del programa de radio, con varios invitados, motivó un comentario en Facebook que me ha dejado atónito. Un sobrevaluado y autoelogiado periodista se enoja porque es un espacio de una hora y habrá cuatro invitados además de él. Y entonces no tendrá tiempo de explayarse sobre su copiosa y rica trayectoria periodística gastronómica.

Aquí al menos hay que decir que la culpa no la tiene el chancho sino quien le da de comer. Pasa por invitar a cualquier cuatro de copas, que no le llega a los talones a un productor que elabora alimentos de primera calidad. O a gente vinculada con el mundo del vino.

O quienes fueren. Porque los periodistas somos los menos importantes en todo esto. Somos meros transmisores de información, pero sabemos de cocina menos que un cocinero, menos de vinos que un enólogo y menos de todo. Sabemos escribir y es lo único (hay casos en que ni siquiera eso).

Y si a mí me invitaran a hablar no lo haría de mí mismo, sino de lo que hacen los demás. Porque para eso estamos. Perdonen pero esta vez no usé el plural de modestia. Pero soy tan grande que a veces me puedo dar esos lujos sin que moleste.

P.D.: ja, ja, miren si al susodicho lo sacaran en la tapa de Viva como a Pietro Sorba.

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