Ya son varios los restaurantes, parrillas y bares que se animan a ofrecer a sus clientes hamburguesas elaboradas con Kobe argentino. La carne de mayor precio y la forma más sencilla de cocinarla.
No es raro que en la gastronomía se entremezclen productos de disímil acceso a la gente común, o aun una comida en la cual dos de sus ingredientes son totalmente disímiles en cuanto a su concepción.
Un caso paradigmático es la polenta con trufa. Una comida que se halla entre las más baratas (harina de maíz), en la que se le echan por encima algunas láminas de trufa.
Esta supuesta contradicción, nos llevó a prestarle atención a otra combinación que bien podría decirse que es al mismo tiempo "mendigo y millonario". No referimos a las hamburguesas de Wagyu, o como suele llamársele a este tipo de carne con genética japonesa, el Kobe argentino.
Una de las mejores hamburguesas de la ciudad es sin dudas las que sirven en el Pony Line, el bar del Hotel Four Seasons.
En el primer caso, el chef ejecutivo Juan Gaffuri ideó una hamburguesa sui generis. En primer lugar, por el tamaño y el peso, que dobla al cuarto de libra tan famoso en una de la cadenas más famosas de comida basura. La hamburguesa del Pony pesa más de 200 gramos (el cuarto de libra equivale a 113 gramos).
El segundo secreto, que a esta altura ya no lo es tanto, se refiere a los cortes y tipos de carne que se utilizan. Gaffuri creó un extraño blend entre Kobe argentino (por lo general tapa de asado) y bife de chorizo "normal".
Además del pan, la panceta, el queso, las cebollitas y algún encurtido que se agrega, le van dan forma a la hamburguesa, que al parecer sigue siendo la comida que más se vende en el Pony Line.
Pero hay una tercera cuestión que es vital para el sabor de la hamburguesa. La salsa BBQ se transformó en kétchup casero, que Finca Isis elabora especialmente para el hotel.
El resultado es que hasta para los que somos bastante desconfiados con las hamburguesas, terminemos rindiéndonos ante la evidencia. Sí es posible lograr que una comida asociada por antonomasia a la comida basura, termine siendo un verdadero plato gourmet.
Y la modalidad de utilizar carne de Kobe en las hamburguesas, también se trasladó a las parrillas de lujo porteña. La Cabrera fue uno de los lugares que hizo punta en la materia.
Y acaban de renovarla. Hoy se sirve con cebolla confitada, huevo de campo, lechuga, tomate, queso Cheddar, alioli, kétchup casero. Más papas fritas para acompañar. Esta nueva versión es un plato en sí mismo. Vale $ 296.
En un restaurante llamado Estik, en Madrid, se jactaron hace un tiempo en tener en la carta la hamburguesa más cara del mundo. Además del Kobe (en este caso el original japonés), utilizan canónigos (hojas verdes), tomate pelado, cebolla colorada y pan con semillas de amapola. Vale 85 euros.
Las opciones locales son mucho más accesibles. Habrá que probarlas.
El hombre es un maestro, solo que para hacer plata. Como cocinero, es del montón. Y no para de llamar la atención con excentricidades como ésta: una milanesa crudeli crudeli. Contradicción pura, el chef que quema todo, acá te encaja una milanga que da asco de solo verla. Y los periodistas obsecuentes aplauden, como siempre. En tanto que los comensales ingenuos creen que están disfrutando de la obra de un genio.
En La Brasserie Petanque, la Revolución Francesa se festeja con todo. Este año, el sábado 12, el domingo 13 y el lunes 14 de julio, habrá un menú especial con vinos de la Bodega Escorihuela Gascón y agua Perrier.
En el barrio de Núñez, a metros de la Avenida Libertador, se encuentra este innovador espacio que se especializa en tres ítems principales: onigiris, sandos y café de especialidad. Un concepto novedoso creado por su dueño, Axel Meunier, junto a la artista Martina Quesada y el chef Segundo Farrell.