Medina, el conquistador de la espada mochaLunes, 21 de noviembre de 2016En su obra "El Crítico Artista", Oscar Wilde se preguntaba: ¿por qué los que son incapaces de crear se empeñan en juzgar a los que sí tienen el don creativo? Y decía que si un artista es fácil de comprender, sobra todo comentario.
Para Ignacio Medina nunca sobra ningún comentario. En un nuevo arrebato de impudicia llevado a cabo desde su madriguera del diario El País, dice literalmente que el gobierno ha comprado la participación de la Argentina como país invitado en Madrid Fusión, o lo que es similar, que José Carlos Capel vende las invitaciones a los países.
Y luego remata acusando por segunda vez al gobierno argentino, mediante la utilización de una dialéctica familiarmente opositora, de no haber cambiado en virtud de la decisión de llevar al cocinero Dante Liporace a Madrid Fusión. En la sintaxis de Medina, Liporace debería estar proscripto por no tener restaurante al menos por ahora. ¿Proscribiría Medina a Ferrán Adriá, que tampoco lo tiene, si éste fuera invitado como expositor?
Medina omite adrede que el restaurante donde Liporace se desempeñaba todavía mantiene el record histórico de haber ingresado al puesto más alto (N°16) para una nueva entrada. O que fue destacado varias veces por medios especializados como The New York Times, como uno de los mejores de América latina. O que Liporace se formó, entre otros, en El Bulli y fue testigo privilegiado de la revolución gastronómica catalana que Ferrán Adriá capitaneó y que encuentra su continuidad en los hermanos Roca.
Seguramente no le guste, como a muchos, el estilo descarnado de Liporace tanto a la hora de cocinar como de hacer declaraciones públicas. Seguramente también tenga que ver el hecho de haber sido, el propio Medina, sujeto de las burlas del irreverente cocinero. Y debido a ello y a sus propios intereses en la gastronomía, es que una vez más utiliza sus espacios de crítica para seducir a aquellos que él considera que debe seducir.
El problema es que Medina no es un crítico. Medina es un acomodaticio que -parafraseando a Cyrano de Bergerac- tiene el vientre flácido de tanto arrastrarse.
Se arrastró en España, de donde tuvo que huir poniendo proa hacia el Perú, país que lo acogió con los brazos abiertos pero al que llegó con su intemperante actitud de colonizador con la espada en la mano.
FONDO DE OLLA NO QUIERE HACER PERIODISMO DE PERIODISTAS, PERO A VECES ES NECESARIO DESENMASCARAR A QUIENES NO ACTÚAN CON HONESTIDAD INTELECTUAL.
Rápidamente, intentó cobijarse bajo la figura de Gastón Acurio y atacó a quienes el suponía que eran sus posibles competidores, contradiciendo precisamente el espíritu de colaboración entre cocineros que el enorme peruano intenta fomentar allí donde va.
Sólo cuando no tuvo más remedio que agachar la cabeza ante los innumerables elogios que cosechaban otros cocineros, se permitió a regañadientes brindarles un elogio casi bajo la forma de un favor real, para luego este año acusar a uno de sus objetos de crítica, en este caso el restaurante Central (N°1 de América latina y N°4 del mundo para el ranking de 50º Best Restaurants) de haber detenido el trabajo creativo, de vivir de rentas y de que su menú es un disco rayado.
No importan las listas, en Fondo de Olla consideramos a Central un lugar de excelencia como hay pocos en nuestro subcontinente.
Medina también destrozó a la cocina colombiana, acusándola de ser "antigua, pasada de moda, plagada de lagunas técnicas y sin raíces". Por donde va, deja heridos y lastimados porque, como dice Shakespeare, es un monstruo verde que se ríe de la carne que lo alimenta.
Es la caricatura de un gran crítico... lo que en Regol es gracioso, en Medina es ofensivo y patético. Lo que en Simon es irónico, en Medina es cinismo.
Medina es un "bully" de cuarta categoría, un aprovechador barato que se cobija siempre bajo la sombra de un gran árbol confiando en que su copa sirva para proteger a su lustrada calva del sol.
En el Festival Con Boca, que tuvo lugar recientemente en Mendoza, lo vimos deambular por los pasillos, solo acompañado por su compatriota Rafa Rincón, radicado en Chile. En algunos casos por el dúo de uno de los escasos restaurantes qué él considera como excepción, de alto nivel en Buenos Aires.
Alguna vez dijo que La Mar había cambiado la gastronomía de Buenos Aires, en un país donde la gente deja de comer carne para devorar pescados. Hasta los propios miembros de La Mar se pusieron colorados. A nadie le gusta que lo elogien por algo que es mentira.
Valoramos el enorme trabajo que ha hecho Anthony Vásquez mostrándonos la riqueza ictícola de nuestro Mar Argentino, que nosotros mismos desconocíamos. Y por algo hemos puesto a La Mar en la consideración más alta en estas mismas columnas. Pero no hace falta mentir para elogiar la sinrazón.
Hace pocas semanas cargó despiadadamente contra Mistura, es decir que ya no lo queda títere con cabeza.
Daba pena verlo caminar solo o eventualmente acompañado siempre por las mismos dos o tres personas. No habló con colegas, no se interesó por nada, solo criticó cuestiones sin sentido. Cuesta entender cómo lo banca El País, el diario más importante de habla hispana.
Más aún cuesta comprender cómo los hermanos peruanos lo soportan. No imaginamos a un Medina en nuestro país, por cuanto si llegara con su espada de conquistador le echaríamos agua hirviendo como a los soldados ingleses en ambas invasiones previas a mayo de 1810.
Su problema, como diría George R.R. Martin, es que "su invierno se aproxima".
En su obra "El Crítico Artista", Oscar Wilde se preguntaba: ¿por qué los que son incapaces de crear se empeñan en juzgar a los que sí tienen el don creativo? Y decía que si un artista es fácil de comprender, sobra todo comentario.
Para Ignacio Medina nunca sobra ningún comentario. En un nuevo arrebato de impudicia llevado a cabo desde su madriguera del diario El País, dice literalmente que el gobierno ha comprado la participación de la Argentina como país invitado en Madrid Fusión, o lo que es similar, que José Carlos Capel vende las invitaciones a los países.
Y luego remata acusando por segunda vez al gobierno argentino, mediante la utilización de una dialéctica familiarmente opositora, de no haber cambiado en virtud de la decisión de llevar al cocinero Dante Liporace a Madrid Fusión. En la sintaxis de Medina, Liporace debería estar proscripto por no tener restaurante al menos por ahora. ¿Proscribiría Medina a Ferrán Adriá, que tampoco lo tiene, si éste fuera invitado como expositor?
Medina omite adrede que el restaurante donde Liporace se desempeñaba todavía mantiene el record histórico de haber ingresado al puesto más alto (N°16) para una nueva entrada. O que fue destacado varias veces por medios especializados como The New York Times, como uno de los mejores de América latina. O que Liporace se formó, entre otros, en El Bulli y fue testigo privilegiado de la revolución gastronómica catalana que Ferrán Adriá capitaneó y que encuentra su continuidad en los hermanos Roca.
Seguramente no le guste, como a muchos, el estilo descarnado de Liporace tanto a la hora de cocinar como de hacer declaraciones públicas. Seguramente también tenga que ver el hecho de haber sido, el propio Medina, sujeto de las burlas del irreverente cocinero. Y debido a ello y a sus propios intereses en la gastronomía, es que una vez más utiliza sus espacios de crítica para seducir a aquellos que él considera que debe seducir.
El problema es que Medina no es un crítico. Medina es un acomodaticio que -parafraseando a Cyrano de Bergerac- tiene el vientre flácido de tanto arrastrarse.
Se arrastró en España, de donde tuvo que huir poniendo proa hacia el Perú, país que lo acogió con los brazos abiertos pero al que llegó con su intemperante actitud de colonizador con la espada en la mano.
FONDO DE OLLA NO QUIERE HACER PERIODISMO DE PERIODISTAS, PERO A VECES ES NECESARIO DESENMASCARAR A QUIENES NO ACTÚAN CON HONESTIDAD INTELECTUAL.
Rápidamente, intentó cobijarse bajo la figura de Gastón Acurio y atacó a quienes el suponía que eran sus posibles competidores, contradiciendo precisamente el espíritu de colaboración entre cocineros que el enorme peruano intenta fomentar allí donde va.
Sólo cuando no tuvo más remedio que agachar la cabeza ante los innumerables elogios que cosechaban otros cocineros, se permitió a regañadientes brindarles un elogio casi bajo la forma de un favor real, para luego este año acusar a uno de sus objetos de crítica, en este caso el restaurante Central (N°1 de América latina y N°4 del mundo para el ranking de 50º Best Restaurants) de haber detenido el trabajo creativo, de vivir de rentas y de que su menú es un disco rayado.
No importan las listas, en Fondo de Olla consideramos a Central un lugar de excelencia como hay pocos en nuestro subcontinente.
Medina también destrozó a la cocina colombiana, acusándola de ser "antigua, pasada de moda, plagada de lagunas técnicas y sin raíces". Por donde va, deja heridos y lastimados porque, como dice Shakespeare, es un monstruo verde que se ríe de la carne que lo alimenta.
Es la caricatura de un gran crítico... lo que en Regol es gracioso, en Medina es ofensivo y patético. Lo que en Simon es irónico, en Medina es cinismo.
Medina es un "bully" de cuarta categoría, un aprovechador barato que se cobija siempre bajo la sombra de un gran árbol confiando en que su copa sirva para proteger a su lustrada calva del sol.
En el Festival Con Boca, que tuvo lugar recientemente en Mendoza, lo vimos deambular por los pasillos, solo acompañado por su compatriota Rafa Rincón, radicado en Chile. En algunos casos por el dúo de uno de los escasos restaurantes qué él considera como excepción, de alto nivel en Buenos Aires.
Alguna vez dijo que La Mar había cambiado la gastronomía de Buenos Aires, en un país donde la gente deja de comer carne para devorar pescados. Hasta los propios miembros de La Mar se pusieron colorados. A nadie le gusta que lo elogien por algo que es mentira.
Valoramos el enorme trabajo que ha hecho Anthony Vásquez mostrándonos la riqueza ictícola de nuestro Mar Argentino, que nosotros mismos desconocíamos. Y por algo hemos puesto a La Mar en la consideración más alta en estas mismas columnas. Pero no hace falta mentir para elogiar la sinrazón.
Hace pocas semanas cargó despiadadamente contra Mistura, es decir que ya no lo queda títere con cabeza.
Daba pena verlo caminar solo o eventualmente acompañado siempre por las mismos dos o tres personas. No habló con colegas, no se interesó por nada, solo criticó cuestiones sin sentido. Cuesta entender cómo lo banca El País, el diario más importante de habla hispana.
Más aún cuesta comprender cómo los hermanos peruanos lo soportan. No imaginamos a un Medina en nuestro país, por cuanto si llegara con su espada de conquistador le echaríamos agua hirviendo como a los soldados ingleses en ambas invasiones previas a mayo de 1810.
Su problema, como diría George R.R. Martin, es que "su invierno se aproxima".