MalcoWidos

Comer es un placer genial, sensual

Jueves, 25 de febrero de 2016

A la letra del tango Fumando Espero, solo le cambiamos el verbo, comer por fumar. ¿Para qué comemos? ¿Solo para alimentarnos? ¿Podemos comer cosas que no necesitamos? Si nos gustan, por qué no.

A la volanta de la nota le cambiamos la m de comidos a la w que, con un poco de imaginación, sería una m al revés. Obvio que nos tomamos la licencia de hacer referencia al libro de Soledad Barruti, Malcomidos: cómo la industria alimentaria argentina nos está matando.

Empecemos diciendo que en parte coincidimos con la autora, en otras cosas mucho menos y en otras en nada. Huelga decir que cuando ella dice que respeta al veganismo, no podemos estar de acuerdo. Jamás dejaría de ser carnívoro. Soy argentino y me gusta el asado más que el aire que respiro.

El debate que aquí en la Argentina no se ha hecho aún, tiene que ver con la necesidad de alimentar a la población del planeta y cómo hacerlo. Es que vivimos en un país que podría producir alimentos para diez veces su población, o más aún. Y que hoy, pese a la devastación a la que ha sido sometido el sector productivo por el gobierno anterior, estamos en condiciones de alimentar a cuatro veces nuestros habitantes.

Dejemos de lado la discusión sobre los transgénicos, donde la mayoría toca de oído. No hablemos de que en la Argentina no hay carne proveniente de animales alimentados con pasturas naturales o implantadas, porque no es cierto. Hace un tiempo, en una revista en la que escribía, le dieron espacio a una periodista, absoluta neófita en el tema, que decía que en el país no se cría más ganado a pasto. Mentira, basta salir a la ruta y ver a las vacas pastando.Hay que decir que los talibanes de la ecología y de la biodinamia, creen que es posible alimentar a toda la Humanidad solo produciendo alimentos orgánicos. Craso error. Lo podemos rebatir con argumentos científicos. ¿Que hay alimentos de sobra, pero la distribución es inadecuada? Seguro, no de sobra pero sí mucha comida. Pero nunca como para decir que distribuyendo mejor entre los que menos tienen, se solucionaría el problema de la hambruna en el mundo.

La idea es que alguien nos explique con argumentos científicos, por qué no cultivar híbridos y semillas transgénicas. Hemos estado en Israel y nos asombró cómo sacan comida de las piedras. Sandías sin pepitas, naranjas del tamaño de un melón, vacas que dan 12.000 litros de leche por año. Eso es aprovechar los escasos recursos de los que se dispone.

La pregunta que cabe a esta altura es: ¿comemos solo para alimentarnos o por placer? ¿O ambas cosas? Lo segundo, por supuesto. Nos pareció poco feliz el título de la nota que le hicieron hace un tiempo a Barruti en La Nación Revista: "Nos están haciendo comer cosas que no necesitamos".

A mí nadie me obliga a comer o a no comer. No padezco el trauma religioso, no soy vegetariano, sé que muchas de las cosas que me gustan pueden hacer mal. Es obvio que tenemos que buscar un punto de equilibrio.

No quiero ser un Pablito Martín o un Claudio María Domínguez, comiendo pan con chimichurri porque el chorizo les da asco o por el pobre cerdito que chilló como un marrano cuando lo sacrificaron. Una de las pocas veces que estuve de acuerdo con Narda, fue cuando le pegaron por aquella foto en la que se veía una cabeza de chancho y ella decía la frase: "pronto será morcilla".

COMER ES UN ACTO QUE IMPLICA MUCHO MAS QUE ALIMENTARSE PARA SOBREVIVIR. ES UN PLACER GENIAL, SENSUAL. Y POR ESO NO ESTA MAL COMER COSAS QUE NO NECESITAMOS. 

Está bien, no necesito para vivir mandarme una porción de chinchulines de chivito como los de La Brigada, o las pastas de Italpast hechas con harina común, no integral; me encanta el foie gras aunque conozco el método de crianza inhumano de las ocas.

Y el gravlax me apasiona, aun cuando el salmón rosado provenga de criaderos chilenos. Me quedo, en todo caso, con los que nos decía Sergio Latorre, que vio en el vecino país cómo avasallan los derechos de los obreros de esos mismos criaderos, y por eso no come salmón, no porque supuestamente haga mal sino por el trabajo esclavo. Justo en el país que muchos ponen como ejemplo de crecimiento y progresismo.

En la naturaleza el pez gordo se devora siempre al más chico; el animal depredador sobrevive porque se come al que no puede defenderse. Es la ley de la vida (y de la selva también).

Puede tener razón Soledad Barruti cuando dice que "comemos cosas que no necesitamos". Pero no estoy de acuerdo con la frase, y ¿sabén por qué? Porque es solo una cara de la moneda. Para mí comer es un placer genial, sensual. Además de que lo hago para no morirme de hambre.

Yo como lo que me gusta porque precisamente por eso, porque me gusta. Caso contrario me haría poner una sonda y chau pinela (hoy estamos tangueros). No me creo todo lo que dicen: que no hay que comer pescado, que no hay que comer carne, que no hay que consumir harina (a un descendiente de tanos no le vengan con ese cuento), que el alcohol es malo (vaya notición), que solo hay que comer alimentos crudos.

Lo que importa es el equilibrio: no comas carne todos los días, no comas pastas cinco veces a la semana, no tomes dos litros de vino en la cena, no te hagas vegetariano (y mucho menos vegano) porque te faltarían proteínas que son indispensables para el organismo (mujeres embarazadas, señal de alerta).

Asumimos que estamos MalcoWidos, pero hay pocas placenteras en la vida como comer, inclusive comer cuando no tenés hambre. La gula es el quinto pecado capital, pero hay pecados más feos y dañinos (los otros seis). Y ahora les digo chau, me voy a comer un asado con mis amigos sin ningún cargo de conciencia.

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