Los helados artesanales (y semiartesanales) son los únicos que se pueden consumir, ya que están elaborados con materias primas de calidad. Pero ya son un artículo suntuario.
Los precios de los helados te dejan ídem o te calientan, según sea el caso. Está plenamente justificada la diferencia en el costo de un helado artesanal o semiartesanal (algunas cadenas como Freddo se han multiplicado como conejos y ya es difícil mantener la calidad inicial de la marca), respecto de los industriales, en los que la elaboración se hace con saborizantes y no con frutas y cremas verdaderas. Pero de ahí a justificar que un kilo de helado orille los $ 250, hay un largo trecho, salvo en algún caso esporádico.
Comparemos por ejemplo con la carne vacuna. Un productor tarda tres años en “terminar” el animal para mandarlo a faena. Y con esa plata que gastás en un kilo de helado, sin incluir el delivery, estarías comprando tres de asado (tomamos un valor medio para no entrar en susceptibilidades, si se trata de carne de pasturas o de feed-lot, etcétera).
Mucha gente se hartó de los helados a precio de leche de vaca sagrada o de la “Vaca Profana”, como en la canción de Gal Costa. Y han cortado por lo sano comprándose alguna maquinita de esas que pululan por Mercado Libre. Cuando preparaste unos 5 kilitos de helado casero, ya habrás amortizado el valor de esta compra. La otra opción más profesional es la paco jet o bien una kitchenaid, que hay que traer de afuera porque aquí no se consigue, pero tienen un costo prohibitivo.
Las principales cadenas tienen, sin embargo, algunas promociones que te ayudan a que al bolsillo le duela un poquito menos. Pero salvo Chungo (que no tiene estas promociones), las otras cadenas deberían explicar cómo hacen para vender el famoso 2x1 si no bajan la calidad del producto. O visto desde otro lado, si te pueden ofrecer una promoción de dos kilos al precio de uno, por qué otros días de la semana te lo cobran el doble.
Hace algunos meses visitamos la planta de Chungo en el barrio de Saavedra. Y comprendimos el por qué esta cadena no tiene esos “regalos” que te hacen desconfiar. Si utilizan un chocolate belga no podés cobrar la mitad del valor de mostrador. El proceso de elaboración también tiene mucho que ver a la hora de poner el precio. Hay ahí un “secretito” que nos mostró la gente de Chungo, lo que otros no pueden hacer porque quedarían en evidencia.
Hoy, un kilo de helado cuesta lo que tres de asado. ¿Es lógico y razonable? Nos parece que no. Pero además hay que tener cuidado con las promociones, que suelen ser engañosas.
Ahora bien, los heladeros de barrio artesanales se las ven en figurillas al no poder competir con los “grandes” jugadores del mercado, ya que no están en condiciones de ofrecer ningún tipo de promoción. Por caso, el barrio de Belgrano es bastante emblemático con heladerías como Furchi y Gruta, entre otras. Son muy buenas, pero el valor del kilo es apenas un 10% ó a lo sumo un 20% más barato que en los vecinos Freddo y Volta.
Es verdad que antes una heladería de barrio se “salvaba” con los tres meses de temporada. Y en algunos casos, ni siquiera abrían en invierno. Hoy la tendencia ha cambiado, porque la gente sigue consumiendo todo el año, aunque es lógico que la ingesta baje cuando las temperaturas son más bajas.
Y otra cosa más: no es lo mismo el costo de un kilo de chocolate que uno de limón. O de dulce de leche, a la sazón el más consumido por los argentinos. Por eso, habrás notado que si en el envase de kilo pedís tres o cuatro sabores y uno de ellos es chocolate, siempre te lo retacean (queda abajo para que no veas que te pusieron muy poco). Una “trampita” para que la ganancia no se diluya con el valor del insumo, que es en ese caso importado. Si querés que te sirvan el chocolate aparte, pidiendo dos envases de medio kilo, ya están cobrando un plus, de manera que poca gente opta por esta alternativa.
Llega el fin de semana y es hora de pensar si vas a comer asado o tomarte un helado. Pensá que un kilo de este último vale casi tres veces lo que la sagrada carne argentina. La solución es que pagues vos el asadito y alguno de los invitados lleve el helado.
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