Bocas más abiertasLunes, 5 de octubre de 2015El año pasado, el autor publicó una nota bastante crítica respecto del festival Bocas Abiertas, que se realiza en el Bajo de San Isidro. Hoy el balance resultó más positivo.
El año pasado, cuando publicamos una síntesis sobre Bocas Abiertas, tuvimos un disgusto con los organizadores, que no estaban de acuerdo en muchos de los puntos (no porque fueran críticas) y nos acusaron de faltar a la verdad. Bien, una cosa es tener diferentes interpretaciones sobre un tema y otra muy diferente, es mentir sobre algo.
El punto de discusión de la nota pasada, fue el origen de la salchicha de un pancho. Releyendo la nota veo que yo critiqué ese pancho y lo comparé con uno que había probado en la primera edición de Raíz, realizado por el trío Gipponi - Rastellino - Yago Márquez. La organización se enojó porque la salchicha era la misma en las dos ocasiones, por cuanto se trataba del mismo proveedor. Mi crítica apuntaba no tanto a la salchicha, sino al producto final (el pancho) y a los toppings que se le habían agregado en cada caso en particular.
Más allá de esa controversia, volví este año a Bocas Abiertas y me encontré con varias cuestiones dignas de elogio. En primer lugar y lo más evidente, la comodidad y el espacio disponible. No había filas para sacar entradas, ya que las cajas eran varias y el ingreso fue perfectamente dinámico. El lugar, si bien es el mismo, este año ocupaba una superficie mayor y eso se tradujo en más cantidad de mesas, la disposición de una gran pantalla donde se podían ver los partidos de la Copa del Mundo de Rugby, cestos por todos lados, comodidad en estacionar, recolección permanente de residuos, etcétera. Y en contraposición al año pasado, excelente comida.
Tuve la oportunidad de ir un sólo día y por un rato, así que resultó imposible pasar puesto por puesto para comprobar qué estaban preparando. Debo decir que me pareció muy buena la propuesta de Captain Cook, donde un equipo de primera división capitaneado por Marta Ramírez, Valeria Acin, Miguel Angel Ferreira -con look de cultivador de arroz vietnamita-, Mariel Viña y Claudio Solitario, preparaban un curry rojo de cordero tailandés (el plato, no el cordero), món ngon de Vietnam y dim sum fritos representando a China, todo para chuparse los dedos.
Las mollejas de Alo's resultaron extraordinarias y muy impactante la espuma de cebollas y el crocante de almendra. También había opción vegana y me quedé un rato charlando con Alejandro Feraud, quien me contó que cambiará la carta de su restaurant durante octubre.
También probé unas rabas fritas en La Anita, servidas en cucuruchos y que estaban bien secas como debe ser. Y también fueron interesantes otras propuestas, como la de Atelier, y las hamburguesas del puestito de Fabio Alberti. Me hubiera encantado probar todo porque todo parecía rico y bueno.
Asimismo, pude hablar con varios participantes quienes destacaban que este año los organizadores decidieron contratar a la empresa responsable de Masticar para ayudarlos con el evento. Por mi propia experiencia, puedo decir que fue una decisión atinada. También la tuvieron a Mariana Koppmann controlando dos o tres veces por día en cada puesto las condiciones bromatológicas, la temperatura de los alimentos y de refrigerado.
En cuanto a productos, vimos a la gente de Darto vendiendo sartenes además de los clásicos puestos de quesos y embutidos. También estaban los fabricantes de kamados, mostrando este grill particular de tecnología japonesa que prácticamente no hace humo. También tuvo mucha repercusión el campeonato de Chimichurri, la Chimicup 2015, con un jurado compuesto entre otros por Narda Lepes, Christophe Krywonis, Fabio Alberti, Cabito, Hernán Gipponi y Luciano Luchetti, esté último de Locos x el Asado.
Resumiendo, este año creo que más allá de la controversia mejoraron muchas cosas: el espacio era más cómodo y sobre todo las opciones de comida fueron más y mejores. Creemos que de seguir estos pasos, Bocas Abiertas no tendrá nada que envidiarle ni a Raíz ni a Masticar, excepto quizás el tamaño.
Cabe señalar que si bien se cobró una entrada de 50 pesos, lo recaudado otra vez será entregado en donación a una escuela de capacitación gastronómica en el mismo Bajo de San Isidro, con lo cual los más favorecidos serán los propios vecinos del barrio.
El año pasado, el autor publicó una nota bastante crítica respecto del festival Bocas Abiertas, que se realiza en el Bajo de San Isidro. Hoy el balance resultó más positivo.
El año pasado, cuando publicamos una síntesis sobre Bocas Abiertas, tuvimos un disgusto con los organizadores, que no estaban de acuerdo en muchos de los puntos (no porque fueran críticas) y nos acusaron de faltar a la verdad. Bien, una cosa es tener diferentes interpretaciones sobre un tema y otra muy diferente, es mentir sobre algo.
El punto de discusión de la nota pasada, fue el origen de la salchicha de un pancho. Releyendo la nota veo que yo critiqué ese pancho y lo comparé con uno que había probado en la primera edición de Raíz, realizado por el trío Gipponi - Rastellino - Yago Márquez. La organización se enojó porque la salchicha era la misma en las dos ocasiones, por cuanto se trataba del mismo proveedor. Mi crítica apuntaba no tanto a la salchicha, sino al producto final (el pancho) y a los toppings que se le habían agregado en cada caso en particular.
Más allá de esa controversia, volví este año a Bocas Abiertas y me encontré con varias cuestiones dignas de elogio. En primer lugar y lo más evidente, la comodidad y el espacio disponible. No había filas para sacar entradas, ya que las cajas eran varias y el ingreso fue perfectamente dinámico. El lugar, si bien es el mismo, este año ocupaba una superficie mayor y eso se tradujo en más cantidad de mesas, la disposición de una gran pantalla donde se podían ver los partidos de la Copa del Mundo de Rugby, cestos por todos lados, comodidad en estacionar, recolección permanente de residuos, etcétera. Y en contraposición al año pasado, excelente comida.
Tuve la oportunidad de ir un sólo día y por un rato, así que resultó imposible pasar puesto por puesto para comprobar qué estaban preparando. Debo decir que me pareció muy buena la propuesta de Captain Cook, donde un equipo de primera división capitaneado por Marta Ramírez, Valeria Acin, Miguel Angel Ferreira -con look de cultivador de arroz vietnamita-, Mariel Viña y Claudio Solitario, preparaban un curry rojo de cordero tailandés (el plato, no el cordero), món ngon de Vietnam y dim sum fritos representando a China, todo para chuparse los dedos.
Las mollejas de Alo's resultaron extraordinarias y muy impactante la espuma de cebollas y el crocante de almendra. También había opción vegana y me quedé un rato charlando con Alejandro Feraud, quien me contó que cambiará la carta de su restaurant durante octubre.
También probé unas rabas fritas en La Anita, servidas en cucuruchos y que estaban bien secas como debe ser. Y también fueron interesantes otras propuestas, como la de Atelier, y las hamburguesas del puestito de Fabio Alberti. Me hubiera encantado probar todo porque todo parecía rico y bueno.
Asimismo, pude hablar con varios participantes quienes destacaban que este año los organizadores decidieron contratar a la empresa responsable de Masticar para ayudarlos con el evento. Por mi propia experiencia, puedo decir que fue una decisión atinada. También la tuvieron a Mariana Koppmann controlando dos o tres veces por día en cada puesto las condiciones bromatológicas, la temperatura de los alimentos y de refrigerado.
En cuanto a productos, vimos a la gente de Darto vendiendo sartenes además de los clásicos puestos de quesos y embutidos. También estaban los fabricantes de kamados, mostrando este grill particular de tecnología japonesa que prácticamente no hace humo. También tuvo mucha repercusión el campeonato de Chimichurri, la Chimicup 2015, con un jurado compuesto entre otros por Narda Lepes, Christophe Krywonis, Fabio Alberti, Cabito, Hernán Gipponi y Luciano Luchetti, esté último de Locos x el Asado.
Resumiendo, este año creo que más allá de la controversia mejoraron muchas cosas: el espacio era más cómodo y sobre todo las opciones de comida fueron más y mejores. Creemos que de seguir estos pasos, Bocas Abiertas no tendrá nada que envidiarle ni a Raíz ni a Masticar, excepto quizás el tamaño.
Cabe señalar que si bien se cobró una entrada de 50 pesos, lo recaudado otra vez será entregado en donación a una escuela de capacitación gastronómica en el mismo Bajo de San Isidro, con lo cual los más favorecidos serán los propios vecinos del barrio.
