Excelente análisis de Diego Bigongiari

La religión y el vino

Viernes, 12 de enero de 2024

Para el fundador y director de Fondo de Olla ©, hay dos periodistas preclaros a la hora de escribir y hablar sobre el vino. Son ellos Gustavo Choren, "culpable" de que uno se haya dedicado a la prensa enogastronómica (lamentablemente fuera del gremio), y el otro Diego Bigongiari (les aconsejamos a nuestros lectores seguirlo en su sitio: diegobigongiari.ar - En esta oportunidad, nos ilustra sobre "la religión y el vino". Incluye, además del catolicismo y el judaísmo, a lo biodinámico y lo vegano. Nos tomamos el atrevimiento de comentar algunas de sus impresiones, pero lo mejor es leer su nota completa, titulada: "La religión y el vino: de misa, kosher, biodinámico y vegano".

Con Diego Bigongiari nos une la ideología política y muchas otras cosas. En la nota de marras, él mismo se define (a lo que uno adhiere ciento por ciento) como "agnóstico y racionalista y como tal respeta con mayor o menor incredulidad todas las creencias (¡exclusión de terraplanistas!), en tanto no interfieran con la vida de no creyentes y no procuren imponer verdades religiosas: si ello sucede, se vuelve ateo flamígero y combate a quienes desean forzar a los demás a tomar sus creencias como verdades reveladas o demostradas".

Vamos a tomar en este comentario únicamente las dos últimas reflexiones, vinculadas a la biodinamia y el veganismo. De la lectura completa de su nota en diegobigongiari.ar, se tendrá el panorama completo de lo que el autor opina sobre el tema y que es imposible no compartir desde la racionalidad.

Sobre el biodinamia, Diego señala que "en la religión antroposófica fundada por Rudolf Steiner a principios del Siglo XX, entre sus varias ramas que van de la arquitectura a la medicina y la enseñanza, existe una práctica esotérica llamada agricultura biodinámica que tiene creyentes dispersos por todo el planeta, algunos de los cuales son también productores de vino. Cabe no confundir a estos espíritus religiosos o esotéricos con los cultivadores orgánicos, que pueden ser racionales y empíricos en su rechazo al empleo de agroquímicos".

Y agrega: "Quienes siguen a la pseudociencia biodinámica la denominan "filosofía" y pretenden hacer "investigación" cuando en realidad se trata de una construcción verbal basada en aporías, sofismas y falacias que nunca nadie demostró empíricamente, ni siquiera el propio Steiner que las enunció sacándolas de su cabeza y encargando a los agricultores que se ocuparan de demostrarlas".

Afirma también que "en la Argentina hay una docena de estas bodegas creyentes y un total de medio millar de hectáreas cultivadas con los criterios que exige la certificadora Démeter, que bien se hace pagar por controlar que los devotos abonen la tierra con BD500 (cuerno de vaca que amamanta relleno de bosta de la misma vaca, enterrado durante 6 meses con la punta arriba), BD501 (cuerno de vaca relleno con polvo de cristal de cuarzo y agua de lluvia), BD502 (vejiga de ciervo rellena de flores de milenrama secadas al sol todo el verano), BD503 (chinchulín de vaca lleno de flores de manzanilla secas, enterrado durante 6 meses), BD505 (cráneo de vaca relleno de corteza de roble molida, enterrado 6 meses) o BD506 (mesenterio vacuno relleno de flores de diente de león, cosido y enterrado en luna menguante), etcétera".

Más adelante, el autor señala que "todo ello resulta grotesco para un escéptico no creyente, pero los productores de vino biodinámicos se lo toman muy en serio: me pregunto si realmente creen en ello o lo hacen sólo por moda y marketing. Es que cuesta creer que personas educadas apliquen no sólo los estrambóticos preparados citados arriba, sino que además sigan las fases de la luna y otros astrales para elaborar sus vinos y se atrevan a poner el sello o dicitura ´biodinámico´ en su botella, sin sentido del ridículo. También sorprende que no se molesten en indagar acerca de los resultados de su fe vinífera: jamás nadie demostró ninguna diferencia entre un vino biodinámico y otro orgánico o no orgánico, porque como es obvio ni los cuernos de vaca ni la luna o las estrellas tienen un pomo que ver con el vino".

EL VEGANISMO

El autor también se refiere al "veganismo, otra creciente religión o práctica esotérica seudocientífica que se autodefine ‘filosofía' y desciende del más racional vegetarianismo. Esta moda también ha llegado a los vinos, donde el uso de substancias de origen animal es mínimo y marginal. Pero los productores oportunistas que quieren añadir el sello de certificación vegano a su contraetiqueta (hay ya varios en la Argentina), tienen que demostrar que hacen su vino sin uso de gelatina (que es el clarificador más eficaz para el vino, 30 gramos alcanzan para 4 mil litros), caseína o albúmina de huevo (clara de huevo) ni tampoco carbón activado de origen animal, que es más eficaz que el vegetal. Es decir: los únicos animales que intervienen en la elaboración del vino son los humanos, que a veces no se comportan como animales racionales".

"Excluidos los terraplanistas a los que no tolero en ninguna salsa, por mí cada uno es libre de creer en lo que quiera. Obviamente no se puede ser vegano y biodinámico por aquello de la bosta, los cuernos y los chinchulines. Ignoro si se puede hacer vino kosher biodinámico y no me interesa saberlo. Pero hacer vino de misa vegano sería del todo contradictorio, ya que el producto es la sangre del mismísimo Cristo".

Más claridad, echale agua. Hay que desmitificar la frivolidad con la que pretenden vendernos gato por liebre. Y lo dejamos acá. porque me voy a comer una hamburguesa de soja con queso de cajú. Bien por Bigongiari, hay que seguirlo porque siempre escribe con sapiencia.

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