El caso de "La Nación"

Por un periodismo gastronómico menos frívolo

Miércoles, 12 de diciembre de 2018

Sorprende lo que pasa con La Nación Revista (LNR), que a partir de su rediseño sacó páginas vinculadas con la gastronomía, pero mantiene las soporíferas notas de Francis Mallmann. Un paso atrás que solo nos traslada hacia la frivolidad.

Ya sabemos que las revistas de los diarios de mayor tirada (La Nación Revista y Viva), son medios periodísticos que en general se caracterizan precisamente por apelar a la frivolidad en la mayoría de los temas tratados. Mucha moda, horóscopo, entrevistas poco profundas.

Y si hablamos de gastronomía, muy poco espacio. Por eso celebramos cuando, hace un par de años, el diario de los Mitre y los Saguier decidió ofrecer en su revista dominical más páginas destinadas a la comida, la bebida y los cocineros.

Pero como bien dice el dicho: "lo bueno dura poco". A partir del rediseño adoptado por el diario La Nación hace algunas semanas todo cambió, para mal.

No vamos a discutir aquí si está bien que el café debe tener igual o más espacio que el vino. Ni tampoco sobre la superflua incorporación de puntajes en las críticas de restaurantes o bien buscarle la quinta pata al gato, tratando de encontrar siempre algún punto negativo en un determinado lugar.

Está claro que el periodista es el que menos culpa tiene, porque son el editor y los que le bajan línea desde arriba los que tienen la responsabilidad de profundizar los temas y darle al lector lo que éste busca. Y a veces nos obligan a hacer lo que ellos piensan porque al fin y el cabo parece que no nos pagan para pensar sino para trabajar como si nuestro oficio fuera manual y no intelectual.

Al fin y el cabo, todos nosotros, los periodistas, hemos alguna vez trabajado (y escrito) para otros, de manera que nos acostumbramos a escribir notas a pedido y sin que importen en absoluto nuestros propios puntos de vista.

Pero vamos al grano. Ayer nos hemos enterado que la sección "El Mercado" (El Cocinero) ya no la tendrá a la colega Laura Litvin como su autora. No sabemos si la sección desaparece o si cambia de manos, ya que el diario decidió no tercerizar más la producción de las notas.

No importa. Ya hace un par de meses que las mentes brillantes de La Nación habían destruido ese espacio que inició tiempo atrás Martín Teitelbaum, quien al pasar a la función pública en Canal 7 le dejó la posta a Laura. No solo sacaron una de las tres páginas de la sección, sino que solo comenzaron a aparecer cocineros famosos y no se brindó más información sobre las características de cultivos y la enseñanza de los productores.

La poda llegó también a otras áreas, al parecer, como los vinos y el café. Pero sí continúa vigente el "Corresponsal del Buen Vivir", la columna soporífera del vivo de Francis Mallmann, que es una máquina de facturar pero no ha dejado ni dejará nada positivo para la gastronomía argentina. Menos a sus colegas.

Si alguien conoce a un amigo que haya podido terminar una sola vez de leer alguna nota del promocionado cocinero, que chifle ya mismo. Nosotros no lo hemos conseguido pese a los ingentes esfuerzos por hacerlo.

Más allá de estas cuestiones aleatorias, lo que más nos duele es que se haya desguazado una sección muy útil y educativa, que es un poco la línea que sigue Fondo de Olla ©, donde nos preocupamos para que los lectores sepan (y entiendan) que un plato no nace por generación espontánea, que hay productores detrás, que hay investigaciones hasta alcanzar la calidad de un insumo, que no todo es frivolidad en este mundo de la gastronomía.

Saben nuestros lectores que recurrentemente publicamos informes sobre la producción de alimentos, sobre la ímproba tarea que realizan el INTA y la Facultad de Agronomía de la UBA, solo por citar dos instituciones modelo de nuestro país.

Que nos enojamos también cuando gente que debiera informarse mejor porque sus dichos tienen gran repercusión, desmerece a la carne argentina o critica lo que tenemos aquí poniendo como ejemplo a productores como los europeos y estadounidenses, que reciben elevados subsidios para que permanezcan en el campo y produzcan lo menos posible.

Una vez más, la frivolidad ha triunfado. Los que recibimos el diario La Nación y su revista los domingos, cada domingo nos tomamos menos tiempo para leerla, mucho menos ahora que le han extraído la esencia en esa sección en la que podíamos encontrar mucha información sobre los productos, quienes los cultivan y crían, y cocineros que en algunos casos tenían un medio de transmitir sus ideas en un medio de comunicación masivo.

Una pena que el editor y las cabezas del diario no lo entiendan así, porque son neófitos en la materia y piensan que lo mejor para nosotros, los lectores, es estar desinformados y estupidizados por tanta frivolidad.

Nuestra solidaridad con la colega Laura Litvin, que ha hecho muy bien su trabajo. No queremos hacer periodismo de periodistas, pero en este caso es lamentable que tiren por la borda un esfuerzo de años por darle a nuestra gastronomía el espacio que merece.

Ya no quedan revistas de cocina y de vinos, ya los diarios están abandonando el barco. Los que nos ahogamos somos los lectores.

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