Ni sofisticada ni pretenciosa, la cocina de Enrique Pironio es gustosa. Es simpleza más sabor. Ni más ni menos. Y un corazón grande para seguir en la brecha. Otro "tapado" que descubrimos en City Bell.
El movimiento se demuestra andando. Y no sólo hay que visitar lugares exóticos (léase fuera de nuestro país), restaurantes de alta cocina, hoteles cinco estrellas y excentricidades con las que a veces nos encontramos los periodistas.
Todo vale, siempre se aprende. Y de la misma forma vale un viaje de 14 horas en avión que un rato en tren, ómnibus o auto hasta City Bell, hermosa localidad que antecede a La Plata, de la cual hablaremos en sucesivas notas.
Y de Casa Corazón, la casa de comidas (porque más que restaurante es como comer en casa) que Enrique Pironio, el personaje en cuestión, posee en esta localidad de casas bajas, vecinos que se conocen y tranquilidad pueblerina.
Conocimos a Enrique en una feria de vinos ahí mismo en sus pagos, presentados por los hermanos Zárate. Tardamos en cumplir la promesa de conocer su cocina y llegó el momento recién dos años más tarde.
Se nota su pasión por la cocina. De sus redes sociales se desprende también que es un skater (¿o será que solo las exhibe pero no las utiliza?). Medio hippie también. Camisas colorinches, brazo derecho tatuado.
Un chef que la pelea, porque está difícil la cosa. Y no todos se dejan tentar por la luces de la caja boba. Hay cocineros que cocinan, que se queman los dedos y se bancan 16 horas sin parar.
Pironio es uno de ellos, sin dudas. Integró la brigada del Hilton de Puerto de Madero al momento de su apertura. Sucedió a Diego Cortés, su colega dueño de La Usina, al frente de la cocina de Los Fuegos, también en City Bell.
Anduvo por el mundo del vino y en otros lugares de su pago chico. Pero finalmente recaló hace ya tres años en su Casa Corazón. Enrique te recibe en su casa, que no es en la que vive con su esposa y dos hijos, pero es como si lo fuera.
La calidez de los que allí trabajan, se traduce en el placer de disfrutar de platos simples, hechos con el corazón. Y la sapiencia de quien sabe trasladar sus conocimientos a un plato, en el que encontraremos los mejores sabores, potentes, con equilibrio, sabiamente combinados.
Esos aspectos los dejamos para otra ocasión. Ahora el personaje es Enrique Pironio. Un chef que valora lo que hace la prensa independiente y no te mira por sobre el hombro. Un cocinero, que es puro corazón como el nombre de su casa restaurante.
Rëd Resto & Lounge y su chef, Alejandro Bontempo, recibieron a Juani Kittlein, quien trajo desde el Restaurante Socarrat de Miramar algunos de sus platos icónicos, entre ellos la increíble paella con socarrado.
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El único omakase de la ciudad en el que el pescado se reemplaza por carne vacuna y porcina. Una audacia de los chefs Ignacio Bravo y Uriel Hendler, quienes idearon esta propuesta sui generis de excelente relación precio calidad.
