Fabián Masuda, sushiman de Club M Omakase

Todos hablan de Club M Omakase. Su menú degustación, librado a la libre improvisación del sushiman, no es otra cosa que la confianza ciega en quien tiene la responsabilidad de brindarnos lo que le sale en ese momento. La palabra japonesa "omakase", significa eso precisamente. Dejarle al sushiman que decida por nosotros lo que vamos a comer.

El término suele escucharse en los restaurantes japoneses y es algo así como una señal de respeto para con el chef (en este caso el sushiman). Y es lo que destaca a Club M Omakase, una especie de lugar de "puertas cerradas" que antes estaba en el primer piso del Bar du Marché, pero que con el cambio de locación, en la esquina de Nicaragua y Arévalo, pasó al subsuelo.

La experiencia de comer sentados en las butacas de la barra, conlleva un plus, como lo es ver en acción a Fabián Masuda y sus compañeros de ojos rasgados.

La realidad indica que pocos conocen a este joven sushiman, que está modificando las tendencias conocidas en este rubro cada vez más popular en el público porteño.

Fabián comenzó de casualidad en la gastronomía, como ayudante de camarero en el Restaurante Kitayama, en la calle Virrey del Pino, entre Cabildo y Ciudad de La Paz. Los dueños son viejos conocidos de sus padres. Cuenta que ellos estaban reinaugurando su restaurante en una nueva locación y le habían encargado a su papá (paisajista) la construcción de un jardín japonés.

"Yo lo fui a ayudar con el jardín y una vez terminado el trabajo inauguraron el restaurante y me invitaron a trabajar allí como ayudante de camarero", recuerda.

 En ese lugar conoció a Juan Matsuoka. "Su oficio y pasión me deslumbraron", afirma Fabián. Al tiempo, Juan abre su restaurante, Irifune, junto a Takeshi Shimada, y allí es donde aprende el oficio de sushiman.

Luego de pasar cinco años en Irifune, un día Ken Shiizu (entonces jefe de sushi de Osaka) le comenta que estaba haciéndose cargo de un restaurante en San Telmo (M Buenos Aires) y le ofreció un puesto a su lado. Ahí se cerró el círculo, porque aprendió las técnicas de la Cocina Nikkei, que tiene mucha influencia peruana.

Lo demás es más conocido: desde 2012 es el sushiman de Club M Omakase. Y el consejo que les podemos dar a nuestros lectores, es precisamente darle crédito a Fabián. Siéntense en la barra si hay lugar (mejor que en las mesas) y digan omakase. Les aseguramos que la experiencia será inolvidable.