La gastronomía de la cadena NH tiene un estilo particular, que se respeta a rajatabla en todos los hoteles. El Jousten (con su Restaurante Aralar), fue el primero en destacarse por su propuesta impecable, luego trasladada al resto de los NH porteños.
Aralar es el nombre de una sierra que abarca parte de la provincia vasca de Guipúzcoa y de Navarra. Precisamente, es en esta región española donde nació la cadena NH, con fuerte presencia en Europa y también en nuestro país. De hecho, en Buenos Aires, además del Jousten, se destacan las cocinas del City, Crillon, Lancaster, Tango y varios más. Al igual que el Provincial de Mar del Plata y NH Mendoza. Hay que decir que el Jousten de la avenida Corrientes, fue el primero en mostrar la excelencia de la propuesta gastronómica de la cadena española. Comenzamos a frecuentar su elegante salón, en el que se mantuvieron intactas, ciertamente, las columnas y otros detalles de la ornamentación original. Era la época de la dupla Daniel Larrea Rincón (chef vasco) y nuestro amigo Emiliano Fabaz (hoy director del NH Aranjuez).
Aralar es un lugar especial por su discreción y la calidad de su propuesta. Responde al estilo de la cadena NH, en este caso con la impronta del joven chef Fernando Allo.
Hoy el NH Jousten y su Restaurante Aralar, cuentan como chef ejecutivo al joven Fernando Allo, quien le dio su impronta personal a los platos de la carta (cuatro entradas, cinco principales y cuatro postres), aunque respondiendo como es lógico al estilo ya comentado (cocina española moderna con raíces mediterráneas). Lo que se observa, además, es una especial preocupación por asegurar la calidad de la materia prima (por ejemplo, pulpo español, vegetales traídos desde Tres Arroyos, langostinos del Mar Argentino). Se puede comenzar con los tentáculos de pulpo a la plancha con papas rosti, salsa romesco y brotes de estación; boquerones marinados en aceite de oliva y jerez con germinados de estación; o carpaccio tibio de langostinos con lechuga lollorosso, brotes de mostaza y vinagreta de alcaparras. Entre los principales, el salmón del Pacífico con cous cous y espárragos; mero con risotto de calabaza y vegetales baby; bife de chorizo con milhojas de papas y panceta; suprema de ave rellena con queso brie y tomates secos, con ensalada de hojas verdes, gajos a vivo de cítricos y aderezo de yogur natural; gnocchi artesanales de calabaza en suave crema de setas y tomates asados. Y para el final, cremoso de banana split y lágrima de cítricos, o los más “livianos” helados de la casa.
No se cobra servicio de mesa; precio promedio, desde $ 200. Para definir la cocina de Aralar, sólo resta agregar que en la simpleza se potencia la calidad.
Un restaurante de campo como los hay a montones en Italia. Peumayén, cuyos dueños son descendientes de alemanes del Volga, ofrece una cocina auténtica en la que se entremezclan platos autóctonos y de inmigrantes.
