Vecinos de las trufas

Peumayén - Un lugar soñado en Espartillar

Jueves, 1 de septiembre de 2016

Un restaurante de campo como los hay a montones en Italia. Peumayén, cuyos dueños son descendientes de alemanes del Volga, ofrece una cocina auténtica en la que se entremezclan platos autóctonos y de inmigrantes.

Peumayén  - Acceso a Espartillar, Buenos Aires - Teléfono 02923-15542181. Abierto mediodía y noche. Principales tarjetas

Cocina: Casera
Lugar: Espartillar (Buenos Aires)
Precio: $$

El interior del país hay que recorrerlo, es la única manera de encontrar lugares sencillos donde la gente es hospitalaria. Y en materia de comidas, la onda es familiar y casera, como es el caso Paumayén, "un lugar soñado" en Espartillar.

El pueblo está ubicado a 520 kilómetros de donde uno vive. Tito Platz y su esposa Lily, desde hace un tiempo dejaron los avatares que presenta la actividad agropecuaria (sequía, pago de retenciones, precios internacionales bajos) por una tarea que, por lo que se advierte en sus rostros, les da un enorme placer.

Y no es que la restauración sea un negocio en el que no abunden los contratiempos y los imprevistos. Visitamos este pueblo hace casi tres años. Estaban los dueños de casa atendiendo con la amabilidad de siempre, y Tito nos contaba que es descendiente de alemanes del Volga, aquellos compatriotas que llevó Catalina II a las tierras de los zares. 

Por diferentes motivos, como la miseria y las persecuciones, muchos de esos alemanes volvieron a emigrar a otras regiones del planeta, entre ellos la Argentina. Algunos, muchos de ellos, se asentaron en la provincia de Entre Ríos (Crespo, General Ramírez); otros fueron al sudoeste bonaerense.

PEUMAYÉN SIGNIFICA "LUGAR SOÑADO" EN LENGUA MAPUCHE. ES ADEMÁS UN RESTAURANTE Y CAFETERÍA, CON ALOJAMIENTO INCLUIDO, EN UN PEQUEÑO PUEBLO BONAERENSE LLAMADO ESPARTILLAR.

Contada esta historia, diremos que no fue casualidad que llegáramos a este pueblito de mil habitantes, donde Trufas del Nuevo Mundo inició un emprendimiento de cultivo de trufas desde hace ya más de cinco años. Y a Peumayén nos llevaron a comer, por supuesto. Por iniciativa de Trufas.. y la Bodega Catena Zapata volvimos al sur bonaerense para observar los avances de la producción (pero eso será motivo de una próxima nota). 

En Peumayén, uno se encuentra con empanadas de carne, fritas, muy buenas. O se puede pedir la bandeja de fiambres caseros (con chorizo de campo, bondiola, lewerbürst, etcétera). También lengua a la vinagreta y matambre arrollado. 

Entre las pastas, el plato "estrella" son los varénikes, pero atención porque no es la receta clásica de la cocina judía (rellenos de papa); éstos llevan ricota, manzana y nuez, y se agregan crema y pan frito. Es una preparación de los alemanes del Volga. 

Además, hay raviolones verdes de ricota, canelones de ricota y acelga, lasagna, sorrentinos de jamón y queso, y tallarines. Las salsas se eligen a gusto del comensal.

No olvidar que la zona es muy ganadera, de modo que cualquier carne será de calidad excepcional. La carta incluye lomo (al champiñón o a la ciruela); peceto relleno con papas a la crema; colita de cuadril rellena; carré y costeleta de cerdo; costeleta vacuna, y milanesas. Y los postres son simples: tiramisú, flan, ensalada de frutas, queso y dulce; higos en almíbar con queso.

Pero esta segunda visita nos deparó una sorpresa. No estaba Tito (de viaje por Sudamérica para traer al país un viejo Torino que realiza el trayecto Alaska-Argentina, pero sí Lily, como siempre una amabilísima anfitriona. 

Y ahí nos enteramos que en Espartillar se celebra la Fiesta de la Carbonada, un plato que no es de la zona realmente, pero que que fue adoptado por los lugareños. Dicen que tiene un origen belga, pero fue traído por lo españoles (de ahí que sea más común en el norte del país).

La receta local es bastante particular, por cuanto lleva arroz, arvejas y duraznos al natural (no los clásicos orejones como es más común). Un par de cocineras de la localidad se encargaron de preparar este plato que degustamos con vinos de la Bodega Catena Zapata.   

Fue un regreso feliz a este lugar donde se disfruta a pleno la cocina casera de campo. Y los precios son más que razonables. Más no se puede pedir.