Pedro Picciau nació en Cerdeña pero llegó al país de muy chico, para afincarse con su familia en Campana, tierra de inmigrantes italianos como tantas otras que existen en nuestro país. Los 75 kilómetros que separan a esta localidad bonaerense, no son impedimento alguno para que los amantes de la cocina peninsular puedan disfrutar del que en FDO consideramos el mejor ristorante en RCP (relación-calidad-precio). Italpast es auténticamente italiano, respetuoso de las recetas regionales en general y sardas en particular. Y encima a precios más que razonables. La casa tiene desde hace unos años una sucursal dentro de la Reserva Cardales, donde se come tan bien como en el pueblo. Son lugares diversos, con ambientaciones y vistas diferentes, cada una con su propio encanto. Es cuestión de elegir o alternar. En el segundo caso, está al frente del local Luciano Picciau, hijo de Pedro y Mona. Hay que decir por sobre todas las cosas, que Pedro es uno de esos hombres generosos, siempre alegre y simpático, talentoso pero al mismo tiempo discreto y modesto. Nada que ver con los cocineros estrella, mediáticos. Sus tortelloni burro d’oro le hicieron ganar un premio en Bologna en el año 2004, donde competían chefs italianos residentes en diversas partes del mundo.
Pero Pedro es un tipo sencillo, sin estridencias, alejado de los excesos y que te recibe en su ristorante como en su propia casa, entre ellos las especialidades de su patria chica (Cerdeña), como la porchetta alla Sarda, los malloreddus (gnochetti sardi con salsa de tomates y salchichas frescas) y pappardelle aum aum (con salsa de tomates, berenjenas, mozzarella de búfala y albondiguitas). Italpast nació en 1995, en ese entonces sólo como rotisería donde se vendían pizzas y pastas. A fines de ese año, se abrió el ristorante con unas pocas mesas, ubicadas en la vereda de la calle Beruti, sobre una tarima de madera. En 1997, se habilitó un salón sobre la calle Dellepiane, y ya en diciembre del año siguiente, se inauguró el salón principal con capacidad para 86 comensales. Italpast siguió creciendo, con la ampliación del salón principal y la cava donde es posible comer, beber y escuchar un concierto de Andrea Bocelli, todo al mismo tiempo. El antipasto Caffé Prima Pasta (alude al nombre de un ristorante de Miami cuyo propietario, Gerardo, es amigo de Pedro), resulta ideal para “calentar los motores”. El jamón crudo estacionado y la mortadela son impecables, al igual el queso Parmesano estacionado por el chef. También vale la pena probar la burrata con prosciutto crudo.. De la pasta tradicional, lasagna della nonna, fettucine nero di seppia ai gamberi y sippia diavolata (con atún, tomate fersco y pesto). Una especialidad de la casa es el roast beef alla pentola, aromatizado con mirto. Y para rendir homenaje al río vecino, nada menor que pacú en las tejas. Para el final, la degustación de dulces de la casa, que incluye tiramisú y panna cota. La carta de vinos amplia y a buen precio, también destilados y licores italianos (grappa, amaro). Y no hay que irse sin llevarse alguno de los productos que se venden en un sector del ristorante, algunos de ellos fatti in casa.
