La tendencia va in crescendo. Los lugares en los que el verdadero protagonista es el vino, y a partir de él se elige lo que se va a comer, no es novedad en Buenos Aires. Así lo propone Trova Bar de Vinos.
El estilo lo inició (y luego lo abandonó) la cadena de vinotecas Winery. Luego siguieron otros emprendimientos, entre ellos alguno que otro en el que la política (o el diablo) metió la cola. Pero hoy vamos a hablar de Trova Bar de Vinos (y Vinoteca), una creación del sommelier Alejandro Verbitsky Russo. La imponente esquina de Honduras y Ravignani sorprende con un edificio de dos pisos. Aquí también, el protagonismo lo tiene el vino, luego recién es tiempo de elegir qué comemos. Una propuesta “al revés” que atrae cada vez más al público con iniciativa.
Al ingresar, se observa sobre la izquierda la cava con más de 200 etiquetas y alrededor de 3.000 botellas. Hay un salón en la planta baja, con sillones tipo living y mesas altas, donde se puede comer de manera informal. Arriba, también funciona un salón intermedio, para pocas personas, mientras el piso siguiente permite comer con mayor privacidad en otro saloncito muy bien ambientado.
En Trova se pueden elegir entre 25 vinos diferentes que se sirven por copa, como para que cada uno elija la forma de acompañar los platos de estilo italiano o las tablas de quesos y fiambres artesanales
Diariamente, hay 25 etiquetas disponibles para acompañar los platos que se pidan. La carta oscila entre las porteñísimas picadas (tablas de quesos y fiambres), y platos con raigambre italiana. En el primer caso, 3 variedades de quesos cuestan $ 70 (precios de fines de agosto) y las 5, a $ 110. También hay jamón de Parma, salame de ciervo y de jabalí. De la carta, para comenzar se puede pedir carpaccio de salmón ahumado; bruschetas de hongos y caprese; burrata con jamón y tomates confit; olive ascolane; brocheta de cordero, y langostinos Parma. Algunos principales son la carrillera al Cabernet con papas especiadas; penne rigate con crema de salmón ahumado y zucchini; risotto del día, etcétera. Para el final, clásico tiramisú; panna cota de limón y ganache de chocolate; o semifreddo de Campari. No se cobra servicio de mesa.
El plato fuerte son sin dudas los vinos, dentro de una carta extensa y muy bien pensada. Como se dijo, las opciones por copa son numerosas y se cambian todo el tiempo. También hay degustaciones de cepas no tradicionales, incluyendo vinos de cosechas tardías. Y además está la posibilidad de aprovechar la vinoteca para llevarse algo a casa, a precios muy convenientes. Trova es un lugar muy tentador para gente joven, con ganas de probar vinos y comer cosas en la vinoteca.