Evidentemente en las grandes capitales del mundo hay gente aburrida. Niños ricos, pobres de espíritu. Para llenar sus corazones han salido con esta huevada.
Si el personaje de Willy Wonka fuera real, estaría envidiando este polémico proyecto que tiene sede en Londres. La cuestión es que un ascensor ubicado en la sede de una empresa está "empapelado" con 1.325 galletitas adhesivas que al lamerlas llevan directamente al recuerdo de las McVitie Jaffa.
La idea provocadora sale de la mente del archifamoso chef Heston Blumenthal y el polémico artista Damien Hirst. Los dos saben llamar la atención: Blumenthal será el primer hombre en cocinar una hamburguesa artificial y Hirst se ha llenado los bolsillos con arte considerado basura para los puristas del asunto. Otros simplemente lo consideran el Andy Warhol del nuevo milenio. Para saber más solo hay que recordar su famosa calavera recubierta con diamantes.
Estuvieron trabajando semanas con técnicos de alimentos y artistas, con la intención de sacar de la rutina a los pobres empleados de las oficinas. En el ascensor en cuestión hay un "supervisor de higiene”, que invita a chupar las paredes y luego cambia los dulces usados por otros nuevos.