No saben lo que se pierden

Jueves, 21 de marzo de 2013
Ahí lo tienen a Juan Carlos Fola otra vez con temas espinosos. ¡Y eso que le dije, eh! Para colmo de males, ahora se mete con las religiones (religiones directamente). Como si fuera poco no le gusta el arroz con leche. En fin, es una lucha lidiar con este hereje (Cali Fidalgo).



Desde que el hombre es hombre, su alimentación ha sido una preocupación permanente. Hubo una época en que no había tantas vueltas, eran los tiempos de “todo bicho que camina va a parar al asador”. Al menos después de que apareciera el fuego.

Hasta ese momento se conocía una forma más simple de comer sushi, sashimi, kepe y carpaccio. Todo se comía crudeli, crudeli. Y el hombre era feliz, comía de todo y nada le hacía mal. Pero aparecieron las religiones, con sus dogmas alimenticios, con el único propósito de ponerle trabas a los gourmets de entonces, y también a los actuales, ya que como los dogmas no se actualizan todavía hay credos monoteístas que, por ejemplo, insisten en que la carne de cerdo es nociva para la salud. De modo que como rebelde que soy, me resisto a que me impongan cosas y menos aún si provienen de las religiones, las sectas, los credos o cualquier cosa intangible que tenga que ver con lo “gnóstico”, porque soy “agnóstico” (gracias a Dios).

Seguimos adelante y al tiempo que aparecían los psicólogos para llenarnos la cabeza de necedades, surgieron las modas veganas, vegetarianas, proteccionistas de los animales (que yo cuido a mi perro, Nerón, como si fuera de la familia, que lo es), pero a la vaca me la como, al cerdo también, al pollo, a los pescados y mariscos, y a todo bicho que camina me lo llevo al asador. Justo me acuerdo ahora de mi amigo Marcelo Murano, que dice que todos los que no comen pescados y mariscos aducen supuestas alergias, porque les da vergüenza reconocer ese auténtico pecado al paladar.

Y a mí, en lo personal, no me vengan con la excusa de la salud, porque todo es cuestión de medida. Algunos dicen que se sienten mejor porque no comen carne. Otros que el vino hace mal, claro si te tomás dos botellas por comida, terminarás con cirrosis. Si te mandás para adentro una media res, el hígado explota. Yo, por mi parte, no renuncio ni renunciaré al peperoncino que le pongo a las pastas, al foie gras, a los codeguines que consigo en el Mercado del Progreso y a tantas cosas ricas más (como las que figuran más abajo). Bueno, en mi caso, sólo me impongo una autoprohibición: el arroz con leche. Quizá porque en mi casa lo hacían con asiduidad, siempre me dio asco.

No intento convencer a nadie de que haga lo que digo, después algunos lectores me acusan de soberbio, tozudo, engreído, pedante, loco, imbécil, ateo, comunista, anticlerical y muchas cosas más. Lo que sí les quiero decir, es que no saben lo que se pierden. Pasen y vean, señores.

Los musulmanes no toman vino, ergo se pierden el Malbec argentino, el Torrontés salteño, los champagnes franceses (valga la redundancia), los cavas españoles, el Amarone italiano, el whisky escocés, el aquavit escandinavo, la grappa italiana, el Tocai húngaro, qué desperdicio. Los católicos hoy son mucho más flexibles, pero por nada del mundo me perdería un asado sólo porque es Viernes Santo. Si creés en Dios, podés honrarlo de otra manera, me parece. Los judíos son de alguna manera los campeones de lo prohibido, al menos para aquellos que siguen a rajatabla los ritos ortodoxos de la Torá. Tengo una suegra judía cuyo plato preferido es el lechón, así como amigos de esa religión a los que invito a comer bondiola de cerdo, jamón, milanesa napolitana (por eso de no poder mezclar carnes con lácteos), mariscos, achuras, cortes de los cuartos traseros (que son los más ricos y costosos) y cualquier alimento no supervisado por un rabino. Y lo mucho que disfrutamos. Brindo por ellos.

Los veganos se pierden casi todo, se creen que pueden alimentarse sólo con vegetales. Allá ellos con su dieta. Y los ovolactovegetarianos, al menos comen huevos y quesos. Pero nada de carnes, ajjj.

Señores, yo soy como Nerón (mi perro gourmet), como de todo y sin culpas. Miren la lista que sigue y verán que tengo razón. Al menos hasta que el cuerpo diga basta.




Los diez mandamientos (de lo que hay que comer)
* Los chinchulines de chivito de La Brigada (Foto) - Estados Unidos 465 -
Tel.: 4361-5557

* El chuletón vasco de Sagardi Humberto Primo 319/333 - Tel.: 4361-2538

* El rabo de toro de MiramarSan Juan y Sarandí -Tel.: 4304-4261

* La codorniz rellena de Restó - Montevideo 938Planta Baja, Barrio Norte. Tel.: 4816-6711

* El cochinillo del Casal de Catalunya (Foto) - Chacabuco 863 Tel: 4361-0191 / 4307-0912

* El costillar con chinchulín al horno de barro del Club del Progreso - Sarmiento 1334 -Tel.: 4372-3350/3380

* La pizza Atómica de La Guitarrita Cuba 3300 Tel.: 4704-0756

La carrillera al vacío con puré de manzanas, espuma de Cabrauntar  y espinacas salteadas de Tarquino Rodríguez Peña 1967 - Tel.: 6091-2160

*  Los bifecitos con papas rotas de   - Costa Rica 6000 - Tel.: 4772-8569

* El puchero mixto de El Imparcial (Foto) - Hipólito Yrigoyen 1201 -Tel.: 4383-2919

(Y vino a discreción, tragos, champagnes, licores, destilados)



 

Foto La Brigada: (c) www.currycurryquetepillo.com

 



 
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