Para el folclore argentino, éramos favoritos para ganar el Mundial del Asado. Y terminamos quintos, lo que no está mal, por ser la primera vez. Pero los medios hablaron (sin saber demasiado) de papelón, fiasco, caída estrepitosa y paliza. Ni tanto ni tan poco.
WBQA es la World Barbecue Association, que organizó entre el 24 y 26 del mayo, en Saidia (Marruecos), el pomposamente llamado Mundial del Asado (perdón por la cacofonía). No hay datos oficiales aún en la web de esta organización, pero se supo que los argentinos, que habían ganado una especie de “partido amistoso” el sábado, cuando cocinaron al asador o en la “cruz” nada menos que 10 corderos. Pero al final, a la hora de la verdad, quedamos quintos. El podio fue para Dinamarca, seguida por Alemania y el paisito Liechtenstein. Podríamos comparar la performance argenta con el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, donde también quedamos en esa posición, pero al menos los representantes nacionales no se “comieron” cuatro con los alemanes como el equipo comandado por el estratega Diego Maradona.
Ayer, todos los medios les dieron a los pibes argentinos como para que tengan. Fondo de Olla se hizo eco de una nota aparecida en Minuto Uno donde se hablaba de papelón. En otros diarios se habló de “participar sin pena ni gloria”, “Argentina perdió con Liechtenstein”, “Otro fracaso”, “Estrepitosa derrota argentina en el Mundial del Asado”, “Fiasco argentino…”, “Perdió por paliza”, y varios epítetos descalificadores más. Si uno mira con atención lo que ocurre con algunos países europeos, comprobará que no es casualidad que los escandinavos ganen todo lo que se proponen (el Bocuse d’Or, la Guía S. Pellegrino –pese a que este año Noma quedó segundo- y otros laureles más por aquí y por allá). No debe sorprender tampoco que aparezca Alemania, mucho menos un estado tan pequeño como Liechtenstein.
Comencemos diciendo que la carne la pusieron los marroquíes. De manera que al no llevar la “mejor carne del mundo”, corríamos con la ventaja inicial. Y está claro que nos creemos “ases” en materia de hacer asados, tanto como jugar al fútbol, donde no por nada tenemos a D10s y al Messías. Pero si alguien creyó que éramos favoritos, le erró de cabo a rabo.
Los pibes de Locos x el Asado, a la sazón los integrantes del equipo nacional en Marruecos, no le robaron a nadie ni cometieron ningún delito. Nosotros, en FDO, dijimos que hubiera sido más atinado organizar un concurso interno (como se hace con los cocineros que quieren participar en el Bocuse d’Or), pero nadie puso la guita para hacer el torneo local, ni tampoco otro parrillero o asador se postuló para viajar. La realidad fue que el titular de la WBQA, Jounes Foudil, vio a Locos x el Asado en Facebook, y los invitó a participar por la Argentina. Poco serio lo que hizo la WBQA, pero qué culpa tienen nuestros muchachos. Ellos llevaron artefactos modernos como el kamado, pero también cocinaron a leña y con gas. Tuvieron que hacer dos platos a base de cordero (no olvidar que estaban en Marruecos), uno con pollo, otro con carne vacuna, y un postre libre, eso sí cocido al menos en un 60% con el mismo método del asado. Se juzgaba por el sabor, la consistencia, la limpieza y la presentación. Habrá que esperar el regreso de los integrantes del equipo argentino para conocer más detalles, como por ejemplo quiénes eran los jurados, si la elección fue a “ciegas” o no, si todos tuvieron medios similares a su alcance, etcétera. Pero seguramente, los que ganaron han tenido más tiempo de preparación y una infraestructura que los de esta parte del mundo no contamos. Si se evalúa todo eso, un quinto puesto no está mal. Ahora bien, si nos creemos que somos los “Gardel” del asado, una vez más estamos perdidos. Los demás no comen vidrio, precisamente. Conozco los países que estuvieron en el podio, mucho más Dinamarca, por razones profesionales. Y debo decir que he comido cerdo asado como en ningún otro lugar del mundo. Aunque tengan otros cortes, otras técnicas, otras costumbres, son tan buenos (o más) que nosotros. O sea que no hay que hacer leña del asado caído. Y al final y al cabo es un simple concurso, que en definitiva no sirve más que como hecho folclórico.