Hay cosas feas para tomar, sin dudas. Y hay muchos que, para llamar la atención, dicen y hacen boludeces
No sé por qué ahora me acordé de mi amigo Augusto, a quien se le ha dado por tomar sólo vino blanco, y encima hay que ver cómo le mete soda si es que lo que estaba tomando no era muy de su agrado. Pero en fin, el tipo sabe del tema y hay que dejarlo hacer esas locuras, para que al menos tengamos motivo de discusión y bochorno en las reuniones de los lunes. Recuerdo también a mis amigos de la adolescencia, que no tomaban vino (yo era un poco el “rarito” en este sentido). Pero le dábamos también a la cerveza (que en aquellos tiempos aún no era “birra”). Los pibes le metían naranja Fanta, qué asco. Y quién no se acuerda del berretín mediático del Gato Dumas, que una vez dijo que había que beber el “champú” con hielo, y miles y miles de imbéciles tomaban entonces espumoso (que en ese momento era todavía champagne) caliente que se enfriaba con cubitos. Un despropósito, pero el Gato era el Gato, y lo consideraban un genio aunque se mandara una sandez semejante. Como es de rigor, varios formadores de opinión se aliaron a esta moda insensata que propuso Dumas, para tomarles el pelo a los idiotas útiles.
Pero éstas, las actuales, son épocas de la jarra loca en los boliches. Una basura que te arruina el estómago, el hígado y el cerebro. Lo más parecido que bebí de una jarra loca, fue en un casamiento en Salta, donde el enorme recipiente contenía litros de fernet y de cola. Una bobería, cosa de niños comparado con la verdadera jarra loca. Hizo efecto, porque hice algo a la que pocas veces me animé: bailar. Tiempo atrás, nos enteramos por la web (qué hacíamos antes sin Internet, ¿alguien me lo puede explicar?), que en Japón se vende una bebida mitad vino de Andalucía (sí, de Andalucía, porque el terruño es el terruño) mezclado con gaseosa. La marca parece que es Highball (porque como la lata viene en japonés no entiendo un joraca) y la elabora Kirin, que acá distribuye la Coca-Cola (agua mineral, sin gas, con gas, etcétera, pero no el engendro de marras). Y como Tinelli no inventó el “Bailando…” ni el “Cantando”, que lo sacó de la paupérrima tele italiana, acá unos empresarios quisieron inventar la pólvora, que en realidad la copiaron, y mal encima. Así salió en botella y tetra la bebida “Dos Tonos”, una combinación histérica entre vino y gaseosa, o vino y jugo.
Mirá, la verdad es que si te gustan estas cosas, dale para adelante. Pero no hay necesidad de que te la vendan en el super, y pases vergüenza frente a los demás congéneres. Cuando nadie te ve, ponele un poquito de coca al vino, o si te gusta naranja Fanta, o peor aún, cualquier gaseosa “Light”, esa que acompaña la comida de un gordo que se come todo pero toma con “pocas calorías”. Autoengaño que le dicen. Mi socio Cali me pidió que probara el brebaje en cuestión, para después hacer la crítica. No señor, de ninguna manera. Es como obligarme a tomar leche (“vade retro Satanás”). Dejo eso para paladares más audaces que el mío. Pese a sonar extremista, tomar vino con gaseosa o jugo, es peor que la jarra loca. Si hasta prefiero hacer fondo blanco de vino ídem con soda, con mi amigo Augusto, mientras nuestros compañeros de la UBVA se matan de risa.