Palo, gracias por el vino y la amistad

Miércoles, 2 de enero de 2013
El cumpleaños número 80 de Palo Domingo fue mucho más que un acontecimiento social. Se trató de un homenaje al hombre que a puro instinto, más ha crecido en las últimas décadas en la vitivinicultura salteña.



Es inútil decir que se llama Osvaldo, como su hijo mayor y el primero de sus siete nietos. Acá por Cafayate nadie lo conoce por su nombre verdadero, para todo el mundo es Palo. Cuando vine por primera vez a este oasis del sur salteño como periodista (antes había sido como turista un par de veces), alguien me dijo: “Quien no conoce Salta no conoce la Argentina, quien no conoce Cafayate no conoce Salta, y quien no conoce a Palo Domingo no conoce Cafayate”. Y es verdad, basta acompañar al personaje en una recorrida por el pueblo, para darse cuenta de que lo conocen hasta los perros vagabundos. Lejos está de ser un “aristócrata” del vino, desafortunada frase que alguna vez le escuchamos decir a un vecino de estos pagos y colega “del Palo”. Este hombre, que mostró su sentido de pertenencia con el pago y su compromiso con la gente desde la función pública, es un intuitivo. Y los resultados de su labor, demuestran también que es más inteligente que otros que se creen líderes del mundo del vino.

El costado solidario de la familia lo continúa Gabriel, el hijo del medio (hermano de Osvaldo y Rafael), quien tras un terrible incendio que puso en riesgo a Cafayate, decidió crear el cuartel de Bomberos Voluntarios, aprendió el oficio, viajó al exterior para capacitarse y lucha aún en la adversidad contra algunos insensibles funcionarios de multinacionales que se niegan a colaborar con quienes arriesgan su vida a diario en beneficio del prójimo. Pero ésa es otra historia.

En compañía de Jorge Martínez, la cara de la bodega Domingo Hermanos (y hoy su hermana menor Domingo Molina) en Buenos Aires, llegué a los valles en diciembre de 2001. En poco más de una semana se fue un Presidente, se sucedieron varios otros, efímeros, y volví a casa en medio de una crisis política y económica de proporciones. Pese a esos avatares del país, Palo y su familia siguieron invirtiendo en el país: compraron nuevos viñedos, mejoraron la bodega, construyeron una segunda, instalaron una fábrica de quesos. Y van por más, ahora Palo anda detrás de un proyecto ganadero y aunque parezca mentira, también está pensando en un emprendimiento acuícola (sí, en el desierto de los valles Calchaquíes).

El 27 de diciembre pasado, Palo cumplió  80 años de vida. Los festejó el viernes 28. Y no fue un acto social, sino más bien el homenaje compartido hacia un patriarca de Cafayate. Estaban el vicegobernador Andrés Zottos y también el senador Juan Carlos Romero, pero también el “Oreja” (mecánico del pueblo) y el “Canario”, amigo de la infancia del homenajeado. Y entre tantos familiares y amigos, estaba también este periodista con su familia, una costumbre de los últimos años de gozar de la generosidad del amigo, de compartir los almuerzos familiares, de viajar juntos a Chile y Bolivia, de pasar las fiestas de fin de año como si uno fuera un pariente más. La vida profesional nos ha llevado a lugares que quizá nunca hubiéramos conocido, a hoteles que no podríamos pagar de nuestro bolsillo, pero la sencillez y tranquilidad de Cafayate no se compara con nada. Uno no puede menos que sentirse afortunado de ser reconocido por el Palo, que se enoja si no venís con asiduidad a visitarlo. El gesto vale doble, porque uno sabe que no le abre las puertas a cualquiera, sino a quien él cree que se lo merece. Una vez le pregunté a qué se debía tanta generosidad y respondió: “Te pusiste nuestra camiseta y nunca pediste nada”. Cómo pedir algo más a quien te da todo sin merecerlo.



La historia vitivinícola de Palo Domingo es bien conocida. En su época de “camionero” transportaba uva y un cliente acumuló deuda”. Terminó pagando con una finca, y ése fue el comienzo. Años después era el mayor productor de vino en damajuana del NOA, líder del mercado tras demostrar que se podía vender vino de calidad en envases de cinco litros. Desde el 2000, sobrevendría el proyecto de vinos Premium, con las líneas Finca Domingo, Domingo Molina (el Molina es en homenaje a Leonor, la esposa de Palo) y Rupestre. En el medio, quedaron los DH, una línea intermedia muy consumida en el norte del país. El hecho de ser “damajuanero” lo enorgullece, porque es una señal de que empezó de abajo, nadie le regaló ninguna herencia.

Hemos tenido la suerte de acompañar a Palo en sus recorridas, ver que salía con un fajo de billetes en el bolsillo y volvía sin nada, tras ayudar a la gente necesitada. Hemos visto detenerse a un camión que transportaba fruta, y al conductor bajarse con rapidez para “regalarle” al Palo sandías y melones “por tanto que hizo por mí”. Hemos ido a comprar un remedio, y la farmacéutica no querer cobrarnos porque “Palo me da este local y no me dice nada cuando no puedo pagarle el alquiler”. Cada vez que nuestro equipo de fútbol lograba algo importante (como el ascenso a la A en su momento), sonaba el teléfono porque el amigo quería saludarnos (aunque él sea de Estudiantes,  producto de su paso por la Universidad de La Plata, cuando estudiaba veterinaria).

Fue realmente un privilegio compartir la fiesta de los 80 años. Palo llegó vestido de gaucho (como los de Güemes), rodeado del cariño de tanta gente que lo quiere. Alguna vez dijo en una entrevista para la televisión, que para él la poda era como un orgasmo. Y también que “la vid ama al sol, pero más quiere al hombre que le da sombra”. El es quien nos da sombra cuando pega el sol del mediodía veraniego. Palo, gracias por el vino. Pero también y sobre todo, por la amistad.

 
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