Llegan los premios Eco de Villavicencio

Jueves, 10 de octubre de 2013
Tanta vergüenza ajena ha provocado la elección de los 50 Mejores Restaurantes de Latinoamérica que Fondo de Olla hizo un “blend” entre dos aguas locales para reivindicar a los injustos postergados.

La verdad es que aún persiste la polémica (o la vergüenza ajena) por los resultados de LATAM 50 Best Restaurants. Una farragosa delegación local viajó a Perú para participar de la entrega de premios: chefs, restaurateurs, periodistas. ¿Quién pagó la fiesta inolvidable? No lo sabemos ni nos interesa (y menos mal que no fuimos aunque no habríamos ido de todas maneras aunque los peruanos nos hubieran pagado los gastos). Encima, cayó mal que los propios argentinos se criticaran entre ellos en el mismo lugar de los anuncios. Por lo menos una vez nos salvamos de que nos mandaran al frente. No estábamos presentes.

Nosotros, los de Eco Villavicencio somos medio villeros, de manera que no hubo premiación porque no había plata ni para los canapés. Y aparte teníamos temor de que se nos llenara la casa de termitas. Tampoco ningún restaurante nos “esponsorió” (neologismo que acabamos de inventar), no hubo bodega que pusiera un sola botella (y bueno, si es el concurso del agua, viejo), y menos mal que hay mails (así les avisamos a nuestros ganadores) porque no teníamos ni para pagar las estampillas del correo. Ni hablar de un motoquero, que te cobra un plus en día de lluvia, por vereda resbaladiza.

Bien, de todas maneras queríamos reivindicar a los olvidados de la “mano de Dios”. O mejor dicho del “dedazo” de los jurados anónimos que se votan entre ellos. Acá no somos anónimos, votamos Cali y yo, tal vez en algunos casos influenciados por los amigos de la Cofradía del Cálculo. Pero todo es cristalino como las agüitas Eco y Villavicencio. Porque las aguas bajan turbias en la “bota”. Hubo aluvión en los Apeninos y se embarró la cancha. Mala suerte.

Llegó la biografía no autorizada de la Guía S. Pellegrino-Restaurant Magazine. Y Fondo de Olla les presenta en exclusiva “Guía Eco de Villavicencio”, anunciada por mail porque no teníamos ni para mandar al cartero.

Número 1, Tarquino, que no salió en ningún lado porque parece que no les gusta la gorra de Liporace. ¿Le querrán ver la bocha? Dicen que lo tentaron a Dante con una foto sin gorra a cambio de la figuración, pero no aceptó. A Tarquino lo elogió The New York Times y lo visitan turistas de todo el mundo, pero para los jurados de la risa no “esiste”.

Número 2, el chiquito pero rendidor Restó no aparece tampoco, a tono con el desprecio con que los S. Pellegrino “boys and girls” europeos tratan al genial Michel Bras. Les digo una sola cosa, la codorniz de Restó me gusta más y me cuesta cinco veces menos que la que elogian nuestros colegas de un restaurante lujoso y de lente tapado (porque están prohibidas las fotos ahí, como si fuera el Aeropuerto Ben Gurión. Guido Tassi, no te calentés, no vale la pena, te votamos nosotros (que no será lo mismo pero te queremos).

Número 3: Freud & Fahler Nueva Casa. Se ve que los jurados no se enteraron que Pol Lykan se había mudado. Che, igual sigue estando en Palermo, no es tan lejos como Lima (no la que está al lado de Zárate, sino donde ponen la tarasca para que gane el crédito local).

Número 4: St. Regis. El elegante restaurante del Park Tower ha tenido un cambio de estilo que lo acerca a lo que pretendemos que sea alguna vez la “Cocina Argentina”. Pero los que votaron no saben quién es Javier González Alemán, el chef que suplantó a nuestro gran amigo Alexandre, hoy en tierras aztecas (entre paréntesis, los mexicanos están recalientes porque no pueden creer que los créditos locales hayan hecho más lobby que ellos). Vayan para el lado de Retiro también, genios, no sólo para el Puerto del Callao.

Número 5: Paru nos parece el mejor de los peruanos que hay por estos pagos. Es más, cuando estaba abierto el Astrid & Gastón local, no le llegaba ni a los talones a este restaurante. Pero claro, queda por el bosque de Palermo, dentro del Vilas Club y en una zona oscura, tan oscura como el agua italiana. Che, si les pagaron el avión a Lima, por qué no pedir viáticos para tomarse un taxi.

Número 6: Casa Enna. En este caso los perdonamos, porque quién se va a ir a La Plata a comer a un lugar que no conoce nadie. Bueno, casi nadie. Nosotros fuimos varias veces y se come al menos igual de bien que en muchos de los quince LATAM (digo en muchos, porque algunos son impresentables). Diego Zárate, el chef de Casa Enna, precisamente estaba en Lima por los días de la premiación. ¿Comiendo y bebiendo en el evento? Nada que ver, trabajando y aprendiendo cosas nuevas.

Número 7: La Brigada. Al final, si ellos pusieron una parrilla, porque dicen que es lo que mejor hacemos en la Argentina, nosotros reivindicamos a Hugo Echevarrieta (por qué le ponen siempre Chavarrieta no lo sé). Simplemente porque en su parrilla “distinta” no hay carnes de feed-lot, tiene las mejores achuras de Buenos Aires y un corte especial único. Claro, Huguito es de pocas pulgas y no le gusta sobarle el lomo a nadie. Pero detrás de esa fachada de “malo” se esconde un gran tipo, generoso y amigo de sus amigos.

Número 8: Sarasanegro es lejos el mejor restó de Mar del Plata. Lo conocemos gracias al consejo de Martín Baquero. Pero si estos bacanes no se molestan en ir a La Plata, menos van a hacer 400 kilómetros hasta la Feliz. Aunque pensándolo bien, ¿cómo hicieron con Mendoza? Porque metieron al de Francisco, que encima renunció como jurado una semana antes de la premiación. Al menos no metieron la pata como los de la inefable Academia Argentina de Gastronomía (¿quién los nombró académicos, el Chango Cárdenas?). Recuerden que dijeron el año pasado que Nadia O era el mejor restaurante de la Argentina. Todavía nos estamos riendo.

Número 9: El Manantial del Silencio, el de Purmamarca, donde cocina Sergio Latorre. Una recreación moderna de los platos típicos del NOA, con los productos de allá, como la llama, el pimentón, el maíz. Encima son dos horas de vuelo, más una hora de auto, mucho menos que lo que lleva ir a la tierra de Don Gastón y Doña Astrid. Tal vez los afecte la altura.

Número 10: Aunque a alguno no le guste, votamos por Italpast, porque una vez Pedro Picciau nos dijo que su mayor anhelo es que sus clientes se sientan como en su propia cosa o la del propio Pedro. Y así nos sentimos cuando vamos para Campana. Además de comer muy pero muy bien. Lástima que el embajador de la Birra Moretti es otro, sino lo hubieran elegido (a Italpast) como el mejor ristorante “tano” de la Argentina.

Y paramos acá, porque de la lista LATAM (o mejor dicho “ta mal” como diría un bebé), resiste al menos a algunos lugares valiosos para completar los 15 que la igualarían. Cómo no valorar a Casa Umare y el genial Darío Gualtieri, o a Martín Molteni con su PuraTierra. Lo que más llamó la atención es que a Elena lo metieron de “última”. Me parece que a esta altura todos los jurados estaban mamados de tanta Cusqueña y Pisco Sour. Viejo, si lo iban a votar, lo hubieran metido más arriba, como lo merece. Y aún nos quedarían también otros que ni aparecieron, como el Duhau, Captain Cook, El Casal, Sagardi, etcétera.

Nos despedimos entonces, deseando que para la edición del año que viene tengamos al menos fondos para invitarlos con un pancho y un vaso de Eco-Villavicencio.

 
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