La Tiberina es un ristorante donde se respiran aires romanos, en el barrio porteño que lleva el nombre de otra ciudad italiana. Sabores genuinos y porciones generosas.
La Tiberina remite inevitablemente a la pequeña isla sobre el río Tíber, a la que se accede desde el Trastevere por el Ponte Cestio y que hoy alberga varios bares y restaurantes. Tiene apenas 270 metros de largo por 67 de ancho. En su momento, allí se encontraba el Templo de Esculapio, Dios Griego de la Medicina. El nombre de la isla fue elegido por un grupo de empresarios gastronómicos para su ristorante, que abrieron hace algunos meses en Palermo Hollywood. El local fue reformado en su totalidad para albergar un salón en la planta baja, con patio para fumadores en el fondo de la propiedad y otro techado y calefaccionado, en la entrada. Predomina el color rojo de Campari en sillas y sombrillas, tanto de la vereda como del patio trasero. En la planta alta se encuentra el Restó Bar, que con reservas también funciona para eventos.
En La Tiberina la “estrella” es la vera cucina italiana. Lo más genuina posible, con los ingredientes que uno tiene a su alcance en nuestro país, donde no siempre se cuenta con los productos originales. Hay que decir que los funghi (hongos) son los protagonistas entre los antipasti, a saber cuatro variedades y cuatro preparaciones diferentes: alla padela (sartén), portobello aromatici, gírgolas con hierbas, y antipasto. No faltan la burrata, las bruchetas y también las tablas de quesos y salames. Y las infaltables berenjenas a la parmesana.
Vecina al Trastevere, la isla Tiberina es uno de los lugares con mayor encanto de la capital italiana. Un grupo de amigos recrea su espíritu en un ristorante palermitano.
Las pastas son casi ineludibles. Hay mucho para elegir: bucatini all’ amatriciana; linguini ai frutti di mare; penne all’ arrabiata; lasagna di radicchio e pancetta; caneloni de rúcula con salsa pomodoro; tortellini di spinaci; ravioli di funghi. Se puede pedir también alguno de los risotti, en porción harto generosa, como el de hongos, marinara (con frutos de mar), milanese y con queso gorgonzola. La otra alternativa son las carnes, como coniglio (conejo) alla Ligure, vitello saporito y agnello (cordero) alla Siciliana. Los postres son también clásicos italianos: tiramisú, panna cota, creme caramel de manzana, cantucci toscani con vino dolce y gelati.
Ya se dijo que los platos son contundentes, por lo que se ofrece la opción de pedir medias porciones o compartir con un 25% de recargo. Los cafés son de Segafredo. La carta de vinos, también razonable en variedad y precios. La casa recomienda las etiquetas de la Bodega Monte Cepas. Cobran servicio de mesa, justificado porque ofrecen una muy buena panera con algunos spuntini. Buena experiencia aún para los italianos más inflexibles con la cocina de su patria.