La aventura de salir a comer con chicos

Lunes, 21 de septiembre de 2015

¿Te asustás cada vez que tenés que salir con las "bestias" a un restaurante? ¿Ningún lugar te parece el apropiado para ir con niños? Ésta es nuestra visión del tema, mucho más profundo de lo que parece.


La mayoría de mis amigos me piden consejos sobre el tema. Quieren que les de la solución para las salidas a comer con sus hijos, para evitar un pandemonium. Quiero decirles que el lugar óptimo para salir lo hace uno con educación y límites, a menos que quieras pasar una velada deglutiendo comida de cuarta en un pelotero del barrio.

Vivimos en una época en la que los padres están sin tiempo. Algunos tienen 3 trabajos porque no les queda otra para parar la olla; muchos para poder asegurarse el confort comprando el último auto, el último LCD, el último smartphone o la última ropa de marca (ésa en la que el logo es más grande que la camisa). Estos últimos sienten culpa y el poco tiempo que tienen con sus hijos lo aprovechan regalándole cosas que los chicos no necesitan, haciéndose amigos de ellos y dejando que los pibes hagan lo que se les canta.Esta situación se traslada a los restaurantes. Padres ausentes que permiten que los "pendejos" molesten a los comensales de al lado, generando escándalos, peleándose con los hermanitos o haciendo un desastre en general.

Ideas hay muchas. Algunas son tan radicales como las de nuestro amigo Caffarena que en el blog The Food Circus de Fondo de Olla propone directamente que haya restaurantes en los que se prohíba la concurrencia de los menores de 18 años.

Personalmente, creo, que la culpa no es de los chicos sino de los padres que dejan todo librado al azar de las criaturitas, por ese sentimiento de culpa que les mencioné antes o por irresponsabilidad social simplemente.

No me quiero poner en la postura del padre perfecto porque nadie está capacitado para ello y además reconozco que me he equivocado muchas veces en mi rol. Haciendo esta salvedad les cuento mi experiencia personal: trato de no ser amigo de mi hijo, de darle todo el amor que puedo y dentro de ese amor ponerle todos los límites posibles sin provocarle un trauma.

A nuestro enano lo acostumbramos de bien chiquito a ir a los restaurantes y ningún escenario nos condicionó. Llevamos sus lápices y sus hojas para que dibuje o los autitos para que pueda jugar mientras esperamos la comida. Cuando ocurrió algún mínimo desborde recibió el "freno" correspondiente.

Sólo una vez tuve una experiencia desagradable en una desaparecida parrilla: una veterana que estaba noviando con un tipo 20 o 30 años menor se ofendió por el llanto de nuestro hijo que era apenas un bebé. Les cuento que era al mediodía y en pleno Puerto Madero.  Si la señora tenía ganas de intimar hubiese ido a Te Mataré Ramirez. Igualmente, supongo, el problema era con ella misma, porque también se ofendió con el mozo por una pavada. 

En fin, el problema es de nosotros los grandes que decidimos traer a nuestros hijos al mundo. Si tomaste la decisión, hacete cargo. Vas a ganar por todos los "wines".

Foto: © Mishavera | Dreamstime Stock Photos

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