El Rancho de Ferrito creador de las costillas de cerdo a la Riojana

Lunes, 14 de julio de 2014
El Rancho de Ferrito - Av. Pelagio Luna 647, Chilecito, La Rioja -  Teléfono 03825-422481. Todos los días mediodía y noche. Tarjetas, las principales.

Cocina: Comidas Regionales –Parrilla

Lugar: Chilecito, La Rioja

Precio: $$$

El viaje a Chilecito nos dejó una inevitable visita a El Rancho de Ferrito, el restaurante más viejo de la ciudad y donde, según su dueño Isidro Ferro, crearon las costeletas de cerdo a la Riojana.



De igual manera que no es posible pasar por Cafayate sin ir a El Rancho, una visita a la ciudad riojana de Chilecito (segunda en importancia en la provincia) no estará completa sin ir a comer a lo de Isidro Ferro (“Ferrito” para todos sus convecinos). Personaje querible de la localidad, referente gastronómico (y de todo lo que pasa en el pueblo), cocinero devenido en jubilado que aún así controla todo lo que pasa en su restaurante (hoy en manos de una de sus hijas), protesta por la imagen que deja la nueva iglesia de Chilecito (parecida a la de la capital sanjuanina), por ser demasiado “moderna”. Ya a los 9 años comenzó a ganarse los primeros pesos en una fábrica de “fideos”. Criado en la calle, un matrimonio español se encariñó tanto con él que quisieron llevárselo a Europa, pero nadie imagina a Ferrito sin Chilecito (valga la cacofonía). El Rancho de Ferrito nació el 2 de junio de 1962, con apenas dos mesas y seis sillas. Servían empanadas riojanas (fritas y con papas, en este último caso como las salteñas), pollo al barro, (que se preparaba en las cocinas económicas), la copa Ferrito. Convencido de que hay que “hacer lo que la gente quiere comer”.

Empanadas fritas en aceite de oliva, costillas de cerdo a la Riojana, la Copa Ferrito, el postre Suazo, son algunas de las opciones que ofrece El Rancho de Ferrito.

La historia de la costeletas (costillas) de cerdo a la Riojana, según la versión Ferrito, merece contarse. Cuenta Isidro que estaba trabajando hace muchos años en el Hotel de Turismo, cuando llegó muy tarde un grupo de cinco viajeros, por lo cual el gerente le pidió que les preparaba algo de comer con lo que había en la heladera y la despensa. Como había solo cuatro costeletas, Ferrito (tal como ocurriera con la milanesa a la Napolitana), que tiene una historia parecida) decidió “inventar” algo que los satisficiera. Entonces agregó crema de acelga (no existe en la versión porteña de este plato), arvejas, salsa portuguesa con vino blanco (tampoco vale para las costillas que conocemos), huevos fritos, sal, pimienta y dos tipos de papas: al horno y fritas. Dice Ferrito que esto es porque cada comensal puede elegir la que más le gusta (aunque la mayoría se come las dos). Y desprecia la panceta, que no aporta nada, dice.



En el Rancho hay también vacío al horno con salsa de vino Torrontés, conejo a la cacerola, con cebolla, orégano, tomate y morrón; parrillada con seis cortes diferentes; las infaltables empanadas (fritas, como ya se dijo, en aceite de oliva, con papas, cebolla de verdeo y la carne picada, no cortada a cuchillo como la salteña). El postre Suazo es un homenaje a un amigo fallecido, lleva dulces regionales (lima, higo, cayote, zapallo), más queso y nueces bañado en Tía María.

Una comida en lo de Ferrito tiene un precio más que accesible, los platos son abundantes, la cocina (el espacio donde se trabaja) pulcrísima, el servicio campechano y el ambiente familiar.



 
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