El Bar del Gallego ya es historia

Viernes, 1 de noviembre de 2013
Se nos pianta un lagrimón, pero así es la vida. Poderoso Caballero es Don Dinero. Varios años después de que el gallego Emilio rechazara la oferta de Eduardo Eurnekián, el bar de la esquina de Honduras y Bonpland cerró sus puertas.



Primero, una historia: corría el año ’97, mes de enero, justo cuando lo mataron a José Luis Cabezas. Era sábado a la noche, en Radio América, que por entonces funcionaba donde hoy se encuentran las oficinas de Aeropuertos Argentina 2000, en Honduras y Bonpland. Me acuerdo de la fecha, precisamente por aquel triste episodio de Pinamar donde perdió la vida el fotógrafo de Perfil. El barrio no era lo que es hoy y la radio tampoco. No había restaurantes en varias cuadras a la redonda y tampoco se llamaba Palermo Hollywood. Mi amigo y colega Jorge Chamorro conducía por entonces el programa Lo que queda del día, del cual yo era columnista gastronómico. En esos momentos, tampoco había espacios para esta rama del periodismo, vinculado a la comida y los vinos. En la esquina de la radio, funcionaba desde 1980 un bar sin cartel, es decir sin nombre. Pero todos lo llamaban El Bar del Gallego. Su especial de crudo y queso hizo historia.

Se acabó el cuento y no tuvo final feliz. El Bar del Gallego, el que hacía unos sánguches de crudo y queso inimitables, cerró definitivamente sus puertas para engrosar la propiedad de Aeropuertos 2000. Al final, el armenio Eurnekián le ganó la batalla al gallego Emilio.

Contaban los corrillos radiofónicos, que Eurnekian le ofreció varias veces al gallego Emilio Sangil, una cifra millonaria en dólares para adosar la propiedad a su multimedios (América). El gallego nunca quiso saber nada, para él su bar era sagrado. Con el paso de los años el barrio comenzó a poblarse de restaurantes, uno al lado del otro, casi uno encima del otro. Pero el Bar del Gallego continuaba firme, con sus parroquianos de siempre, su vermú de la tardecita y el especial de crudo y queso de toda la vida. Pero el gallego se cansó y vendió el fondo de comercio. Los nuevos inquilinos remodelaron el bodegón, lo ampliaron, lo modernizaron y lo transformaron, casi, en un restó del barrio, uno más, más de lo mismo. Pero haces unos meses (el 8 de junio) falleció Emilio, y desgraciadamente el bodegón,  uno de los más famosos de Buenos Aires. Dicen que Emilio, ya grave, había pedido a sus herederos que el bar nunca cerrara. Pero el 26 de octubre le llegó su fin. Mientras muchos se rasgaron las vestiduras cuando amenazaban cerrar (y en algunos casos ello sucedió) como el Británico, la London de Perú y Avenida de Mayo) y varios otros, muy pocos advirtieron lo que pasaba con el Bar del Gallego.

Se nos pianta un lagrimón. Hemos pasado horas allí en mesas de periodistas, cuando en el barrio no había otro lugar adóndeconcurrir. Hoy, el barrio más densamente poblado gastronómicamente, te ofrece variantes por doquier, para todos los gustos. Pero algo faltará, el Bar del Gallego. Y tampoco estará Emilio en su vivienda de arriba. Un cafetín de Buenos Aires que ya es historia, uno más. Finalmente, Goliat venció a David.

 
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