En Fondo de Olla no estamos en contra del delivery como concepto en sí mismo, ni tampoco nos oponemos a la comida comprada “hecha”. Pero no todos los lugares son iguales, y los supermercados parecen ser la peor opción.
La noticia reciente dice que “un total de 1.257 kilos de mercadería, que incluyó alimentos como carnes y productos de rotisería listos para consumir, fueron decomisados durante un gran operativo realizado por inspectores del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires en el Supermercado Coto de la localidad balnearia de Mar de Ajó. Los alimentos no respetaban la cadena de frío y estaban mal almacenados, es decir mezclado lo crudo y lo cocido, lo que representa un gran riesgo para la población en caso de consumirlos”.No queremos enfatizar en una sola cadena, pero como habitué de varios supermercados cercanos a mi casa (Coto de Avenida Cabildo al 600, Disco de Virrey del Pino casi Cabildo y Jumbo Palermo), mi experiencia indica que jamás compraría comida hecha en ninguno de estos lugares.
Alguna vez hemos visto un par de cucarachas caminando por la góndola de comida hecha del Coto ya citado. Pero obviando esto, que es muy grave por cierto, resulta normal que la comida elaborada que se vende en los super esté varias horas esperando a los clientes. ¿Acaso no viste esas pizzas preparadas hasta con anchoas, con cara de haber estado un par de días esperando al audaz que las compre? ¿Y pastas que al llegar a tu casa tenés que recalentar en el microondas? ¿O ensaladas mustias? Pero mucho más grave es cuando las condiciones de higiene son deplorables, lo cual se observa en las góndolas, pero que también imaginamos que se extiende a la limpieza de la cocina.
Otro grave problema es el de la cadena de frío, un tema complicado en los super. Por ejemplo, en el operativo de la costa en el Coto de Mar de Ajó, se decomisaron 850 kilos de panificados crudos congelados que se encontraban a una temperatura de 1,3º C cuando debían estar almacenados a 18º C bajo cero; 41 kilos de tortas que en lugar de 12º C se encontraban a 1,3º C; 9 unidades de postres en estado líquido por la temperatura inadecuada, y 236 kilos de carne, sobre todo pescados y mariscos. En estos casos, dice el Ministerio de Salud bonaerense, todos los alimentos se encontraban en una misma cámara de refrigeración, lo que significa que además de no respetarse la temperatura para la conservación y romper la cadena de frío, estaban mezclados lo crudo con lo listo para consumir, con posibilidad de contaminación y generación de bacterias. Esta cámara es la de productos congelados, que debe estar siempre a temperaturas bajo cero. En otra cámara de productos elaborados se decomisaron unos 60 kilos de alimentos listos para ser consumidos, como ensaladas, lechón y empanadas. Los productos no estaban separados por origen, no contaban con rótulos identificables ni con protección (estaban envasados sin estar envueltos). Además, se decomisaron papas fritas congeladas exhibidas al público para la venta por no estar a la temperatura adecuada, 19 kilos de helados y 5 packs de postres para bebés de las góndolas por el mismo motivo. Los pescados y los helados son dos de los productos con mayor riesgo para la salud humana, cuando se hallan en mal estado. Y ni hablar si se trata de alimentos para bebés. Imaginamos que cada cadena de supermercados tiene su manual de procedimiento, que por lo general no se cumplen por negligencia de los empleados, y porque éstos no son controlados debidamente en forma interna.
No entendemos tampoco cómo hay plantas con oficinas internas del Senasa como la de Regente (distribuidora de pescados y mariscos con absoluto control de calidad e higiene), mientras los supermercados son caldo de cultivo de intoxicaciones porque los controles sólo los hacen los organismos provinciales y municipales. El Senasa y el INAL debieran poner mayor énfasis en hacer relevamientos permanentes para que no nos vendan gato por liebre, y fresco por podrido.