La capital bonaerense no se caracteriza por su abundancia de lugares dignos de un público demasiado exigente a la hora de comer y beber. Fondo de Olla descubrió tres lugares para sorprenderse y pagar menos de lo esperado
Enna
Referencias teníamos muchas y casi todas coincidían. Es difícil, nos decían, hallar en la ciudad de La Plata lugares dignos de un público exigente a la hora de comer y disfrutar de un vino o un trago como se debe. Pero no nos quedamos con la mitad de la copa vacía, y decidimos investigar de la mano de un colega platense, Mario Rusmando. La conclusión es que en esta primera recorrida, encontramos tres opciones para recomendar. Lo primero que hicimos fue contactarnos con los hermanos Diego y Patricio Zárate, propietarios de Jesolo y Enna, dos de los lugares elegidos para este viaje gourmet por la ciudad de las diagonales (que te marean aún sin haber bebido una copa de vino). Diego es un buceador de ideas y las atesora para incorporarlas a su acervo cultural gastronómico. Ha estado en Italia, en el País Vasco, stages y viajes de investigación que lo han hecho crecer. De Jesolo (localidad italiana cercana a Venecia) no sólo trajo el nombre para su primer restaurante-pizzería platense; también aprehendió las técnicas de la pizza hecha en horno de leña, con el estilo napolitano, aunque con algunas variantes que enriquece Diego con sus conocimientos adquiridos en la península. A la vuelta, la segunda casa de los Zárate es Enna, que recuerda a la localidad siciliana con vecindad al volcán Etna (además como se aprecia también están sólo separados por una letra). Diego nos esperaba con una degustación “Agua, aire y tierra”, que incluía ensalada de otoño; alcachofa rellena; langostinos con crema, coco y cilantro; chipirones; abadejo con guisantes frescos; ancas de rana con crema de maíz; pollo de campo con salsa de uvas; conejo con salsa de chocolate; magret de pato con pimiento relleno, y bondiola con vieiras y arvejas, y tiramisú en copa de Martini. Mientras tanto, los habitués pedían opciones de la carta de “Especiales”, sin mirar de soslayo a esos privilegiados que comían y bebían como si fuera la última bacanal. De ese menú “oficial”, se destacaban ravioles de conejo con crema de hinojo y langostino; risotto con chipirones y verduras salteadas; lomo con salsa de curry y coliflor con puré de batatas; merluza con alcauciles, brócoli y choclo con quinoa. Ambos lugares, Jesolo y Enna tienen una relación precio-calidad increíble para los valores porteños. Por eso, y también por la calidad de la propuesta, vale la pena el viaje, son 60 kilómetros que merecen la pena recorrerse. Mientras terminamos de escribir esta crítica, Diego Zárate continuaba su gira por el Amazonas, hacia donde partió a descubrir productos exóticos y bucear en culturas diferentes.
Aires del Sur
Nuestra recorrida, más cercana y menos original por cierto, nos llevó esta vez a otro reducto ampliamente recomendable de la capital bonaerense. Se trata de Aires del Sur, creación del chef propietario Diego Esteves, que trasladó sus deseos de hacer una cocina digna y sabrosa, amable en el precio y a la vez creativa hacia la ciudad donde conviven, hoy en diferentes categorías del fútbol argentino, los históricos rivales Estudiantes y Gimnasia. En tanto algunos clientes discutían desde ángulos muy diferentes en cuanto a la actualidad institucional de uno y otro club, nosotros nos dispusimos a disfrutar del menú armado por este joven cocinero, que trabajó en Au Bec Fin y Le Bibló, en ambos junto a Thierry Pszonka, en el País Vasco con Martín Berazategui, en Lasarte, y que realizó otras experiencias en la que dicen es mejor culinaria regional de la península ibérica. Aires del Sur acaba de mudarse a la Galería Comercial Pasaje Rodrigo, en un primer piso con terraza al aire libre de uso más positivo aun cuando llegue la primavera. Esteves armó una carta de identidad mediterránea, con pocos platos pero justos y precisos en cuanto a la valoración del producto. Así ofrece gambas al ajillo con rúcula fresca, ensalada marítima con hojas verdes y variedad de mariscos salteados, ensalada de pera, nueces y queso azul; spaghetti con cuatro diferentes preparaciones: a la crema de salmón ahumado, con salsa del bosque, scarparo, y con frutos de mar; sorrentinos de vieiras y langostinos, con tomates concassé, verdeo y recula; salmón rosado con arroz tasmani y crema de maracuyá, y abadejo con ajo, tomates secos, aceitunas y alcaparras. Los carnívoros pueden orientarse hacia el lomo de novillo con graten de papas. Finalizar con panna cota de vainilla con salsa de frutos rojos al Malbec.
Tienen precios que sorprenden. Una bicoca, dos bicocas, tres bicocas. Seguiremos investigando hasta que aparezca otro “tapado” platense.