Centro a la olla

Viernes, 15 de julio de 2011
¿Querés saber dónde comen los futbolistas? ¿Cuales son sus mañas culinarias? Una nota cercana a la antropología gastronómica y al humor




Primero: gracias al Capo por sugerir el título, y también por el dato del bodegón donde va a comer Messi en Barcelona. Segundo: ya nos referimos a la vinculación fútbol-comida en la nota La Metamorfosis, referida al relator ex K, hoy K, cuyos nombres de pila son idénticos a los del gran escritor y dramaturgo francés.

La verdad es que se me ocurrió volver sobre el tema, recordando una anécdota que me tuvo como testigo involuntario en la década del ’70, cuando ejercía el  periodismo deportivo. Sucedió en un restaurante de Martínez, donde previo a un partido almorzaba el plantel del Tigre, por ese entonces en la B, segunda categoría del fútbol argentino, luego devenida en Nacional B. Un wing derecho medio loco, llamado Jorge Río, se hallaba sentado con sus compañeros en el salón principal. En una mesa vecina, una pareja había pedido el postre: panqueque de manzana caramelizado al Rhum. Como dice nuestro querido colega Dereck Foster, se trata de una preparación “argentina” ciento por ciento, tanto como el Revuelto Gramajo y la Milanesa Napolitana. Pues bien, seguimos con la anécdota. El mozo, según las costumbres del show, lleva el panqueque a la mesa, vierte el destilado y apela al encendedor para caramelizar el plato. El wing derecho observa el fuego y temiendo lo peor, sale raudamente con un sifón en la mano, y en un instante apaga el voraz fuego, en medio de las carcajadas de sus compañeros y del resto de los comensales. Este es un hecho verídico, que me llevó a pensar qué comen los jugadores de fútbol y los directores técnicos, por lo general gente con muchos recursos y poco estudio.

Dicen que Diego Maradona, previo a una de sus tristes internaciones, había devorado un kilo de ubre (deliciosa achura difícil de encontrar hoy en Buenos Aires). Parece que el 10 es fanático de la “teta de la vaca”. En momentos en que jugaban la vuelta de las semifinales de la Champions, Barcelona y Real Madrid, pensamos en qué preferencias culinarias tendrían los protagonistas. Messi, por ejemplo, un chico de costumbres sencillas no obstante el peso de la fama que lo acompaña, anda siempre prendido al mate y no cambia por nada del mundo las milanesas que le prepara su mamá Celia. Claro, también uno de sus hermanos, Matías, es buen cocinero, profesional del rubro. El dato es valioso: cuando sale a comer en Barcelona, va a Cal Pep, un bodegón con escasa iluminación, que cuentan que tiene cuatro especialidades y nada más que eso. Medio camuflado, el mejor jugador del mundo concurre tres veces por semana a ese lugar, donde pasa inadvertido, o casi, y se contenta con platos simples pero ricos, nada extravagantes y alejado del lujo y el exhibicionismo. En cambio, al portugués Cristiano Ronaldo, fanfarrón como pocos, lo imaginamos concurriendo a los lugares más costosos, donde lo importante es ver y ser visto, en compañía de la modelo de turno. Pidiendo los platos más caros, aunque sea un burro que no entiende nada de gastronomía.

Por el lado de los técnicos, lo imaginamos al elegante Guardiola comer como jugaba y como dirige, un “señorito inglés”. Lo “vemos” comiendo pan amb tomaquet (preparación catalana con pan, tomate y el mejor jamón ibérico); tal vez una fideuá con los mejores frutos de mar del Mediterráneo, un cava, butifarras, langosta a la Costa Brava, conejo al Penedés, mel i mató, crema catalana. Y en un lugar no demasiado pretencioso, pero sí acorde al estilo del Pep. Su oponente Mourinho, el campeón mundial de las conferencias de prensa, lo suponemos comiendo como jugaba y como habla. Fue un jugador mediocre y es un técnico exitoso, por esas cosas de la vida, porque no lo tiene merecido. Especulador, verborrágico, payaso (la versión local subdesarrollada sería Ricardo Caruso Lombardi), no creemos que tenga aprecio por la buena mesa, porque no le da el cerebro para eso. Sardinas de lata y vinho verde agrio sería el menú del portugués mediático.

¿Y por casa cómo andamos? Seguro que usted, lector, se habrá preguntado alguna vez qué comen los futbolistas. Por lo general, los muchachos no tienen cultura, ni gastronómica ni de otro tipo. De manera que su menú varía según la circunstancia. Si están acompañados por una botinera, se mandan la Gran Ronaldo. Los platos más costosos y los vinos carísimos (onda Garnacha Largo). Si hay que aparentar, se aparenta nomás. Solos, en casa, le dan a la milanga con fritas, asado -salvo que vivan en un departamento-, flan con dulce de leche y no más que eso. Coca Cola para acompañar. Claro, vemos más a estos futbolistas comiendo en McDonald’s o Burger King, que en Chila o Tomo 1. Sí gustan de sitios como La Parolaccia y Piegari. Con suerte, a los que son un poquito más preparados, podemos encontrarlos en La Brigada o el Pobre Luis. La Raya está reservada para el clan del Coco Basile, Chiche Sosa y Mostaza Merlo.

Bien, ya le tiramos el Centro a la Olla, si algunos de nuestros lectores han visto jugadores comiendo en algún restaurante porteño, les pedimos que nos cuenten. Estamos ansiosos de conocer las intimidades gastronómicas de nuestros ídolos futboleros.

Imperdible joda: Mourinho Critica los Caramelos Sugus de Ananá



Guardiola le responde a Mourinho



Foto: Flickr / jbelluch / Alberto González
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