La Zona Oeste nos sigue deparando sorpresas. Ahora le toca el turno a Barunzit, lugar abierto en noviembre de 2012 como empresa familiar. Sergio Baronzini es la cabeza del proyecto. Se trata de un joven chef que acompañó a Leo Jaciuk en el NH City, y más tarde a Steven Jung en el Hotel Madero. Barunzit funciona en un pintoresco chalet de Ramos Mejía, especialmente acondicionado y puesto a nuevo. Consta de dos salones, uno con boxes, el otro con vista al jardín, más un par de privados ideales para quienes prefieren la discreción. La decoración expresa el buen gusto con el que se realizó toda la obra. Hay detalles para destacar, como la cava en la que se atesoran los mejores vinos de la carta (muchos de bodegas boutique como Finca La Luz, Decero, Montesco), y también los huecos de madera, adosados a las mesas y que son muy cómodos para depositar en ellos las botellas, de manera que no molesten al comensal y que además éste tenga a mano vino y agua cuando así lo desee. De todas maneras, el personal de servicio es muy atento a la necesidad de reposición de la bebida. La cocina propiamente dicha parece un quirófano. No es habitual que un periodista sea invitado a conocerla, algo que ocurrió en este caso. Y no sólo sorprende el equipamiento de máxima tecnología, sino también la pulcritud aún en momentos de pleno servicio. Otro detalle a destacar es la calidad y variedad de la vajilla, ideal para acompañar preparaciones tan atractivas y personales como las que propone el chef. Por lo demás, más allá de su connotación barrial, Barunzit está al nivel de los mejores restós de la ciudad de Buenos Aires, ya se trate de lugares caracterizados como los que en algunos casos ocupan los polos gastronómicos más frecuentados.
Barunzit es digno de visitar aunque haya que recorrer algunos kilómetros hasta Ramos Mejía.
Para comenzar, son buenas opciones el “Rosado Gravlax”, el “Frito Brie”, el “Ris de Veau” (mollejas crocantes con tacos de tomate y chutney de mango). O la más vanguardista “Cabra en Torre” servida en copa, con masa sablé, queso cabrauntar y frambuesas confitadas, que además de entrada también podría convertirse en un “prepostre”. Entre los principales, humo de cordero con papines; “The Duck” (pato al vacío con batatas agridulces, miel y salvia); “El Octópodo” (risotto con pulpo, queso brie, crocante de Parmesano y nueve de pimentón); Composición Marina (fusilli negros con langostinos, camarones, pulpo español y aire de azafrán). También pastas secas De Cecco (tagliatelle, penne rigate y papardelle) con diferentes salsas a elección.
Los postres son notables en cuanto a creación y originalidad. Por ejemplo, helado de canela, pétalos de rosas y granita de mandarina; chocolate y fresas (esponja de chocolate con sopa caliente y frutillas); “Amargo Acido” (esférico de chocolate fundido, pétalos de rosas caramelizados y espuma de naranjas), y una versión propia de la recordada “roca de chocolate” que comíamos en el NH City.
Barunzit es digno de visitar aunque haya que recorrer algunos kilómetros hasta Ramos Mejía. Denota la capacidad del chef, pero también un cuidado de los detalles que hacen “distinto” a un restaurante. También venden algunos productos (tés, mermeladas). El servicio de mesa cuesta $ 15 e incluye pancitos artesanales a los que uno se hace adicto. El cubierto se cotiza desde $ 200 por persona. Lo vale por el excelente nivel.
Barunzit - Alvarado 550, Ramos Mejía - Tel.: 4654-8788. Abierto de miércoles a domingos mediodía y noche, principales tarjetas.
Un restaurante de campo como los hay a montones en Italia. Peumayén, cuyos dueños son descendientes de alemanes del Volga, ofrece una cocina auténtica en la que se entremezclan platos autóctonos y de inmigrantes.
