Alex Atala, el más famoso cocinero del Brasil, pasó por Buenos Aires gracias a la gestión de sus amigos locales de El Baqueano. Lástima que muchos chantas aprovecharon la “volada” para sacar rédito propio.
Confieso que me hubiera gustado conocer a Alex Atala, considerado como uno de los mejores chefs del continente. Más allá de los recaudos que tomamos cuando se trata de la Guía S. Pellegrino, que lo tiene encumbrado, las referencias de quienes han estado en D.O.M., su restaurante de San Pablo, son muy buenas. De ahí a que sea “o mais grande do mundo” es otra cuestión, más brasilera que otra cosa. Pero la noticia fue Atala estuvo en Buenos Aires, para protagonizar una de las jornadas del ciclo “Cocina sin Fronteras”, que llevan adelante Fernando Rivarola, chef de El Baqueano, y Gabriela Lafuente, jefa de salón. Punto uno: la llegada al país del brasileño es sólo mérito de ambos, que tienen una relación de amistad personal. Más allá de la invitación para asistir al cóctel que se realizó en El Baqueano, que mucho agradecemos, en lo personal preferimos mantenernos al margen para no sumarnos a lo que sabíamos que iba a ocurrir: el triste espectáculo de los chupópteros de toda calaña que pretendían sacarse una foto con Alex. Tampoco es posible hacer una nota periodística entre tanto bochinche. Sabemos que no faltará oportunidad, claro, porque deseamos entrevistarlo con mayor tranquilidad. Y tampoco nos gusta el triste espectáculo de algunos mediáticos que no le llegan ni a los talones al brasileño. Por suerte Fernando y Gabriela invitaron a mucha gente valiosa.
Sabemos que su figura es una tentación para todos los que están en el mundo de la gastronomía. Pero lo más grave es que un Estado provincial aproveche la “volada” para tratar de difundir las bondades de su geografía. Es lo que ocurrió lastimosamente con el gobierno del Chubut, y con alguno de sus "empresarios" que se enojan con FDO cuando decimos que todas las sales son iguales. Por ser marítima, una sal no es menos dañina para el organismo si se la consume en exceso, tal la costumbre argentina. Nos parece que hay que tener más ética. Mucho más aún cuando aprovechan que “alguien” pagó los pasajes de Atala al sur, donde viajó acompañado de El Baqueano. El objetivo era conocer la Patagonia y buscar nuevos productos. Pues bien, nos enteramos de todo esto por una nota publicada en www.noticias.chubut.org.ar, donde se da cuenta de la visita de Atala, presentado como parte “de la estrategia que desarrolla la Secretaría de Turismo del Chubut para atraer turistas del mercado brasileño”. Y hablan de la “Estrategia Brasil”. Agregan que la visita “fue gestionada por la cartera turística provincial, junto con la empresa productora de cristales de sal … (porque no es cuestión de hacerle publicidad gratis a estos chantas…) y el cocinero local Gustavo Rapretti. Está claro que si Alex no hubiera sido invitado por Fernando y Gabriela, no habría venido al país y tampoco hubiera visitado el sur. Es lo que decimos en el título, “todos se colgaron de los tatuajes de Atala” (remedando a Moria, que no habla de sus tatuajes sino de sus pechos). Da vergüenza ajena, de verdad.