Olé, Olé, Olé; Alé Alé

Lunes, 2 de diciembre de 2013
Como en los cantitos de la tribuna, los trabajadores de Alé Alé resistieron una vez más el desalojo. Desde enero, vienen funcionando como cooperativa y lograron triplicar la cantidad de cubiertos.



Alé Alé pertenecía a la cadena de restaurantes Los Chanchitos, que incluía además de estos dos, a Don Battaglia, La Soleada y Mangiata. La cuestión es que en enero del año en curso, la empresa se “borró”, dejando el tendal entre los proveedores y sin preocuparse por la suerte de sus empleados. En el caso de Alé Alé, ubicado en Estado de Israel al 4500, los trabajadores resolvieron autogestionarse, con el asesoramiento del Hotel Bauen, que años atrás también había comenzado a gestionarse como cooperativa de trabajo. Con una trayectoria de 15 años, Alé Alé tenía (y aún tiene) 40 empleados, que se enteraron ese mismo lunes, cuando fueron a ocupar de sus puestos de trabajo, que los propietarios habían cerrado las puertas. No pagaban el alquiler y ya hacía ocho meses que tampoco abonaban los sueldos, o lo hacían en cuentagotas. El vaciamiento era evidente.

Por lo tanto, al día siguiente los trabajadores tomaron el local y al tiempo reabrieron las puertas de Alé Alé, funcionando desde entonces como cooperativa, o “empresa recuperada”, como prefiere decirle el “relato” oficial. En verdad, había grandes deudas con los proveedores, que reclamaban a la actual gestión el pago para volver a entregarles mercadería. El tema es que como el restaurante sólo acepta pago en efectivo; con los proveedores hicieron lo mismo, es decir que recibían mercadería y la pagaban al contado. El problema pasa porque el contrato de alquiler estaba vencido desde hacía siete meses, y no había posibilidad de renovarlo, en tanto su propietario, Alberto Podrojsky, pedía 1.300.000 dólares por la cesión definitiva del local, una cifra prohibitiva para los miembros de la cooperativa. Era evidente que ya contaba con una oferta para vender la propiedad, donde construirían un edificio.

La tensión fue superada por la decisión de la Justicia de postergar el desalojo. Los trabajadores de Alé Alé quieren más tiempo para buscar otro local o que los propietarios acepten alquilarle el actual.

Los exempleados de Alé Alé pretenden arreglar un alquiler, pero las condiciones son leoninas, directamente no hay forma de absorber ese costo, ya que la decisión es vender para construir. Y el traslado de Alé Alé, significaría empezar de cero en otro lado. En la madrugada del lunes 2 de diciembre, ya había gente apostada en la esquina de Estado de Israel y Rocamora, para evitar el desalojo previsto por la Justicia. Ante la posibilidad de que se generaran hechos de violencia, ésta postergó el desalojo y retiró a la Policía Metropolitana del lugar.

Pero el problema no tiene solución, ni mucho menos. Esto es sólo “patear la pelota para adelante”, siguiendo con las frases futboleras. Cada uno tiene razón a su manera, la cuestión es encontrar una forma de consenso. Está claro que la gestión de los empleados parece haber sido efectiva; en once meses lograron triplicar la cantidad de cubiertos. Mientras tanto, los que vaciaron la cadena de restaurantes no aparecieron más, dejaron un tendal de deudas y cientos de familias con el temor de no poder mantener sus fuentes de ingresos. Ojalá aparezca una solución. Por ahora se trata únicamente de una expresión de deseos.

 
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