Según el lado con que se lo mire nos fue bien o nos fue mal. Todos los detalles del concurso y la performance argentina
Fondo de Olla ya dio cuenta de la buena predisposición del único chef argentino poseedor de una Estrella Michelin, Mauro Colagreco, quien abrió sus puertas a la delegación argentina que se aprestaba a participar en el Concurso Bocuse d’Or. Este noble gesto de Colagreco, significó que el equipo comandado por Juan Pedro Demuru, a la sazón representante nacional en Lyon, pudiera al menos ensayar tres veces la preparación de sus platos. Sus rivales, sobre todo los que pertenecen a países europeos, Estados Unidos y Canadá, pudieron practicar diariamente y durante todo el tiempo que necesitaron.
La consigna era preparar dos platos “perfectos” durante casi 6 horas, con los productos oficiales del Bocuse d’Or: cordero escocés (primer plato) y carne de rape, cangrejo y langostino (plato de pescado). Vale decir que las posibilidades argentinas disminuyeron sensiblemente por la falta de fondos, lo que se traduce en problemas para viajar, pagar la estadía, comprar los insumos y buscar un lugar para la práctica (este año eso fue subsanado gracias a Mauro Colagreco y su restaurante Mirazur). De todas maneras, para la Argentina el hecho de estar presente entre los 24 finalistas es todo un honor, pero además, si se analizan los resultados finales del concurso, las conclusiones resultan verdaderamente sorprendentes. Así, en el podio encontramos a tres representantes de países escandinavos: Rasmus Kofoed (Dinamarca), Tommy Myllymaki (Suecia) y Gunnar Hvarnes (Noruega). Francia, que corre con el “caballo del comisario”, salió cuarto. Y quinto aparece Finlandia, otro país que viene del hielo. Italia y España, que tienen dos de las gastronomías más prestigiosas del mundo, terminaron en los puestos 15 y 17, respectivamente. La Argentina concluyó en el 19º lugar, por encima de Australia, Guatemala, Uruguay, Polonia e Indonesia.
Ya lo sabíamos: Demuru es un gran chef que tuvo un desempeño brillante a nivel local y continental, pero llegar a Lyon habiendo dado tantas ventajas es algo así como competir en una regata olímpica con un bote de madera. Estamos seguros de que en igualdad de condiciones, chefs de la talla de Martín Molteni, Darío Gualtieri y el propio Demuru, todos ellos participantes del Bocuse d’Or en algún momento, hubieran tenido posibilidades concretas de ganar. Y otra cosa: el concurso no es a ciegas, y ya sabemos que a los “sudacas” no los valorizan mucho en la vieja Europa. Colagreco es apenas la excepción que confirma la regla.