Por su elevado contenido de alcohol y sus efectos alucinógenos, la absenta estuvo mucho tiempo prohibida aquí y en casi todo el mundo. Ahora llega al país la marca francesa “La Fée”, con “apenas” un 38% de alcohol, como un vodka, un ron o un gin. Y se podrá comprar legalmente.
La noticia nos llegó por WineSpirit, que comenzó a comercializar en el país la absenta “La Fée”, de origen francés, y con un porcentaje de alcohol de 38%, sensiblemente menor a las que alcanzan nada menos que hasta un 90%. Mi experiencia con la absenta se limita a haberla probado dos veces: la primera de ellas rebajada con agua, para poder soportarla; la segunda en el restaurante de un amigo, quien había comprado una botella en Roma. Con sólo arrimar los labios al líquido conocido como “hada verde”, una sensación “anestésica” nos llevó a desistir del intento de beberla aunque sea en un pequeñísimo sorbo. Alguna vez, recorriendo la calle principal de Villa General Belgrano, en Córdoba, encontramos una botella que estaba a la venta en una vinoteca local. El precio era demasiado elevado como para decidirnos a comprarla, sólo para tenerla de “adorno” en nuestra casa. En 2011, caminando por una de las callejuelas de la ciudad de Girona, en Cataluña, logramos comprar una petaca al módico valor de 15 euros. La versión que tenía en su etiqueta una planta de marihuana, la dejamos en la estantería, no vaya a ser que alguien de la Aduana “piense mal” al regreso a Ezeiza. La elaboración procedía de las islas Baleares.
En sus comienzos, la absenta fue un tónico medicinal. Se lo elaboraba con ajenjo, artemisa absinthium, regaliz (los caramelos “Media Hora” o liquirizia en italiano), hinojo y anís verde. Cuenta la leyenda que los soldados franceses de Napoleón recibían una pócima para bajarles la fiebre. La verdad es que entre todas las bebidas, sólo la absenta contiene beta tuyonas. Son las sustancias que le dan su sabor amargo y el aroma tan particular. Consumidas en exceso, resultan tóxicas. Además, producen un efecto similar al THC de la marihuana. Sin embargo, lo que provoca la “alucinación” es también el elevado porcentaje de alcohol. Famosos artistas como Paul Gaugain, Vincent Van Gogh, Toulouse Lautrec, Edgar Alan Poe y Ernest Hemingway, se encuentran entre los fanáticos de la absenta. Se atribuye a esta bebida que el pintor holandés haya perdido una de sus orejas. Muchos de estos personajes la mezclaban con opio, hachís, coñac y otras bebidas alcohólicas. Un cóctel casi “mortal”. Un procedimiento de consumo más racional, en cambio, indica que debe colocarse absenta sobre terrones de azúcar en una cucharita, luego encender dichos terrones, introducir la cuchara en la copa, apagar y remover. Cuando se haya enfriado, echar agua. Dicen que el trago de Hemingway, en cambio, consistía en una parte de Absenta de 70º, otra parte de jugo de limón recién exprimido, un terrón de azúcar de caña y una hoja de menta. Casi como un “mojito” de absenta.
Los primeros datos históricos sobre el origen de la absenta, datan de un papiro egipcio del año 1600 A.C.; en Grecia se la utilizaba para combatir la ictericia y la malaria. Su popularidad llegó en el Siglo XIX, en las tabernas donde la bebían los “grandes” de la literatura y la pintura que se “inspiraban” con ella. El “hada verde” se constituyó así en “musa inspiradora” de grandes artistas, la mayoría de quienes se hicieron adictos y terminaron con su salud y mente destruidas.
Su producción está permitida en Europa bajo control estricto del contenido de beta tuyonas. En los Estados Unidos se levantó la prohibición del consumo en el año 2007. La versión francesa que se venderá aquí es bastante atenuada, aunque también se recomienda beberla rebajada con agua. De esa manera, estaremos a salvo del “absentismo”. La vinoteca 1912 (Chenaut 1912 en Las Cañitas), la vende a 269 pesos.
