Editorial

Del yuyo malo a las papas transgénicas

Martes, 5 de septiembre de 2017

Poco se supo del tema en aquella instancia, pero el colega Matías Longoni recordó en el sitio "Bichos de Campo" un episodio tragicómico y grotesco. A Cristina le "inventaron" una papa transgénica para "demostrar los enormes avances tecnológicos" de su gobierno. Pensar que en algún momento calificó a la soja como un "yuyo malo".

Corría el año 2008 y se encontraba en plena disputa la pelea gobierno vs campo por la Resolución 125 creada por Martín Loustau, por entonces ministro de Economía para atenuar el esquema aún más perverso ideado por Guillermo Moreno.

En aquellos tiempos, muchos creíamos que se trataba de una disputa por la dignidad de los productores agropecuarios; luego comprobaríamos que solo era una lucha por el vil metal. Un dirigente que se mostró orgulloso porque sus hijas lo acompañaron a protestar en las rutas, meses después recibía a CFK con un discurso digno de un verdadero chupamedias.

Pero más allá de eso, hay que recordar que ELLA hablaba de "renta extraordinaria" porque la soja se cotizaba a más de 600 dólares la tonelada. ¿Se imaginan a Macri sentado sobre una oleaginosa que valiera el doble de los precios actuales?

ELLA, que vivía del oro verde mientras sus funcionarios robaban para la corona y para beneficio propio también, calificó a la soja como un "yuyo malo". 

Le dio letra así a los que hablan sin saber, los que critican a las semillas transgénicas como si fueran el diablo. Los que escriben la palabra "glifosato" y no saben qué es. Los que señalan que se puede alimentar a la población mundial solo haciendo agricultura orgánica y los más talibanes, de las bondades de la agricultura biodinámica de los cuernos de vaca.

Como en todos los aspectos de la vida, lo que vale es el equilibrio. Eso, en este caso particular, equivale a rotar los cultivos, a proteger el suelo con buenas prácticas agrícolas, pero de ninguna manera eliminar la soja de la faz de la tierra.

El colega Matías Longoni recordó en el sitio "Bichos de Campo" un episodio ocurrido en octubre de 2015, previo a las elecciones que llevarían al balotaje entre Scioli y Macri, que demuestra el grado de sometimiento que vivían los funcionarios kirchneristas.

Dice Longoni que ELLA ya "había lanzado un cohete al espacio y había colocado en órbita un par de satélites. Pero algo le faltaba: un transgénico nacional. Para no quedarse con las ganas le ordenó al Ministerio de Agricultura que apurara la aprobación de tres cultivos modificados que estaban en la gatera".

Cristina habló en cada nacional una vez más, desde Tecnópolis, para dar por cierto que "la Argentina K había sido tan grandiosa que hasta producía biotecnología a la altura de las potencias".

El primer evento era una soja tolerante a la sequía desarrollada por la empresa Bioceres. Recuerda Matías que "esa soja está esperando todavía la aprobación comercial de China para ser sembrada, posiblemente en 2019".

El segundo era una caña de azúcar resistente a glifosato, desarrollada por la EEA Obispo Colombres del INTA. Nunca fue presentada ante la falta de sustento de una tecnología aún en proceso de investigación o quizá ya abandonada.

La tercera (o en realidad la segunda) fue el gran disparate de esa jornada. Se trataba de una papa transgénica (resistente al virus PYV), lo que sería -dice Longoni- el primer OGM de consumo humano directo aprobado en el mundo. Carlos Casamiquela, ministro de Agricultura, y su secretario Gabriel Delgado, se vieron obligados a participar de esta fantochada aun a sabiendas de que se trataba de un papelón histórico.

Longoni relata: "el eje es que el kirchnerismo, en su afán de pasar a la historia sin hacer historia, forzó en aquella ocasión todas las reglamentaciones vigentes en el país para la aprobación de un cultivo genéticamente modificado. La Argentina se ufana de tener una legislación de avanzada en esa materia desde 1992, aunque no han faltado incidentes que demuestren cierta fragilidad, como la fuga de un tabaco transgénico o la misteriosa liberación del Maíz GA21 antes de su aprobación".

Sin embargo, el Senasa, la autoridad sanitaria que debía refrendar la aprobación de estos eventos, nunca firmó las autorizaciones correspondientes. El organismo, si bien afirmó que "el trámite era procedente", jamás puso la firma ante lo disparatado de la presión "de arriba".

Lo más grave de todo esto, es que si bien la papa transgénica nunca fue aprobada hasta el momento, como bien dice el colega, "hay gente que la ha comido".

En efecto, durante la pomposamente llamada "Semana de la Agricultura", los chefs del "relato" (Cocineros Argentinos) participaron de un acto en la sede del INTA Castelar donde Calabrese y cía. prepararon papas fritas transgénicas aprobadas sin todos los papeles en regla. Las frieron en un aceite de soja alto oleico (transgénica también, elaborada con el "yuyo malo" para más datos).

Y Longoni, que hizo periodismo de investigación en aquella época para el diario Clarín y se comió un juicio aún no resuelto del exjefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, concluye: "Gabriel Delgado, el que había firmado la resolución correspondiente sin el aval del Senasa, formó parte de aquel suceso histórico. Por cierto, fue la primera vez en la historia de la humanidad que un secretario de Estado comió una papa frita transgénica aprobada de modo irregular".

Los cocineros, que suelen denostar todo lo que sea biotecnología porque poco conocen del tema (curiosamente la escuchábamos hablar hace pocos días a Ximena Sáenz, "cocinera argentina", sobre las bondades de los alimentos naturales y los productos orgánicos), fueron cómplices de esta fantochada cristinista. En su defensa, podríamos argüir que era la forma de conservar su trabajo.

Está claro que algunos se creyeron el relato y rezan por él, como el Papa Francisco. Otros, lo adoptaron mientras les resultó conveniente. Lo cierto es que la expresidente pasó del "yuyo malo" a las papas genéticamente modificadas. Como bien dice Matías Longoni, uno de los pocos periodistas que se la jugó mientras otros hacían plata, los "papas fritas" somos nosotros. 

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